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El Paso

Cancela UTEP compra de terrenos de ex Asarco

El precio de la superficie de 458 acres (185.3 hectáreas) se tasó en el año 2016 en un monto cercano a los 17 millones de dólares

De la Redacción / El Diario de El Paso

miércoles, 23 septiembre 2020 | 06:00

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Los planes de compra de los terrenos de la planta fundidora Asarco fueron desechados por la Mesa Directiva de Regentes del Sistema de la Universidad de Texas, debido a desacuerdos con el costo final de la adquisición, informó la Universidad de Texas en El Paso (UTEP).

El precio de la superficie de 458 acres (185.3 hectáreas) se tasó en el año 2016 en un monto cercano a los 17 millones de dólares, pero recientes consideraciones hicieron notar un incremento en costos de mantenimiento, monitoreo, reparación y controles ambientales de hasta 7 millones.

“No podemos pedir a nuestros estudiantes y sus familias que paguen los 7 millones” que conforman los costos adicionales, dijo Víctor Arreola, vocero de UTEP en un comunicado.

Esta situación llevó a UT System a desistir de la compra, años después de que los terrenos de Asarco se habían integrado de forma fundamental en los planes de expansión de la máxima casa de estudios de la ciudad.

En noviembre de 2016 la Mesa Directiva de Regentes del Sistema de la Universidad de Texas, aprobó el inicio de las negociaciones para adquirir los terrenos por 16.9 millones de dólares.

Parte de los predios se encuentran ahora al Este de la Carretera Interestatal 10 (I-10), mientras al Oeste de la autopista se ubica el terreno donde se erigieron las chimeneas de la fundidora, demolidas en el año 2013.

La expansión de UTEP a los terrenos de Asarco era considerada como “natural”, ya que rumbo al Norte, donde se ubica la calle Mesa, no existe posibilidad de expansión por el crecimiento urbano y comercial.

De hecho, la caída de la compra tiene mayor impacto después de que se supo la intención de UTEP de adquirir dichos terrenos que estaban en desuso debido al cierre de operación de la planta fundidora Asarco.

“Hemos querido adquirirlo por años y años y años”, dijo entonces Diana Natalicio, ex presidenta de UTEP ante la Mesa de Regentes, en Austin.

Historia y polémica ambiental

A más de 20 años de dejar de funcionar como empresa fundidora, y a 7 años de que sus chimeneas industriales fueron demolidas, la planta de la American Smelting and Refining Company de El Paso (Asarco), sigue presente en la memoria fronteriza como un referente de la actividad productiva de la región.

Establecida en 1887 a lo largo de 1 mil 560 acres de terreno, la planta Asarco fue considerada una de las más importantes en el país en cuanto a la fundición de cobre, zinc, cadmio y otros metales, además de una fuente generadora de empleos.

Sin embargo, desde sus inicios y hasta abril del 2013 las restricciones ambientales le hicieron ajustarse a las regulaciones que ahora las han marginado a un recuerdo de un pasado lleno de conflictos, demandas y litigios legales.

Fue hasta 1950 cuando fue preciso construir la primera chimenea de 612 pies para tratar de dispersar las partículas contaminantes que causaban molestias a la población del Sur de El Paso, y Ciudad Juárez.

Corría el año de 1966 cuando para evitar nuevos señalamientos de daño al medio ambiente se erigió una nueva chimenea, ahora de 828 pies de altura, y que al paso del tiempo se adueñaron del panorama de la región, convirtiéndose en íconos de Paso del Norte.

El crecimiento urbano, y mayores afectaciones ambientales, marcaron la suerte de la planta fundidora que parecía tener sus días contados ante la cercanía de la población.

Fue en 1970 cuando se emplazaron las primeras demandas contra Asarco como la causa de una notoria contaminación ambiental, y por ende al provocar daños a la salud en residentes vecinos a sus instalaciones.

Los agentes contaminantes que se manejaban en los alegatos legales se centraban principalmente en la intoxicación causada por el plomo y el arsénico que expedían las bocas de sus chimeneas, que a pesar de la gran alzada que tenían, no fueron suficientes para la apropiada dispersión de las partículas suspendidas en el aire, y posteriormente posadas en la superficie de la zona.

A pesar de los desgastantes procesos legales en su contra, Asarco continuó sus operaciones hasta 1980, fecha cuando la planta se vio obligada a dejar de procesar plomo, zinc, antimonio y cadmio.

Fue entonces que parecía que Asarco tendría un resurgimiento al dedicarse de lleno a la fundición de cobre, pero en 1999, a causa de la caída de los precios internacionales, la planta fue obligada a parar sus operaciones por tiempo indeterminado.

El año 2002 la empresa intentó renovar sus operaciones, de por sí afectadas, al tratar de obtener un nuevo permiso de emisiones, pero la licencia de operación otorgada en 1992 fue cuestionada férreamente por grupos ambientalistas, que minaron casi por completo un intento de renacimiento de Asarco.

Luego de 112 años de existencia, y de haberse convertido en un referente destacado en la zona fronteriza, las gigantescas chimeneas de Asarco cayeron por los suelos, aun con la preocupación de que sus restos contaminaran por última vez los cielos de la región.

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