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Opinión

Exequia al Dr. Jorge Enrique González Nicolás

El cargo que ocupó no fue fortuito, fue designado responsable de la política criminal porque contaba con una exitosa carrera como coordinador de Defensores de Oficio

Carlos Murillo / Abogado

domingo, 21 enero 2024 | 06:00

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"En un momento lo atiende el Fiscal”, me dijo una mujer muy amable, pero con tono solemne, nunca sonrió. “Ok”, contesté y seguí esperando mientras cargaba sobre las rodillas una mochila nueva que había comprado para la ocasión.

Era el año 2016, debió ser a finales de agosto. Faltaban unos diez o doce días para que terminara el sexenio y, por tanto, su encargo como Fiscal General. Llegaba el final de la misión tras cumplir tres años como responsable de la persecución del delito en la caótica Ciudad Juárez y luego otros tres años como Fiscal General del estado más violento del país, Chihuahua. Jorge González Nicolás, primero logró la paz en Juárez, luego en Chihuahua.

Me había preparado meses para esa entrevista. Como novel investigador académico, había seguido toda su historia a pie juntillas, durante seis años registré la huella del Maestro González Nicolás desde los medios de comunicación, para todos era asombroso el milagro de recuperar la seguridad.

El cargo que ocupó no fue fortuito, fue designado responsable de la política criminal porque contaba con una exitosa carrera como coordinador de Defensores de Oficio, eso lo legitimó porque era un experto en el Nuevo Sistema de Justicia Penal; conocía todos los entresijos de la maquinaria judicial, además, su trayectoria como funcionario siempre fue intachable, mostraba una hoja de vida llena de insignias, conoció todos los foros nacionales e internacionales sobre la administración de justicia penal y en todos lados fue reconocido.

Jorge González Nicolás nunca necesitó una silla, ni un escritorio, mucho menos un membrete para ser un referente en la compleja práctica de la política criminal, su valor había pasado por todas las pruebas dentro y fuera de la administración pública, logró un nivel de erudición de la justicia penal porque había recorrido desde el impermeable mundillo subterráneo del narcomenudeo hasta las élites más difusas del crimen organizado, donde pocos pueden distinguir entre los buenos y los malos.

Las experiencias de González Nicolás del Juárez profundo y la astucia policial se combinaban con los conocimientos técnico-penales en un trinomio único pero, sobre todo,sobresalía su probidad como hombre de familia, estas características lo hacían un personaje ajeno a los vaivenes de la política. Si bien, en aquel momento estaba por terminar su ciclo como

Fiscal General, el personaje que encarnaba González Nicolás era más grande que el membrete.

En una libreta de apuntes tenía decenas de preguntas, aquella entrevista era una oportunidad única. Entendía que sólo había una flecha en mi arsenal. En un minuto mi mente daba cien vueltas, me preguntaba qué pasaría si no lograba una buena impresión, si no se interesaba por mi tema, si sería una entrevista de cinco minutos y qué haría si se acababa antes de lo previsto. Me sudaban las manos en aquella antesala, sesenta segundos parecían una eternidad.

Era un personaje complejo para entrevistar, su carrera en los laberintos del proceso judicial se complementaba con una aguda inteligencia táctica, porque no se quedó con lo aprendido en los libros, conoció la otra parte de la persecución penal, fue un soldado de a pie que llegó a ser general, por eso nunca se escondió detrás del gabinete, era diestro en las armas desde joven y no tenía miedo en usarlas,en la corporación policial conoció a los viejos policías y logró sembrar amistades entrañables, como el comandante Pablo Rocha Acosta y un equipo de ensueño, un Dream Team que consolidó en la Fiscalía y con ellos recuperó la seguridad de esta frontera.

Lo que le enseñó la calle, lo confirmó en las aulas. Fue un alumno brillante en su casa, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, donde se ganó el respeto de “Los Dinos”, como se les llama a los fundadores de la Máxima Casa de Estudios y que más adelante serían sus pares abogados. Iba a entrevistar a un titán.

De la antesala, pasé a la sala de juntas, de pronto se agolparon en mi cabeza ideas contradictorias sobre lo que debía hacer, aquella reunión tenía que ser perfecta, no podía darme el lujo de fallar, conocía toda la historia del Fiscal, tendría decenas de formas de atrapar la conversación ¿o quizá no?

El Fiscal González Nicolás abrió la puerta, me saludó y me dijo que había conocido a mi papá, aquella coincidencia hizo que el trato fuera amistoso desde el principio, todavía atesoro ese encuentro en un extenso video de más de dos horas, que a la postre se convertiría en lo más importante de mi tesis doctoral y de toda mi carrera. Pero, lo más importante, es que ahí comenzó mi amistad con el Mtro. Jorge González Nicolás.

Tiempos traen tiempos, decía mi papá, para el 2019 nos volvimos a encontrar, esta vez en los pasillos de la UACJ donde solíamos coincidir; cuando lo volví a ver fue la misma emoción, cada día era una pequeña oportunidad para seguir aquella entrevista.

No solo conocí al experto más importante en el tema de seguridad de Juárez, con un análisis sesudo, crítico, impresionantemente claro y enciclopédico, también tuve la fortuna de conocer al ser humano. Así, pasamos de los temas más densos de la violencia, la seguridad y la prevención, a platicar sobre temas comunes como su afición por las Águilas del América, en una ocasión me preguntó “¿Usted a qué equipo le va?” y le contesté “pues no se de futbol, pero quizá a las Chivas”, entonces refutó seriamente “es evidente que no sabe de fútbol, pero me parece raro que una persona tan preparada tenga preferencias tan simples”, así de pronto sacaba un chascarrillo a su modo y nos soltábamos riendo, era un hombre simpático de una plática extraordinariamente amena y enriquecedora.

Cada semana en mi oficina estaba atento al reloj y a las 10:45 me asomaba a la puerta, a sabiendas de que el Dr. Jorge González Nicolás saldría de su cátedra y así podría interceptarlo para robarle unos minutos; iba y le preguntaba qué le parecía una noticia o qué estaba pasando en las calles. En ocasiones se me pasaba el tiempo y quienes sabían de mi admiración por el Dr. González Nicolás me avisaban “acaba de pasar el maestro” y yo salía corriendo a alcanzarlo.

Doña Georgina, su esposa, debe estar segura que siempre habló con amor de su compañera de vida, era admirable su veneración por su familia; a su hija Georgina, le puedo decir se refería a ella como el tesoro más preciado, nos contó con lujo de detalles sus planes para la boda de su única hija, que repasaba con admirable solemnidad; y, de su Jorge, puedo decir que estaba orgulloso de que fuera un hombre de bien, además de un brillante juez.

Mañana lunes inician clases en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, cientos de estudiantes que tomaron clases con el Dr. Jorge González Nicolás lo van a extrañar, sus enseñanzas en las materias de derecho penal se quedarán sembradas en sus pupilos y en las múltiples generaciones de egresados que lo eligieron como padrino año tras año con mucho cariño y admiración.

Por mi parte, seguiré esperando en la antesala, seguiré asomándome a la puerta hasta que volvamos a encontrarnos para seguir con la entrevista querido Doctor Jorge Enrique González Nicolás.

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