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Opinión

Herramientas para proveernos bienestar

En Estados Unidos ha ocurrido un fenómeno que, por su dimensión, ya es materia de análisis académicos, le llaman 'La gran renuncia'

Yuriria Sierra
Analista

viernes, 22 octubre 2021 | 06:00

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Ciudad de México.- El regreso a la normalidad o la implementación de una “nueva normalidad” no implica volver a los escenarios exactos en los que estábamos hasta hace 20 meses. Algo hemos aprendido de manera colectiva y en lo individual. Todo eso tendrá que ver con elementos para generar cambios que hagan que nuestra vida genere mayor bienestar. En Estados Unidos ha ocurrido un fenómeno que, por su dimensión, ya es materia de análisis académicos, le llaman “La gran renuncia”. Se trata del contraste: aquellas personas que perdieron su empleo porque la pandemia no les permitió conservarlo; empresas, fábricas y comercios que no tenían condiciones para sobrevivir en medio de la emergencia sanitaria, el desempleo forzado. La pandemia causó que entre febrero y abril de 2020 la cifra del desempleo fuera de cinco millones 700 mil personas a más de 23 millones 100 mil, según datos oficiales.

En el otro extremo están quienes son materia de análisis: aquellos que, por propia voluntad, dejaron su actividad económica. Especialistas advierten cuatro factores principales, ellos serían los responsables de que Estados Unidos registre récords de deserción laboral: tan sólo en abril pasado, casi cuatro millones de trabajadores, cerca del tres por ciento del total de la fuerza laboral, dejaron sus puestos, es la cifra más alta desde que, en el 2000, autoridades de EU comenzaron a llevar este registro.

El primer factor es la postergación, es decir, las personas que retrasaron su renuncia, quienes ya tenían planeado, desde el 2019, dejar su trabajo, pero que tuvieron que retrasarse ante la incertidumbre que generó la pandemia y la necesidad de tener estabilidad económica, renuncias que llegaron una vez inició el reencuentro con las calles y las rutinas previas. El segundo factor: el agotamiento, uno de los fenómenos que merecen estudios más extensos. Lo hemos visto de cerca: hay trabajos que se adaptaron muy bien con la distancia, pero hay muchas otras actividades en las que la dinámica del home office resulta mucho más complicada; esto provoca mayores niveles de estrés en los colaboradores, pues la productividad exige los mismos resultados, pero las condiciones no dan para que estos se alcancen a la misma velocidad y proporción, así, el nivel de frustración aumenta. El tercer factor: el replanteamiento de la vida, es decir, quienes durante la pandemia, por la condición extrema y al límite que trajo, llegaron a reflexiones sobre los elementos que les causan bienestar, qué importa más, ¿el trabajo, con jornadas a veces de más de diez horas diarias, o pasar tiempo con la familia? Entonces comenzaron a hacer cambios en sus rutinas y buscaron opciones adecuadas a sus nuevas necesidades. Incluso hablan de un quinto factor, que no aplica para todos los sectores, pero sí tiene que ver con aquellos que tuvieron que buscar otra opción laboral porque, a la que dedicaban su vida, la pandemia le significó un golpe durísimo a las posibilidades de progreso y manutención.

Y este fenómeno no sólo va en una dirección, también avanza en contra de los generadores de empleo, aunque ésta es una gran oportunidad, porque con los cambios en nuestras necesidades cambiarán también los perfiles que se buscan, así como el entorno para la realización de muchos trabajos. Por eso, insisto: la “nueva normalidad” no implica posicionarnos en el lugar en el que estábamos antes de febrero de 2020, implica ubicarnos en un lugar que nos permita el desarrollo de nuestra vida con mejores herramientas para proveernos bienestar.

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