La caja china morenista

Ciudad de México.- Se escucha muy bien aquella frase de contar con autonomía energética, porque se desprenden de ella –al menos así creemos- bajos costos de producción y bajos precios al consumidor final, que somos todos nosotros.

Es decir, un concepto de esta naturaleza implica un impacto de verdadera utilidad en toda la cadena, que empieza con el insumo mismo, su traslado, transformación y uso final.

Entendemos también que dentro de la palabra “energética” encontramos la modernidad que se visualiza a nivel global basada en fuentes verdes de energía, que generen un entorno de sustentabilidad, con beneficios a la colectividad, que construye un círculo virtuoso.

En esa sustentabilidad veremos necesariamente cuidado al medio ambiente y recursos naturales, como los manglares, arrecifes de coral, la multidiversidad de ecosistemas, fauna, flora, así como la mejor calidad de vida de las personas en sus comunidades, con mucho menos contaminación.

De no ser así, esa autonomía energética es engañosa, un elemento de marketing gubernamental, pura propaganda, como desafortunadamente encontramos en el contexto de la inauguración reciente de la refinería Dos Bocas.

Unas instalaciones que están lejos aún de la fase de operación plena, porque hay aspectos que quedaron inconclusos. Para empezar, elemental, la infraestructura que transporta el crudo para ser refinado.

En el mundo globalizado los países han encontrado sus vocaciones de intercambio comercial, optando por comprar en lugar de vender, abrir sus mercados en lugar de cerrarse a ellos, lo que les ha permitido reducir sus costos y enfocarse en sus fortalezas competitivas.

Una estrategia inteligente y con visión a largo plazo, nos tendría que llevar a cuestionarnos cuales son nuestras fortalezas como país, y a partir de ahí, de un auténtico diagnostico situacional, plantear un programa de desarrollo a mediano y largo plazo.

Podremos o no estar de acuerdo, pero en estos momentos prevalece una dinámica mundial de un sistema que ha acelerado el crecimiento económico y el desarrollo, impulsando nuevas tecnologías que no dejan de sorprendernos.

En algunos países europeos ya no habrá vehículos a gasolina o diésel en quince o veinte años, todo se moverá con base en electricidad generada por infraestructura verde. La energía sucia está siendo desplazada por su alto costo, no solo en el procesamiento, sino en las consecuencias para esa sustentabilidad armónica de la cual hemos hablado líneas arriba.

Contrario a esta posición, en México le seguimos apostando a las energías sucias y altamente costosas, pateando el bote para nuevos sexenios, en lugar de enfrentar las áreas de oportunidad que nos presenta la globalización y el desarrollo capitalista industrial con alta tecnología. 

En el colmo, ocurrió lo que temíamos, la refinería Dos Bocas aumentó su costo de 8 mil millones de dólares en un cincuenta por ciento si no es que más, porque no se conocen todos los contratos, que son conservados en la opacidad.

Se inauguró casi el cascaron, porque apenas iniciará la fase de pruebas. Se destruyeron cientos de hectáreas de ecosistema natural, y nada nos garantiza que los precios de las gasolinas serán más bajos.

La economía nacional esta sumamente presionada por que el precio internacional de la gasolina esta al tope, y se han destinado recursos fiscales con costo que podría llegar a los 500 mil millones de pesos solo este año. 

Hay una prisa por mostrar resultados, aunque vayamos por el camino equivocado, al parecer con simples afanes electorales rumbo al 2024.

Es la autonomía energética una especie de caja china en todo su esplendor, en lugar de convertirse en una oportunidad de crecimiento económico y espacio verde para el desarrollo armónico de nuestras ciudades.