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Opinión

Hoy es ley la corrupción

El teatro político en México alcanza nuevas cimas de ironía y desfachatez con cada elección

Jackie Ojeda / Analista

jueves, 25 abril 2024 | 06:00

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Ciudad de México.- El teatro político en México alcanza nuevas cimas de ironía y desfachatez con cada elección. Recientemente, el candidato al gobierno de Tabasco por la coalición "Sigamos Haciendo Historia", Javier May Rodríguez, protagonizó un episodio que debería ser inolvidable para quienes aún conservan la memoria crítica en este país. Durante un debate estatal, May Rodríguez, representante de Morena, presumió sobre la supuesta lucha contra la corrupción de su partido, llegando al extremo de afirmar que gracias a ellos, la corrupción en México ¡es ahora ley!, y equivocado no está.

Es difícil contener la indignación ante tal audacia. El cinismo con el que May Rodríguez se pavonea, pretendiendo ser un defensor anticorrupción, mientras su partido se ve envuelto en escándalos y acusaciones de desvío de fondos, roza lo grotesco. Más aún cuando, en pleno debate, no parece percatarse del absurdo de sus palabras y continúa su discurso como si estuviera recitando una letanía vacía de significado.

El espectáculo no termina ahí. Las acusaciones en su contra, provenientes de distintos frentes políticos, son reveladoras. Lorena Beaurregard de los Santos, candidata de "Fuerza y Corazón por Tabasco", interpone demandas penales por un presunto desfalco millonario durante el paso de May Rodríguez por la Secretaría de Bienestar, y de un desvío de más de dos mil 500 millones de pesos cuando estuvo al frente del Tren Maya. Del mismo modo, el candidato del PRD, Juan Manuel Fócil Pérez, lo señala como responsable del aumento de la violencia en Comalcalco durante su gestión, a lo que May Rodríguez responde con descalificaciones propias de un pleito de patio de colegio.

El cinismo no conoce límites. Mientras May Rodríguez y sus compinches políticos se enzarzan en una retórica vacía y acusaciones mutuas, la población de Tabasco sufre las consecuencias de la corrupción y la inseguridad que parecen ser la moneda corriente en la política nacional. ¿Qué importa el bienestar de la gente cuando se trata de mantener el poder y los privilegios?

La farsa del debate se ve aún más ensombrecida por el bochornoso espectáculo que tuvo lugar en las calles de Villahermosa, donde medio millón de personas prefirieron la fiesta a presenciar el desfile de los políticos. Una imagen que debería avergonzar a quienes se postulan para representar los intereses del pueblo, pero que parece pasar desapercibida para una clase política más preocupada por sus propios intereses que por los de sus gobernados.

La realidad es que Morena, lejos de representar una alternativa a la corrupción, parece haberse convertido en su más ferviente promotor. Las acusaciones, los escándalos y las promesas vacías son el pan de cada día en la política mexicana, y May Rodríguez y sus colegas son simplemente los últimos actores en subirse a un escenario ya demasiado abarrotado de hipocresía y deshonestidad.

La situación en Tabasco es solo un ejemplo más de la triste realidad que enfrenta México. La corrupción no es un fenómeno nuevo, pero la desfachatez con la que algunos políticos la perpetúan y hasta la celebran es alarmante. Mientras los ciudadanos luchan por sobrevivir en un entorno de inseguridad y precariedad, los políticos se enfrascan en peleas de egos y acusaciones mutuas, sin mostrar verdadero interés por resolver los problemas que aquejan a la sociedad.

La corrupción en México no es solo responsabilidad de un partido político o de un individuo en particular. Es un problema sistémico que permea todas las estructuras de poder y que solo podremos superar si nos unimos como sociedad para exigir rendición de cuentas y transparencia en todas las esferas del gobierno y la sociedad. Es hora de que dejemos de tolerar la corrupción como una inevitabilidad y comencemos a trabajar juntos para construir un país donde la justicia y la honestidad sean los pilares de nuestra democracia.

Es hora de que el pueblo mexicano exija responsabilidad y transparencia a quienes dicen representarlos. Es hora de que castiguemos en las urnas a aquellos que se burlan de nuestra confianza y abusan de su poder para enriquecerse a costa del sufrimiento de los demás. Es hora de que la corrupción deje de ser ley en México, y de que quienes la perpetúan sean llevados ante la justicia, sin importar su color político.

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