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Opinión

OPINIÓN

‘Que Dios acompañe a los que se la juegan’

Jasso conoce mejor que nadie los motivos por los que ahora la CES permanece bajo fuego del crimen organizado en el estado

LA COLUMNA
de El Diario

miércoles, 27 mayo 2020 | 06:00

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• ‘Que Dios acompañe a los que se la juegan’

• Con tomates y cebollas Rocío encabeza campañas 

• Desinterés en la creciente mortalidad 

• Una década de negligencias en Salud

Era conocida Erika Jasso como la “fiscal de hierro” entre las filas de las llamadas “Fuerzas Estatales”, los agentes de la Policía Ministerial, Agencia Estatal de Investigación y los otros distintos brazos operativos de la Fiscalía General del Estado. 

Cerca de tres mil elementos desperdigados por todos el estado. Entonces cuando la “jefa Jasso” habla, hay que ponerle atención. Ordenó hace meses el gobernador, Javier Corral, dejarla fuera de la Fiscalía porque le prestó oídos a la soterrada y abierta grilla armada contra ella básicamente por el ahora desterrado exjefe de la Comisión Estatal de Seguridad (CES), Óscar Aparicio Avendaño. Jasso conoce mejor que nadie los motivos por los que ahora la CES permanece bajo fuego del crimen organizado en el estado. Tenemos la pantalla de un texto que compartió Jasso ayer temprano con su grupo de amigos en Whatsapp. Ahí aborda el tema con palabras que deben poner chinita la piel a los policías. Transpira pasión pero analiza racionalmente y aconseja: “Hoy me desperté muy molesta y preocupada por todos mis policías. aunque ya no formo parte de la institución siempre serán parte de mi vida y tendrán un lugar especial en mi corazón. 

Recuerden siempre que el enemigo es el que está en la calle, el que anda haciendo cosas malas, el que quiere muertos y los ataca a traición. Que hoy sea mucho mejor que ayer; y que Dios acompañe a todos los que se la juegan a diario por nosotros en la calle. Buenos días”. Con una buena parte de su vida en la Fiscalía ella está segura que cuando se dan reacciones como la actual contra las corporaciones policiacas “es porque algún jefe se come algo que le hace daño (se corrompe), corre o sale de la institución; y como siempre, la tropa es la que paga los platos rotos”. Asuntos Internos es ahora prácticamente inexistente en la Fiscalía, con el agravante de que la CES o Fuerzas Estatales ahora forma parte de la recién creada Secretaría de Seguridad Pública, cuyo titular desconoce con certeza parte de los organigramas correspondientes. 

En ese río revuelto es donde justamente han quedado atrapados los policías estatales que andan en campo. Ya no saben por dónde llega el fuego: si por “El Iraquí”, o “El 300” de Juárez, o “El 300” de Parral, de unos y otros cárteles. La interpretación sigue siendo que hubo “acuerdos” no cumplidos. Ojalá los nuevos jefes de Asuntos Internos expliquen lo que ocurre para que los policías sean a qué atenerse… para empezar con los infiltrados dentro de sus filas. 

*** 

“Lo peor de la pandemia no es que mata los cuerpos sino que desnuda las almas, y ese espectáculo suele ser horroroso”, esta frase de Albert Camus se actualiza hoy en medio de esta contingencia sanitaria. Pues la dirigencia estatal del PAN, encabezada por la corralista Rocío Reza, está aprovechando la necesidad para poder lucrar con ello y posicionar a su candidato a la gubernatura, nada más y nada menos que al senador Gustavo Madero, apodado en el país como “El Bato” o “El Batito”. 

Esta semana empezaron tarde con la entrega de despensas, pero resalta que lo usan para ganar reflectores, lejos de ser una obra altruista, en las cajas se ven las etiquetas de estos personajes y otros de bajo perfil o nulo como lo es Víctor Uribe y el regidor independiente, Enrique Torres. Como se puede apreciar en nuestra imagen digital, la despensa contiene productos perecederos, como tomates, cebollas, verdura que se deben consumir el mismo día sin refrigeración. 

Hasta esta columna ha llegado la información que ya llega echada a perder a los domicilios. Además, Rocío se ha olvidado que es la presidenta estatal del PAN, y no la coordinadora de campaña de Gustavo Madero. ¿Será que es mucha su inocencia o que sólo está obedeciendo las órdenes que salen desde Palacio? Ella lo puede contestar con facilidad. 

*** 

A casi un mes de peticiones al Senado de la República, al gobernador Javier Corral y a instancias de salud estatales y nacionales, la verdad es que no hay avances en la investigación de las cientos de muertes que se han concentrado en la frontera. El grupo “Por Juárez no más muertes por Covid” logró hacer visible la problemática. Hizo que se asumiera un compromiso público para determinar por qué la ciudad tiene las más altas tasas de mortalidad y letalidad en la pandemia, pero tras el ruido generado el asunto parece haberse olvidado. 

No hay muestras de un interés real en conocer las causas por las que, por ejemplo, El Paso tiene casi dos mil 400 contagios, casi mil 300 recuperados y menos de 60 decesos, mientras Juárez se acerca a los mil contagios, poco más de 220 casos de pacientes recuperados y casi 230 muertes. La población de la ciudad estadounidense es la mitad de la mexicana, pero la región es considerada una sola por la alta movilidad y los cruces diarios que tiene la zona fronteriza, hasta hoy limitado a lo supuestamente esencial. Ahora que la frontera se encuentra en la llamada meseta de la curva epidemiológica, siguen sin existir explicaciones de su alta incidencia mortal. Menos hay acciones precisas tendientes a clarificar los hechos y a prevenir un rebrote en la antesala de la “nueva normalidad”. Demasiado tiempo el transcurrido para un asunto urgente. 

La alarma comenzó en abril y fue a finales de ese mes cuando el senador José Narro Céspedes, de la Comisión de Salud, recibió la petición de la integración de un grupo multidisciplinario. Días después se comprometió a entrarle. A mediados de mayo, los del grupo “Por Juárez...” pidieron a Corral gestionar la intervención de la Organización Panamericana de la Salud para la tarea. La respuesta sigue en el limbo y los avances parecen ser nulos. No hay más que datos, números sueltos y discrepancia en cifras con las que todos los días bombardea el vocero del avance epidemiológico, Arturo Valenzuela. No parece existir preocupación real por explicar la virulencia -y contenerla- con la que ha atacado el Covid-19 a la frontera. 

*** 

Apenas el lunes pasado cobró vigencia formal la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, a pesar de que el nombramiento de su primera titular, Mirna Beltrán, había sido un mes antes. La “comandanta” contra el coronavirus, como jocosamente fue designada en medio de la pandemia, asumió así las funciones y dependencias que le pasó de forma directa la Secretaría de Salud. Se trata de una Dirección de Salud Pública y tres departamentos: Prevención, Epidemiología y Salud Sexual. Esa reingeniería de la Secretaría de Salud es cuestionable desde cualquier punto de vista, a decir de los empleados y funcionarios que han sido testigos del choque que la designación de Beltrán generó con el titular del ramo, Jesús Enrique Grajeda. 

De entrada la nueva dependencia no tiene definida su injerencia en los dos grandes brazos operativos del sistema: el desconcentrado federal Servicios Estatales de Salud y el Instituto Chihuahuense de la Salud. Pero más allá de eso, lo preocupante es que muestra cómo el delicado renglón de la salud jamás ha sido prioritario en las administraciones públicas. Apenas ahora, cuando un virus ha puesto de cabeza al mundo, se le voltea a ver. Y se le voltea a ver apenas de ladito, como si no fuera evidente que debe ser un renglón prioritario. Desde 2008 existe la Secretaría de Salud. Pasaron los sexenios de Reyes Baeza y César Duarte sin definirse su operación interna. 

También transcurrió la mayor parte de la administración corralista. Es apenas ahora, muy tarde, cuando se le dota de normatividad a medias. No hay mejor prueba de lo caro que salen los errores, la negligencia y las omisiones en el servicio público.

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