Estados Unidos

Republicanos conservadores consideran un 'Judas' a Romney por votar contra Trump

Algunos quieren destituirlo y otros quieren censurarlo

The New York Times
lunes, 10 febrero 2020 | 09:35

The New York Times

Salt Lake City.- Phil Lyman quería hacer algo rápido y severo.

A pocas horas de que el senador Mitt Romney emitiera su voto para destituir al presidente Trump de su cargo el miércoles, Lyman, un representante estatal de primer año del sur de Utah que tiene una cachucha autografiada con el lema “Make America Great Again” en una caja de plexiglás en su oficina, estaba trabajando en la redacción de una resolución para censurar al senador.

“Respeto a un hombre que defiende su opinión, pero no sin algunas repercusiones”, dijo Lyman. “Su acción garantiza una acción adicional por parte de la Legislatura del Estado”.

Pero con la misma rapidez vino el rechazo a Lyman de parte de los líderes republicanos de Utah.

“Censurar al senador Romney por votar en base a su conciencia es entrar en un terreno un tanto complicado”, dijo el vocero de la Cámara de Representantes del estado, Brad Wilson, en una entrevista.

El gobernador, Gary Herbert, le dijo a The Salt Lake Tribune: “Creo que sería un error seguir ese camino”.

El presidente del Senado estatal, J. Stuart Adams, abogó por la reconciliación. “Lo que no quiero hacer es pasar a la retórica negativa que creo que viene de Washington, D.C.” dijo en una conferencia de prensa el viernes.

Hace apenas ocho años, Romney era el candidato presidencial republicano para y supuesto líder del partido. Hoy, la forma en que muchos republicanos aceptan e incluso alientan los ataques de Trump contra él, acusándolo la semana pasada de usar “la religión como una muleta” para justificar el voto político, ilustra vívidamente el giro que ha tomado el partido.

Los republicanos de Utah nunca se enamoraron tanto de Trump como el resto del partido. Las sensibilidades políticas del estado, fuertemente influenciadas por su cultura mormona, están más de acuerdo con el derecho a disentir. El lenguaje grosero del presidente, los apodos despreciativos y la aversión a la humildad ayudan a explicar por qué sus índices de aprobación en todo Utah han estado por debajo del 50 por ciento durante la mayor parte de los últimos tres años.