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Opinión

Ciudad Juárez ante el Día de la Tierra

Durante las tres últimas colaboraciones he venido abordando temas de corte ambiental porque considero que es uno de los aspectos sobre los que más necesitamos formarnos y actuar los habitantes de Ciudad Juárez

Francisco Llera / Académico

lunes, 22 abril 2024 | 06:00

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Durante las tres últimas colaboraciones he venido abordando temas de corte ambiental porque considero que es uno de los  aspectos sobre los que más necesitamos formarnos y actuar los habitantes de Ciudad Juárez. Por ello, presto hoy atención a la celebración que se lleva a cabo cada 22 de abril y que se conoce como el Día Mundial de la Madre Tierra. Una idea concebida en 1970 por el Senador estadounidense Gaylord Nelson quien, ante la falta de mecanismos legales para proteger el medio ambiente en los Estados Unidos, captó el interés de la población y logró generar leyes ambientales y la creación de la Agencia Estadounidense de Protección Ambiental (EPA). Posteriormente, la ONU adopta la iniciativa y la impulsa a nivel mundial. 

¿Por qué  vale la pena posicionar el tema entre los  habitantes  de Ciudad Juárez? Porque los juarenses somos quizá, de las sociedades que más contribuimos a la afectación del planeta. Nuestro comportamiento medioambiental no encuentra límites ni moderación más allá de lo que dicta nuestra propia ambición. Cualquier actividad es tolerada aunque pueda ir en contra de las características naturales de la localidad. ¿Cómo estamos  presionando al planeta? Lo ilustraré a través de algunos datos relacionados con nuestro comportamiento cotidiano en términos de gasto de agua, generación de basura, uso del espacio y generación de CO2.

Uno de los recursos naturales que cuidamos poco en nuestra ciudad, es el agua. En 2020, por ejemplo, se estimaba que nos encontrábamos entre las ciudades del país que más agua consumía durante el verano, con un promedio de 408 litros diarios por persona, cuando el promedio nacional era de 300. En cuanto a la generación de basura, se estima que los juarenses generamos un kg en promedio diario por habitante: entre 1,200 y 1,500 toneladas diarias. Ello, combinado con una muy  baja cultura de reciclado, desperdiciando una gran cantidad de riqueza para la ciudad. Lo que aquí preocupa es que la mayoría de la población ni siquiera conoce los criterios para separar vidrio, plástico y cartón. 

A lo anterior se agrega la pésima ocupación que hemos hecho del espacio urbano y por ende, la exagerada dependencia del uso del automóvil. Lo describo simple. 4,178 habitantes por kilómetro cuadrado de superficie urbana, cuando el estándar internacional es de 15,000. Esta innecesaria dispersión obliga a la movilidad a través de algún transporte motorizado llevando a que en promedio exista en la ciudad un auto por cada 2 habitantes, lo cual es muy cercano al de Nueva Zelanda,considerado el país del mundo con más autos promedio por persona (casi uno a uno). El problema de la dependencia hacia el auto particular es que este tipo de transporte genera el 18% de las emisiones de CO2, principal causante de los gases que atrapan el calor alrededor del planeta (efecto invernadero). 

Las conductas descritas anteriormente dan evidencia de que, quienes habitamos esta ciudad, estamos contribuyendo a presionar el planeta. Nuestro comportamiento cotidiano hace urgente implementar una Agenda Local de Preservación Ambiental, que se plantee como meta principal concientizar a los juarenses de cuidar los recursos y el entorno natural que tenemos  para el bien de esta generación y de las futuras. 

En resumen, el diseño e implementación de dicha Agenda Tendría que ser no solo esfuerzo y tarea del ámbito gubernamental, sino de la voluntad colectiva en donde participen diversas instancias y organizaciones. Sin embargo, dentro de ese colectivo, considero que somos los universitarios, por el compromiso y sentido de justicia social que tenemos, los indicados para asumir el liderazgo comunitario y contribuir a educar y sensibilizar a la población para modificar hábitos y fijarse metas de preservación ambiental. El ejemplo ya lo pusieron en 1970 los universitarios estadounidenses al respaldar al senador Nelson e instaurar el Día de la Tierra en ese país. 

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