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Opinión

Editorial

Día de la Mujer, celebración para construir, no para destruir

Es indispensable reflexionar acerca de los avances logrados en su beneficio, pero también atender con énfasis el reclamo de rezago y simulaciones en el caminar por ese justo sendero

El Diario de Juárez

jueves, 07 marzo 2024 | 12:27

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A unas horas de la celebración del Día Internacional de la Mujer, es indispensable reflexionar acerca de los avances logrados en su beneficio, pero también atender con énfasis el reclamo de rezago y simulaciones en el caminar por ese justo sendero.

Ha ido poco a poco, con base en la exigencia permanente y visualización de la asimétrica relación de la mujer con el hombre, avanzándose para generar mejores condiciones, por ejemplo, en lo laboral. Impensable que a una mujer se le niegue acceder a un puesto por esa sola circunstancia, aunque es innegable que persisten claroscuros e inclusive francos abusos reprobables como el acoso sexual, castigado cada vez con mayores penalidades, pero aún con amplias zonas de impunidad.

En lo político, cada día vemos más mujeres incursionando como aspirantes y ganadoras a puestos de elección popular. Nada menos son dos mujeres y un hombre quienes compiten por la presidencia de la República, aunque aún hay camino por recorrer, ya que persisten características de machismo en la postulación y formas de evadir la igualdad de género de manera vertical, horizontal y transversal, con prácticas partidistas que fingen apertura, pero esconden barreras estructurales insalvables.

En la familia, gracias a la educación y a la misma moral social de la comunidad, hay más igualdad, rompiendo con el rol estricto de la mujer encasillada en el hogar, con mayores oportunidades de desarrollo educativo, social y patrimonial; sin embargo, aún existen paradigmas por romper para garantizar plena e integralmente el crecimiento de las mujeres en todos los órdenes.

Hay avances, pero siguen existiendo –y son muchos– desafíos por derrotar en esa indispensable igualdad, para lo cual debemos seguir trabajando como sociedad y gobierno en derribar esas barreras visibles e invisibles, incluso, esos techos de cristal, como han sostenido de manera atinada las defensoras y activistas en pro de la mujer.

Es hora de construir, no de destruir. No necesariamente la agresión es el mejor camino para lograr un objetivo, máxime cuando estamos en presencia de un objetivo loable y plausible, en el cual visibilizar esta lucha genuina en beneficio de las mujeres adquiere una dimensión de gran relevancia para las generaciones presentes y futuras, porque además de ser postura de exigencia, educa.

Debe cuestionarse –debemos cuestionarnos– por qué sigue existiendo esa desigualdad, esas agresiones contra la mujer por ser mujer, esa violencia irracional, y la conclusión no puede ser otra que persiste en la sociedad insensibilidad frente al dolor femenino.

Es cierto, ha sido bastante modificado el punto de vista sobre el papel de la mujer en la sociedad, pero ayer como hoy es insuficiente lo que hemos avanzado, por lo que es prioritario hacer alto en el camino para reflexionar, exigir, alzar la voz y seguir construyendo esas mejores condiciones que no pueden esperar más tiempo. 

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