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Opinión

Érase una vez… Una zona ecológica en Juárez

Pareciera el inicio de un cuento, y lo es. Esta historia sucedió en un pasado no muy lejano en nuestra ciudad

Elvira Maycotte
Escritora

miércoles, 19 enero 2022 | 06:00

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Pareciera el inicio de un cuento, y lo es. Esta historia sucedió en un pasado no muy lejano en nuestra ciudad.

Allá por la década de los 80 empezó en el mundo la preocupación por el medio ambiente. Las discusiones iniciaron en 1983 y para 1987 Naciones Unidas emitió el Informe de Brundtland, documento también conocido como “Nuestro Futuro Común” en el cual se aborda ampliamente el concepto “Desarrollo Sostenible”, que defiende que el desarrollo debe satisfacer las necesidades del presente sin comprometer a las generaciones futuras.

Por lo general, tendemos a pensar que en Juárez reaccionamos tarde ante los temas actuales e importantes, sin embargo, no siempre ha sido así. Permítame hacer un ejercicio para ilustrar la relevancia que tiene el tema del medio ambiente. Si usted está leyendo este texto es muy probable que tenga una computadora o un teléfono a la mano, de ser así, le invito a que abra la aplicación Google Earth, o bien, Google Maps, y ponga en el centro de la pantalla a Ciudad Juárez y El Paso. No le será difícil observar una franja de vegetación que desciende desde el norte y se desvanece cuando llega a la frontera: se trata del lecho del Río Bravo, que al tomar su curso hacia el oriente, precisamente en el área urbana que ocupan ambas ciudades, desaparece por un buen tramo hasta volver a surgir allá por El Valle, en Loma Blanca y San Isidro, un poco después de Riberas del Bravo, zona que antes de ser urbanizada también estaba pintada de verde.

Ahora bien, si aceptó mi invitación tendrá ahí, en el centro de la pantalla de su dispositivo, ni más ni menos que la evidencia de la devastación de un ecosistema en medio del desierto. Esto es, para todo el mundo pero más para nosotros una gran, gran pérdida. No hay duda, la acción antrópica siempre tiene una factura por cobrar cuando del medio ambiente se trata, sin embargo, las preguntas son ¿por qué hicimos las cosas así? ¿habrá una mejor manera de hacerlas?

Le contaba que pareciera que en Juárez nos tomamos las cosas a la ligera y actuamos tardíamente, más en el tema de la protección al ambiente de ninguna manera fue así. En 1995, a solo unos años del Informe de Brundtland y con antecedentes desde 1989 y 1992, en Juárez hubo quien se tomó en serio este tema y al hacerse estas preguntas como respuesta surgió el Plan Parcial para la Zona de Integración Ecológica, coordinado por el Maestro de Maestros, el Dr. Miguel Ángel Argomedo, cuya finalidad fue, como lo dice en su actualización del 2002, “… moderar las implicaciones negativas ante el inevitable desarrollo, y aprovechar en lo posible los recursos ambientales para mejorar sustancialmente los patrones de crecimiento urbano, particularmente los habitacionales.” El polígono es mucho más amplio de lo que creemos: de manera general, dice el documento, se delimita al norte por el Río Bravo, al sur por la A. Manuel J. Clouthier (Jilotepec), al oeste por la Av. de las Industrias y su proyección hacia el sur hasta el entronque con Av. De las Lomas, y al este por la carretera a Waterfill y el poblado Zaragoza. 

Todo pintaba muy bien: al tener un instrumento normativo que dirigiera el crecimiento de gran parte de la ciudad bajo los preceptos ecológicos -recordemos que en ese entonces el suroriente no existía pues la urbanización llegaba poco más allá de la Jilotepec- nos ponía a la vanguardia y garantizaba un desarrollo equilibrado, al menos, en términos medioambientales

Más el tiempo pasó… y las presiones económicas hicieron lo suyo. Ya no hablemos de lo que sucedió en el suroriente, sino lo que se vive día a día en lo que pudiéramos considerar el corazón de la Zona de Integración Ecológica: una serie de aplicación de las llamadas “Modificaciones Menores” a los Planes de Desarrollo, que para nada, en verdad, resultaron menores, han desatado el caos que se vive en lo que conocemos como área de Senderos: cambios de uso del suelo, en los trazos y secciones de vialidades propuestos originalmente, de densidad habitacional y otros tantos, han derivado en falta de equipamiento, caos vial y baja calidad de servicios que impactan la vida cotidiana de quienes ahí viven.

En mi pasada colaboración editorial reconocí el trabajo de algunos alumnos: hoy hago lo propio con Iryna y Octavio. Por ahora no hay suficiente espacio para ir al detalle de lo que ellos encontraron, sin embargo, vale la pena adentrarnos en la realidad en que acabó ese sueño de hace tres décadas tras las manipulaciones que las fuerzas económicas y políticas ejercieron donde alguna vez, a la manera de un cuento, se forjó una suerte edén que acabó en un complicado babel.

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