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Opinión

De política y cosas peores | Ojalá AMLO se porte con conducta

AMLO debe poner el interés nacional por encima de sus inquinas y sus dogmas. Le toca también apegarse a la ley y respetar los tratados que obligan a México

Armando Fuentes Aguirre
Escritor

miércoles, 29 marzo 2023 | 06:00

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Ciudad de México.- Cierto mexicano contrajo matrimonio con una mujer oriental, y vino con ella a vivir en la Ciudad de México. La señora no hablaba ni una palabra de español, que así se llama la lengua en que nos expresamos los mexicanos, mal que les pese a los anti hispanistas de hoy. Debía entonces hacerse entender por señas, a veces un poco comprometedoras. Por ejemplo, fue a la carnicería de la esquina y quiso pedir muslos de pollo. Para ello se alzó la falda y mostró sus propios muslos. Al día siguiente fue a comprar pechugas, y señaló su busto para dar a conocer su deseo. El problema surgió cuando quiso comprar salchichas. No pudo hacer que el carnicero entendiera lo que necesitaba. Pero tuvo una buena ocurrencia: llevó a su marido a la carnicería, Y ¿qué tuvo que mostrar el hombre para que el carnicero supiera que querían salchichas? Ignoro qué pensarías, pero no tuvo que mostrar nada. Como dije arriba, el esposo de la oriental era mexicano. En tiempos de la llamada "guerra fría" no podíamos ver en México películas soviéticas, ya que todos los cines estaban controlados por las distribuidoras norteamericanas. No obstante eso, a fines de los años cincuenta la embajada de la URSS, según entiendo, alquiló la sala "Versalles", de la capital, y ahí se exhibían las grandes producciones del cine socialista, películas inolvidables  como "La balada del soldado" o "Cuando pasan las cigüeñas"; "El acorazado Potemkin", de Eisenstein, y algunas obras de Bondarchuk. Con frecuencia se interrumpía la proyección, y el público gritaba: "¡Cacaróf!", en vez de: "¡Cácaro!". El proyeccionista asomaba la cabeza y se justificaba: "¿Qué quieren que haga? La película es rusa y el proyector americano. No se entienden". Ahora el que no se entiende con los vecinos del norte es López Obrador. Sus relaciones con el Tío Sam se hacen más tensas cada día, pues el tabasqueño no se lleva bien con Biden, y profesa además un anacrónico nacionalismo ramplón y rastacuero. Eso lo hace olvidar que los acuerdos internacionales firmados por México tienen rango de ley, y deben ser cumplidos so riesgo de exponer al país a graves sanciones económicas. La soberanía es un concepto importante, pero la economía tiene en nuestro tiempo relevancia grande, y no es aconsejable faltar a nuestros compromisos ni hostigar a quienes se supone son nuestros socios, ni a sus empresarios. El nacionalismo es bueno para adornar discursos de plazuela -o Zócalo-,  pero lo cierto es que vivimos tiempos de internacionalismo, y México no es una ínsula como la de Sancho, sino un país que no puede abstenerse de participar en la globalización del mundo en condiciones de legalidad, fair play -justicia- y equidad. AMLO debe poner el interés nacional por encima de sus inquinas y sus dogmas. Le toca también apegarse a la ley y respetar los tratados que obligan a México. Con ello no sufre mella la soberanía nacional ni se pone en riesgo la dignidad de la República. Ojalá AMLO se porte con conducta, como dicen en el rancho, para que luego, si los vecinos se enojan por sus desplantes y sus ilegalidades, no tenga que cantar la palinodia. Permítanme un momento, por favor. Voy a ver qué es eso de "cantar la palinodia". Significa retractarse de lo hecho o dicho, reconocer el error y pedir perdón por él. Una mujer llegó corriendo al consultorio médico. Llevaba con ella a un pequeño de 5 años. "¡Doctor! -le dijo llena de angustia al facultativo-. ¡Mi hijo se tragó una bala calibre .38!". "No se apure, señora -la tranquilizó el galeno-. El problema tiene solución. Pero por lo pronto ponga usted al niño con el culito apuntando hacia la pared". FIN.

    MIRADOR

        Por Armando FUENTES AGUIRRE.

    De todos los fantasmas que por la noche ocupan la antigua casa del Potrero, el más fantasmal es el de doña María de Ábrego. Fue en su tiempo la dueña de la hacienda, que heredó de su padre don Lorenzo. Hija única, no casó nunca, pese a que tuvo numerosos pretendientes. Poco agraciada, supo que lo único que los atraía eran sus tierras y ganados, su dinero. Así, se mantuvo célibe. Ni siquiera en un animal -un gato o un perro- puso su cariño. A nadie amó, y por nadie fue amada.

    Cuando murió dejó todos sus bienes a un sobrino lejano que alguna vez la visitó, ya en su ancianidad, y le regaló un abanico de carey. El heredero ni siquiera se interesó en la hacienda. Una noche, borracho, la jugó a carta mayor y la perdió. Quien se quedó con ella la vendió poco después a precio vil. Fue entonces cuando la adquirió don Ignacio de la Peña, fundador de la dinastía que hasta hoy habita en la casa que construyó su primer dueño.

    El espectro de doña María pasea por las habitaciones llevando en una mano el abanico de carey. Antes de desaparecer lo deja sobre la mesa de la sala. Ahí lo encontramos nosotros cada mañana. No lo tocamos nunca. Es del fantasma.

    ¡Hasta mañana!...

MANGANITAS

Por AFA.

". Lorenzo Córdova se despide del INE.".

     "¿Quién -me pregunta un lector-

    ocupará su lugar?".

    Ya le puedo contestar:

    será López Obrador.

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