Opinión

Diálogo y no odio

Recordaba hace poco los tableros de mensajes que antes había en las escuelas y espacios públicos

Juan Hernán III Ortiz Quintana
lunes, 08 agosto 2022 | 06:00

Recordaba hace poco los tableros de mensajes que antes había en las escuelas y espacios públicos. Eran espacios donde la gente podía dejar anuncios casi de lo que fuera, si se buscaba una casa o se ofrecía una beca, convocatorias, memorándums, prácticamente lo que fuera.

Cuando estudiaba en la universidad recuerdo haber utilizado esos tableros para escribir reseñas de películas que estaban en cartelera. Fue un ejercicio divertido que me conectó con mucha gente con el mismo gusto por el séptimo arte.

Lo que no esperé en ese momento, fueron los incontables mensajes de odio que escribían en las impresiones que compartía en los tableros de mensajes. Cuando pegaba una reseña tenía que quitar la anterior que en muchas ocasiones venía repleta de insultos y amenazas de hacerme daño si seguía con esa práctica.

Era joven y no tenía conciencia de los riesgos, me asustaba poco. Nunca hice caso y nunca paso algo lamentable.

Internet funciona como un gran tablero de mensajes en muchas de sus plataformas. Alguien deja un mensaje y miles, tal vez millones de personas reaccionan a él, luego los medios de comunicación hacen resonancia de lo escrito y las tendencias de opinión aparecen por estos tableros de mensajes que no están fijos en los pasillos, sino que viajan en un espacio cibernético que a veces se antoja inconmensurable.

La relevancia de esto es que muchos elementos de la política se empiezan a debatir en estos espacios virtuales. Recordemos el gobierno de Trump que a la larga le ganó el veto de Twitter o la cantidad de veces que las noticias versan sobre lo que ha twitteado tal o cual personaje de la política nacional.

Las reacciones pueden ser variadas, pero los mensajes de odio no se dejan esperar, el texto original puede ser de odio y las respuestas también.

Lo malo es que gran parte de la política parece que se ha convertido en la descalificación de quién opina y en el desprecio de la opinión y eso, eso no es política, esos son mensajes de odio.

En una democracia, se promueve, se busca, se anhela un pensamiento plural donde distintas opiniones puedan coexistir y llegar acuerdos conscientes de convivencia. Los mensajes de odio obvio que no le abonan a un pensamiento plural.

A un pensamiento plural le sirven mecanismos que nos permiten dialogar y conocer las posturas de la sociedad sin llegar a la confrontación visceral pero sí motivando la articulación de argumentos que permitan a las partes involucradas tomar una postura.

Un ejemplo de ello es la solicitud de audiencia pública que se está organizando para los gobiernos estatal y municipal sobre las obras del sistema de transporte público. Cosa cierta es que modernizar el transporte es necesario, también que esta modernización cumple con las leyes federales y estatales sobre desarrollo urbano y movilidad. También es cierto que va en contra a la manera tan inhumana en que fue construida esta ciudad en los últimos 25 años. Pero parafraseando a Juanga, no cabe duda de que es verdad que la costumbre es más fuerte que la razón. 

El punto es que esta obra ha causado mucha polémica, odios y desilusiones, sí tiene defensores, pero la nula capacidad de gestionarla la antojan indefendible. Pero no es lo mismo, odiarla y hablar mal de algo necesario, que conocer lo que pasa, hacer propuestas, analizar y llegar a acuerdos.

¿Cómo puede ser posible? El mecanismo de audiencia pública está presente en la Ley Estatal de Participación Ciudadana, dependerá de la gobernadora si cumple con la ley o la evita. Por parte de la ciudadanía, debatir en un marco legal, de respeto a las personas, pero sobre todo a los Derechos Humanos, nos debe permitir trascender los mensajes raros en las redes sociales y llegar acuerdos y diálogos en un marco de respeto, paz y una visión de un mundo donde cabemos todas las personas.

------------------------------------

Cultura para la Paz es un proyecto de El Diario de Juárez en alianza con el Tecnológico Nacional de México, campus Juárez, el Comité de Pacificación y Bienestar Social (Copabis) y el Centro Familiar para la integración y Crecimiento A. C. (CFIC).