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Juárez

La necesidad impulsa el emprendimiento

Sobrevivir es la prioridad para venezolanos varados en Juárez mientras esperan por el asilo en EU

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez

viernes, 17 marzo 2023 | 12:55

Manuel Sáenz / El Diario de Juárez | Mariana Jiménez, de profesión contadora, ahora se desempeña atendiendo comensales en una ostionería ubicada en el área peatonal de la avenida 16 de Septiembre Manuel Sáenz / El Diario de Juárez | Génesis González, de Guárico, y Antonio Quintero, de Caracas, venden café a los transeúntes en una esquina Manuel Sáenz / El Diario de Juárez | Manuel Medina, de Mérida y Rafael Ramos, de Zulia, decidieron emprender con la elaboración de arepas venezolanas Manuel Sáenz / El Diario de Juárez | Alberto Quevedo y Alejandro Mendoza, de Caracas, colocan ojales en los tenis de los habitantes fronterizos que solicitan sus servicios

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Ciudad Juárez.— Con el fin de poder cubrir sus gastos de alimentación y alojamiento en Ciudad Juárez, migrantes venezolanos trabajan en lugares como restaurantes, hoteles y negocios de ropa, muebles y artículos de telefonía celular; algunos incluso han emprendido con la venta de arepas, empanadas, café y la instalación de ojillos de metal en los tenis de los fronterizos. 

Abogados, contadores, diseñadores gráficos, policías federales, administradores en aduanas, técnicos de seguridad industrial y trabajadores de la construcción se encuentran entre los sudamericanos que tuvieron que huir de su país debido a la falta de empleo o los bajos salarios que obtenían, y ahora trabajan en esta frontera mientras logran ingresar a Estados Unidos.

Mariana Jiménez y Alberto Quevedo, de 26 años de edad, salieron hace tres meses de Caracas con sus hijos de 5 y 8 años de edad. Aunque ella es contadora y él es diseñador gráfico, la falta de trabajo los hizo migrar con la esperanza de poder llegar a Denver, por lo que  hace dos semanas llegaron a esta frontera a bordo del tren de carga.

Desde entonces han permanecido alojados en un hotel en el que pagan 500 pesos por noche, por lo que ella consiguió trabajo en la ostionería La Chalupa, ubicada en el área peatonal de la avenida 16 de Septiembre, mientras que él decidió emprender con la puesta de ojillos de metal en los tenis. 

“Hay que buscar la manera de hacer dinero, y esos ojillos u ojales de metal anteriormente se utilizaban para los zapatos pero hoy día ya no se los colocan, por eso nosotros lo trabajamos de esa manera. El que quiera lucir bien y le quiera agregar algo nuevo a sus zapatos aquí estamos todos los días”, dijo Alberto al invitar a los juarenses a adquirir los servicios que ofrece junto al sudamericano Alejandro Mendoza, de 21 años, quien trabajaba en Venezuela en la construcción y se encuentra con su esposa en Ciudad Juárez. 

Mariana y Alberto laboran diariamente para poder pagar su hospedaje, sus alimentos y los 300 pesos diarios que les cobra otra venezolana por cuidar a sus hijos mientras ellos trabajan y buscan una excepción humanitaria al Título 42, a través de la aplicación móvil CBP One, para poder llegar a Denver con sus familiares. 

Manuel Medina de 27 años de edad, un administrador aduanal originario de Mérida, Venezuela y Rafael Ramos de 34 años, un policía federal proveniente del estado de Zulia, se conocieron en Ciudad Juárez y decidieron emprender con la venta de arepas venezolanas, un platillo típico de su país similar a las gorditas mexicanas. 

“Yo salí de Venezuela hace cinco años, estaba en Colombia pero la economía también se puso mal y me vine en octubre, pero cuando venía por Honduras me agarró la noticia de que cerraron la frontera, nos colocaron la ley 42 y pues la travesía ha sido más larga, pero gracias a Dios acá estamos”, narró Manuel, quien llegó a Ciudad Juárez hace un mes y medio. 

Los dos viven en una casa cerca del área del aeropuerto, junto a cinco venezolanos más, en donde debe pagar 100 pesos diarios (21 mil pesos en total al mes), por lo que todos trabajan en la ciudad, ellos dos con la venta de arepas sobre el corredor peatonal de la avenida 16 de Septiembre. 

“Yo llegué hace casi dos meses, yo duré seis años en Medellín y de Colombia pa’acá, pá Juárez, me eché dos meses y pico”, platicó Rafael, mientras ofrecían a 20 pesos las arepas de carne mechada (deshebrada), pollo y perico (huevo revuelto) que mantienen envueltas en papel aluminio, dentro de hieleras de unicel, y que sus comensales pueden acompañar con guasacaca (una crema similar al guacamole) o con salsa verde que realizan para sus clientes mexicanos. 

Ambos continúan en busca de una cita para cruzar la frontera a través de CBP One, narró Manuel, quien llegó a Juárez con su hermano y su primo, quienes ya están en Estados Unidos, y con su esposa, quien ya logró una cita para el próximo 18 de marzo pero a través de Tijuana. 

“Mi señora gracias a Dios ya tiene cita, a mí me sale error… mientras nos mantenemos vendiendo arepitas acá y ya tenemos clientela, también algunas personas de Juárez que vienen nos hacen pedidos y se las entregamos cerca del S-Mart que está en el eje vial Juan Gabriel, antes de llegar con el ejército”, comentó. 

Dijo que una vez los policías municipales los amenazaron para que no vendieran y les dijeron que sí los volvían a ver les iban a quitar sus hieleras, “pero los demás policías han sido buenas personas. Y la gente acá nos ha tratado bien, ha sido muy buena con nosotros, es que mientras uno haga las cosas bien también, trabajando, el problema es que por algunos grupitos la pagamos todos, que es lo que pasó este domingo, pero no todos queremos hacer el mal ni andamos hostigando a la gente y conozco muchos que trabajan acá”, compartió el venezolano quien trabajaba como aduanero en su país pero se quedó sin trabajo. 

“Allá gana más un contrabandista que un graduado, ahorita el estudio en Venezuela no da, es muy difícil ahorita, por eso me fui a Colombia, pero también la moneda en Colombia está difícil ahorita y tuvimos que migrar”,  explicó. 

Rafael dijo que él trabajaba como guardia nacional en su país, pero desertó y ahora ya no puede regresar porque es perseguido, por lo que busca trabajar en Estados Unidos, pero mientras lo logra vende todas las mañanas las arepas, desde aproximadamente a las 8:30 de la mañana, en el corazón del Centro Histórico de Ciudad Juárez. 

Génesis González de 31 años, salió hace más de ocho meses de Guárico, Venezuela y hace 15 días llegó a Ciudad Juárez. En el camino conoció a Antonio Quintero, de 29, originario de Caracas. Ambos viven en la misma vivienda, en donde cada uno debe pagar 3 mil pesos mensuales por habitación, por lo que al no lograr conseguir un empleo, hace una semana decidieron emprender con la venta de café todas las mañanas y las noches en el Centro de la ciudad, hasta donde llegan con una cafetera que llenan unas cuatro veces al día. 

“A todos los venezolanos nos gusta mucho el café y tomamos café a todas horas, entonces venimos a ver qué pasaba y ha resultado gracias a Dios”, explicó Antonio quien es técnico de seguridad industrial, pero tuvo que emigrar en busca de una mejor calidad de vida. 

“Hay venezolanos que han dejado mal parado al resto, sí, pero no todos somos iguales; por ejemplo, nosotros desde que llegamos buscamos la manera de cómo trabajar y cómo generar plata”, dijo la sudamericana quien es abogada, pero también tuvo que salir de su país debido a los bajos salarios. 

Misael, Daymar y Wilson llegaron hace tres meses, 15 días y dos meses respectivamente a esta frontera, en donde los tres trabajan en un restaurante-bar para poder pagar su alojamiento y su comida, narraron mientras comían las empanadas de Angélica Colmenares, de 50 años de edad, quien desde hace dos semanas ofrece a los juarenses y a sus propios paisanos una probadita del sabor de Venezuela en El Sazón de doña Panchis, una pequeña fonda ubicada en la calle Manuel Bernal, entre las calles Galeana e Ignacio de la Peña,  de 7:30 de la mañana hasta las 5:00 o 6:00 de la tarde

“Yo trabajaba en la construcción en Venezuela, ganaba 40 dólares semanales, pero no alcanza”, dijo Yobranier Azacon de 22 años de edad, quien llegó a Juárez la noche del lunes 12 de marzo a bordo del tren, y quien busca un trabajo mientras logra cruzar la frontera con su familia. 

Otros como Luisiana, narraron que aunque trabajan en lugares como hoteles y negocios de venta de artículos de telefonía su sueldo diario es de 300 pesos, mientras que los hoteles les cobran entre 380 y 600 pesos por noche, por lo que mientras consiguen un cuarto de renta más barato deben vender también dulces o limpiar vidrios en las calles para poder completar su estadía y la comida diaria. 

Unas 30 familias más viven y trabajan actualmente apoyados con despensas y con el pago de al menos el primer mes  de renta por el Ministerio para Migrantes de la Sociedad Misionera de San Columbano, informó su coordinadora local, Cristina Coronado. 

De acuerdo con estimaciones del Consejo Estatal de Población (Coespo) y de la Pastoral de Movilidad Humana de la Diócesis de Juárez, actualmente se encuentran varados en esta frontera unas 10 mil personas migrantes, aproximadamente 2 mil 200 de ellas albergadas y el resto en hoteles, casas de renta, iglesias e incluso en situación de calle, provenientes de distintas nacionalidades, como Venezuela, México, Nicaragua, Honduras y Ecuador.

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