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Opinión

Ciudad Juárez y el papel histórico de los maestros

Desde hace un par de meses vengo reflexionando sobre cómo la crisis mundial producida por Covid-19 ha venido a revalorar y redescubrir las actividades laborales

Francisco Llera
Acádemico

lunes, 17 enero 2022 | 06:00

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Desde hace un par de meses vengo reflexionando sobre cómo la crisis mundial producida por Covid-19 ha venido a revalorar y redescubrir las actividades laborales esenciales para que los países continúen su progreso. Una de ellas es la actividad educativa. He de recordar que el ejercicio de la educación pública es posible gracias a los recursos económicos aportados por toda la población del país a través del pago de sus impuestos. Este simple hecho nos transfiere a los educadores el mensaje de que la ciudadanía confía en nosotros. Y en sentido inverso, nos crea a los educadores el compromiso y la obligación moral de responder a la confianza del pueblo.

Durante el inicio de la crisis de Covid-19, los servidores públicos que cargaron con el mayor peso para lograr la estabilidad de las actividades cotidianas, fueron todos aquellos vinculados al sector de la salud. Ellos antepusieron su vocación por encima de su seguridad personal y la de sus familias. No obstante, a medida que el tiempo ha transcurrido, llegó también el momento para los educadores de tomar un papel de mayor peso dentro de la crisis sanitaria. Los educadores hemos empezado a asumir, y seguramente siempre seguiremos asumiendo, cualquier mandato que la población nos dé, pues nos debemos a ella. 

En la transición actual, las sociedades del mundo se han inclinado por considerar como proceso prioritario retomar la formación de infantes y jóvenes dentro del entorno de las instituciones escolares. De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), para agosto de 2021 más del 50 por ciento de los países había reabierto sus escuelas y un 28 por ciento más las abrió durante el otoño. Es decir, el 78 por ciento de los países del mundo reabrió sus escuelas en 2021. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), a través de su directora, Alicia Bárcena, ha manifestado que el Covid-19 ya no es una emergencia, sino una crisis prolongada. Una crisis que lidiará con variantes como ómicron y otras más que vendrán. Esto debe reactivarnos, pues la misma Bárcena ha sido contundente al establecer que “enfrentamos la peor crisis educativa de la historia y estar fuera de las aulas más tiempo puede llevar a niveles de abandono escolar de severas consecuencias para el futuro de Latinoamérica”.

En este inicio de año, en el estado de Chihuahua y en Ciudad Juárez, muchas instituciones de educación de diversos niveles han planeado el retorno gradual de los estudiantes al ambiente escolar. En ese compromiso moral con la sociedad debemos apoyar y participar decididamente todos los educadores. Quienes hemos sido docentes por décadas, entendemos que la educación es ante todo una vocación, no un trabajo. Por ello, y apegados a los lineamientos que nos marquen nuestras autoridades sanitarias y educativas, confirmemos que somos esencia de la recuperación social. En el proceso de regreso a clases presenciales, los educadores jugaremos un papel relevante para transmitir tranquilidad, seguridad y confianza a los educandos para que su formación educativa presencial pueda ser retomada de manera exitosa. No olvidemos que muchos de los estudiantes asistirán a tomar clases por primera vez en algunas de las instituciones educativas.

Es verdad que el proceso educativo presencial demanda la interacción educador-educando dentro de un salón de clase, y que ello pudiera generar algún tipo de inquietud bajo el contexto de Covid-19 ; sin embargo, quizá nunca en la historia de la humanidad se había requerido más la participación del maestro para regresarle estabilidad al desarrollo social de los países. Bien vale la pena anteponer el bien común al bien particular para participar en la transmisión de conocimiento de los compatriotas que nos confía la sociedad y el país. Con ellos tenemos un compromiso moral y nos piden responderles en estos momentos críticos para el mundo. Estoy cierto que estas generaciones de niños y jóvenes que retomen la educación presencial lo reflejarán en su vida personal y profesional y lo valorarán en el futuro.

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