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Opinión

Proyectos de bondad

Un gran grupo de alumnos del Colegio de Bachilleres plantel No. 6, jóvenes de escasos 15, 16 y 17 años, trabajan diariamente de manera ardua y desinteresada desde hace meses para un solo fin: hacer el bien

Laura Estela Ortiz
Doctora

viernes, 10 mayo 2024 | 06:00

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En estas fechas que estamos viviendo, los días zarandeados por la incertidumbre, la avalancha de pronósticos apocalípticos y los diagnósticos fatalistas, aunado a las campañas electorales que inundan las  redes sociales, los medios televisivos y los programas de radio, que nos enteran  y nos saturan  de  campañas políticas,  debates presidenciales, donde se premia y se aplaude la agresividad, el sarcasmo, la guerra de todos contra todos, la victoria sobre los demás a base de humillaciones, burlas, donde el descrédito es la medida y el fin de todas las cosas, y la lógica de la competición a toda costa, sin concesiones,  es lo que exige convertirse  en “triunfadores”, nos hace pensar que lo que realmente nos atrae, lo deseable de verdad es el liderazgo arrogante, sin carisma y  sin  “colmillo”. Esto nos empuja a fijarnos mejor en lo peor. Sin embargo, a nuestro alrededor, mucha gente es diferente y buena a diario, sin que nadie parezca advertirlo o agradecerlo. 

La teoría de la competencia descarnada, desacredita aquello que hace funcionar al mundo: los cuidados gratuitos a hijos, ancianos y enfermos. Las personas que se esmeran en sus quehaceres y sus trabajos. Las pequeñas virtudes escondidas, fuera de los focos, las redes sociales, los programas de televisión y los famosos “influencers”.

La colaboración es sanadora. Nadie tiene una vida feliz si lo vuelca todo en sus fines.

Por eso hoy no voy a hablar de las personas que piden en las calles, de los niños de la calle, ni de los enfermos mentales. Esta vez quiero hablar de una sobredosis de bondad de la que asusta, a la que no estamos ya acostumbrados, porque nos hemos hecho inconscientes   de la vulnerabilidad ajena, y de la propia. 

Un gran grupo de alumnos del Colegio de Bachilleres plantel No. 6,  jóvenes de escasos 15, 16 y 17 años, trabajan diariamente de manera ardua y desinteresada desde hace meses para un solo fin: hacer el bien. 

Creando estrategias, con una iniciativa envidiable logran recaudar fondos con fines meramente providenciales y motivados por  la nobleza de su corazón: vestidos de personajes de cuentos: princesas, hadas y otros mágicos personajes, llevan cientos de juguetes a niños que los necesiten en refugios, comedores, escuelas de bajos recursos y proyectos para poblaciones  en condiciones de exclusión y de vulnerabilidad. 

Esa misma capacidad  envidiable y halagadora, les ha permitido recaudar fondos para reunir kilos y kilos de croquetas, además de material de limpieza para donar a albergues para perros y otras mascotas en estado de abandono. Sus maestros los hemos visto, trabajar a sol y a sombra, entre estudios, trabajos y tareas, se dan el tiempo de realizar  propaganda, ensayos, concursos, conciertos, rifas, torneos   y actividades divertidas, pero serias a la vez con el fin de lograr su cometido y lo hacen de la mejor manera. 

Ayudados y dirigidos por los docentes encargados de sociedad de alumnos, directivos y otros docentes, a quienes les interesa la educación integral, participativa y solidaria.

Tienen como proyecto clave, recabar 60 mil litros de agua embotellada y una cantidad aproximada de nueve mil litros de suero embotellado y suero vida oral, para llevar a las colonias donde no existe agua potable, aplicándose  el antiguo y oficial programa de salud llamado: Hidratación oral, que no es otra cosa que salvar vidas de aquellos niños y adultos de colonias lejanas, que por las condiciones precarias sufren de gastroenteritis infecciosas. A esta tradicional actividad se solidarizan  los jóvenes estudiantes de los planteles hermanos y en los últimos años los queridos alumnos de los Colegios de Bachilleres de la Ciudad de Chihuahua con una muy valiosa dotación de botellas, que llegan a nuestras instalaciones en la víspera. 

Los estudiantes se dan a la tarea de enseñar  a las familias  la preparación del suero con agua purificada, la forma en que se administra y, por supuesto, entregar casa por casa, una dotación de agua purificada que pueda resolver su problema más próximo de necesidad y de salud. 

Se cumplen 20 años de esta actividad que empezó casi como una casualidad, pero las casualidades a veces no existen, se vuelven tradiciones, ilusiones, obligación moral que concluyen con la satisfacción de observar el movimiento de todo un plantel educativo, que se coordina,  consigue, se solidariza creando una cadena humana donde todos participan, para ingresar  garrafones, galones, litros de vida  a cajas de  camiones que sirven de transporte y que se llevan a repartir en una larga jornada a las colonias Anapra, Lomas de Poleo, Colonia Tarahumara y kilómetros 29 y 30 entre otras, allá donde  la temperatura de 40 grados centígrados se intensifica, los rayos del sol queman la piel, y se recrudece el cansancio de cargar recipientes pesados en los  brazos, pero a ellos los hace sentir orgullosos de portar su camiseta, afrontando la fragilidad de su cuerpo, cumplen con el cometido de honrar a su institución, demostrando suficiencia, fortaleza, seguridad y éxito, disfrutando el acto generoso de ayudar a quien lo necesita.   

“La sociedad se parece a una bóveda, que se desplomaría si unas piedras no sujetaran a otras, y solo se sostiene por el apoyo mutuo”. No somos islas, sino hilos entretejidos.

Gracias jóvenes estudiantes, porque con juguetes, croquetas y agua, echamos a la borda el pesimismo que impera en nuestra ciudad y en nuestro mundo, por demostrarnos que la bondad no goza de una reputación aburrida, ni moralizadora, y que nunca pasa de moda.

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