Opinión

A un grito todos pidieron bote, booote... cárcel

Cual símil de circo romano levantó un brazo y respondió en sentido positivo a la exigencia de la 'muchedumbre' reunida en uno de los grandes salones del Club Campestre de la ciudad de Chihuahua

LA COLUMNA
de El Diario
domingo, 24 octubre 2021 | 06:00

En las inimaginables grandes ironías del destino aparece aquella acontecida dos meses después de ocurrida la jornada electoral del 2016. Era gobernador electo, Javier Corral.

Cual símil de circo romano levantó un brazo y respondió en sentido positivo a la exigencia de la “muchedumbre” reunida en uno de los grandes salones del Club Campestre de la ciudad de Chihuahua. Hubo una comida ahí en honor del designado nuevo mandatario estatal.

La fiesta fue ofrecida por el célebre “aficionado número 1” de la selección mexicana de soccer, Héctor Manuel Chávez, mejor conocido globalmente como “El Caramelo”; a la postre aunque por poco tiempo, muy cercano a Corral.

Los asistentes estaban identificados con el empresariado y el fut; así que la comida resultó ruidosa y bullanguera. Agreguemos para un optimismo desbordante los ingredientes del triunfo electoral y el respectivo futuro prometedor. Felicidad total; no, euforia absoluta.

A la hora que Corral tomó el micrófono y se adentró en su discurso no faltaron quienes le preguntaron con insistencia lo que pasaría con César Duarte. Estallaba el morbo por cada fracción de piel presente.

-¿Qué proponen?, les preguntó el moderno César chihuahuense con ese sello de perdonavidas que le era característico, pero que patentó para no olvidar durante los siguientes cinco años.

Iniciados también los primeros tragos, los comensales empezaron en un murmullo a golpear ligeramente las mesas con los fondos de sus botes, botellas y vasos...

-Bote, bote, booote, boooote, pidió la pequeña “multitud”.

Corral levantó un brazo cual bisnieto del otrora imperialismo romano e hizo un ademán enérgico unido a la respuesta verbal. Histrión hasta la médula.

-Se les va a conceder, prometió.

Algarabía, gritos, chistes, comentarios...

Andaban ahí mismo entre los presentes dos acompañantes de Corral que serían convertidas tiempito después en dos piezas importantes, fundamentales, del gabinete 2016-2021. Uno era Arturo Fuentes Vélez, nombrado luego secretario de Hacienda. Aguantó los cinco años del régimen. El otro, Jesús Antonio Pinedo Cornejo, a cuyo cargo fue dejada la Coordinación de Comunicación Social, se quedó a menos de la mitad del camino.

Ambos disfrutaron y compartieron con el estómago a reventar la alegría de los presentes en la comida. “Bote, bote, booote, para Duarte”, repitieron igual que todos los congregados ahí.

El bote, la cárcel, la prisión. A la vuelta de cinco años, poco más, el destino cruel ha colocado nada más y nada menos que a Fuentes Vélez y a Pinedo Cornejo a unos pasos “del bote” y a Corral en un santiamén de seguirlos. El gozo se fue por el pozo. El exgobernador hace transcurrir ahora sus días como paria pero con escolta entre Chihuahua y su cabaña de Madera en Basaseachi. Pronto se le terminó el boleto por Europa.

Aquellos tres bullangueros fans e invitados de “El Caramelo” jamás imaginaron que les esperaba la misma broma cruel infligida a su odiado enemigo político; y por las mismas razones, desviaciones y/o corrupción con dinero público. De eso acusaron a Duarte y sus colaboradores.

Esta semana uno de esos tres rostros apareció por completo descompuesto, incrédulo, en los tribunales judiciales de la ciudad de Chihuahua acusado de jinetear 114 millones de pesos pertenecientes al Fideicomiso de Seguridad (Ficosec).

¡Qué bochorno, tanto Arturo como Javier no solo aspiraron a ser aceptados en ese estatus social alto manejado por Ficosec, sino que buscaron aprender golf, en particular el segundo, para que no hubiera duda de su inmersión en las grandes ligas de los capitanes empresarios!

Parecía no creerlo Arturo Fuentes Vélez. Se notaba auténticamente dolorido, pero él mismo en la víspera reconocía ante sus más cercanos colaboradores que su futuro no pintaba nada halagüeño.

En la calle un delincuente sabe con meridiana claridad que tarde o temprano será apresado, o en el peor de los casos, privado de la vida. No está el caso Fuentes como para el segundo extremo, pero sin duda sus pesadillas ahora tienen que ver con rejas, con la falta de libertad.

Prácticamente desde que inició la administración del corralato permanecen presos dos duartistas, Antonio Tarín y Gerardo Villegas; otros siguen sus procesos en libertad; uno más, con 75 años de edad a cuestas, continúa en prisión domiciliaria.

Ahora que ha girado la rueda de la fortuna es ese el nuevo escenario del exsecretario de Hacienda. Su excompañero de gabinete, Pinedo, legalmente, oficialmente, es considerado ya prófugo.

Lo buscan policías de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI) con orden de aprehensión en mano dispensada por un juez. Son en su caso varios delitos justo relacionados con el manejo indebido del dinero público.

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Es apenas el inicio del calvario judicial que espera al corralato, en específico a su exsecretario de Hacienda. A muchos más pero en particular a Fuentes Vélez.

Marcó igual que su patrón la piel que cubre el tórax con golpes de pecho gritando supuesta decencia, pero bajo el mismo frenetismo utilizado por sus antecesores incurrió en incontables acciones apartadas de la ley.

No modificó su conducta ni el consejo reiterado de sinceros amigos que le sugerían no repetir sus actuaciones francamente delictivas que empezaron desde el arranque mismo de la administración y se fueron de largo por todo el lustro.

Ficosec representa solo la avanzada del ejército de golpes venideros. Idéntico a como desvió el exsecretario de Hacienda el dinero que correspondía a dicha institución hizo lo mismo con el Congreso del Estado, el Tribunal Superior de Justicia, las universidades autónoma de Chihuahua y de Ciudad Juárez, otros organismos autónomos y muchas dependencias descentralizadas.

Fueron miles de millones de pesos lo que Corral-Fuentes manipularon y jinetearon sin ningún respecto por los presupuestos de egresos aprobados por el Congreso del Estado. Falsearon sin temor ni pudor los estados financieros del Gobierno estatal y prácticamente todos sus entes.

Esas fueron solo las desviaciones sin sustento legal. A ellas se sumarán todos los francos actos de corrupción en materia de obra pública donde Ciudad Juárez será presentado como actor central.

El tiradero en puentes y rutas troncales tiene su explicación en diezmos y transas firmadas en cheques por Fuentes Vélez pero dirigidas por Gustavo Elizondo y operadas personalmente por Corral Jurado.

El ahora diputado federal por Morena, Armando Cabada, podrá rendir testimonio de la presión sufrida para autorizar permisos de construcción incluso a una semana antes de concluir su período el exgobernador.

Todo eso es mucho, y más si le agregamos las licitaciones y compras directas de medicamentos por más de 15 mil millones de pesos supervisadas por Fuentes y operadoras por los titulares de Salud y Pensiones Civiles del Estado. Compraban inclusive a lo loco sin reparar ni en fechas de caducidad. No existió para ellos la crisis derivada del Covid.

Luego vendrá sin desviarse del camino hacia la denuncia penal el aspecto financiero del estado y su deuda pública. Una sola operación por manejo de comisiones a una empresa intermediara generó un gasto por 120 millones de pesos.

Las reestructuras bancarias alcanzaron los 48 mil millones de pesos y los créditos de corto plazo fueron arriba de 15 mil millones de pesos.

Cada centavo movido ahí era manejado por el senador, Gustavo Madero y por el exjefe de gabinete, Ismael “El Chacho” Rodríguez. Las firmas correspondientes, como en todo, fueron estampadas por el exsecretario de Hacienda sin que nadie le hicieron manita de puerco.

Mario Mata, quien fue administrador de la Junta Municipal de Agua en Chihuahua, tenía instrucciones de “avisar” a “Chacho” sobre cualquier operación superior a los 100 mil pesos. Igual operó para la Junta Central de Agua. Sus huellas en Juárez aparecen por todas partes, con fotos y videos de su asistencia a reuniones de gobierno.

Al final del día será descubierta más rapacidad durante el régimen de Corral que en el de Duarte. Por las vísperas son conocidos los días.

No fue solo torpeza e ineptitud la de Corral Jurado; fue, sobre todo, corrupción desmedida, voraz. Ese “pequeño” caso en Ficosec representa la punta del iceberg, la orilla de la madeja. Es el primero que se judicializa de muchísimos que ni escondidos permanecen porque han sido aireados de distintas formas. Lo confirma todo un leve recorrido por las hemerotecas.