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Opinión

Muralismo de mi frontera

Conduciendo sobre el laberinto urbanístico íbamos platicando mi buen amigo Octavio Nava y yo. Aquel, apasionado muralista y gestor comunitario que cree en el arte. Precisamente nuestra misión rondaba entre la calle Miguel Hidalgo y la Uranio, en la mera colonia Gregorio M. Solís

Hernani Herrera / Analista

lunes, 18 marzo 2024 | 06:00

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Conduciendo sobre el laberinto urbanístico íbamos platicando mi buen amigo Octavio Nava y yo. Aquel, apasionado muralista y gestor comunitario que cree en el arte. Precisamente nuestra misión rondaba entre la calle Miguel Hidalgo y la Uranio, en la mera colonia Gregorio M. Solís. El objetivo, encontrar unos murales muy peculiares que enmarcan esa zona y de los que queríamos conocer un poco más. Después de dar algunas vueltas llegamos a esa esquina tan característica donde Tin Tan y el oso Baloo, icónico personaje con la voz del Pachuco de oro, nos dieron la bienvenida. 

Cuando me refiero a un mural con características particulares es por su formato hecho con cemento, lo cual le brinda un relieve que se cubre con azulejos y otros materiales para brindarle de color. Por tal razón se vuelve muy vistoso y divertido. Sin embargo, no es el único mural que se puede apreciar en esa avenida y calles circundantes, pues hay otros murales con la misma técnica. Es así, que al estar tomando fotos un vecino pasó y le increpamos por la autoría de esas obras de arte. A lo que nos respondió: ¡Elías, les muestro donde vive! 

Caminamos unos metros, el vecino tocó la puerta de una casa y salió el responsable de imaginar en los muros de su colonia. Un hombre delgado, con barba gris, de boina y una camisa con huellas de pintura; se presentó como Elías Osvaldo o “El Osi” para los cuates. El artista nos abrió las puertas de su casa y como si fuera un portal accedimos a las entrañas de su imaginación. De las paredes resaltaban ángeles y la representación de Dios con la frase tatuada en el brazo: “Puro Juaritoz”. Clara referencia a “La Creación de Adán” de Miguel Ángel al estilazo fronterizo. 

Dentro de su cocina tenía lo que parecía ser una chimenea, pero con la forma de una gran cabeza olmeca de fauces abiertas. Elías nos platicó de su proceso creativo y su interés por los temas de los que no se quiere hablar, por resultar incómodos. Al salir de su casa nos dirigimos a apreciar otros de sus murales. Uno de ellos, ubicado sobre la misma calle Miguel Hidalgo, reinterpreta a La Venus de Botticeli. 

Así, esa mujer renacentista renace con los ojos vendados, teniendo a sus pies los boletines de personas desaparecidas. En el lado izquierdo aparece un hombre de traje que intenta cubrir a la Venus con una manta negra que dice “Estado”. Al otro lado, un hombre y una mujer se muestran con el semblante angustiado y en posición de movimiento. Como fondo se aprecia un paisaje de cerros, donde uno de ellos lleva la frase “La Verdad de mi Cd. Juárez”. 

Al tiempo en que platicábamos con Elías llegó su amigo artista, Edgar Iván Herrera o mejor conocido como “Ilbuk Herrera”. Su vida en el arte empezó con el grafiti y su formación fue totalmente autodidacta. Entre la charla salió que le gustaba mucho el arte político o antipolítico. Siendo así que, para él, el arte lo había salvado, era su estilo de vida. Uno de sus murales se puede apreciar en unas de las bardas del Cinépolis del Centro Histórico. 

De un momento a otro me encontré rodeado por un intenso aroma artístico. La charla nos empezó a llevar por los recuerdos y la pasión por lo que se hace. Así, agradecimos todo lo aprendido y tomamos camino para llegar a un último mural, hecho por Octavio Nava. Ubicado entre la calle Artículo 123 y la Aquiles Serdán se yerguen dos gigantes de nuestra región: un mamut y bisonte. Ese paisaje destaca por el uso de blanco y negro que retoma la arquitectura de Paquimé. Además, Nava plasma olas para recordarnos que vivimos sobre el “cadáver del mar de Tetis”. 

Ese fue el final de un recorrido por algunas ventanas que se abren entre las paredes de nuestra ciudad. Son ventanas que nos sumergen en la imaginación de quienes crean con brocha o aerosol, incluso hasta cemento. Obras que de pronto se esconden, pero una vez observadas nunca escapan de nuestra atención. Logrando así, cuestionar a través del color y la forma la experiencia fronteriza. 

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