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Opinión

CONTRAPORTADA

Ciberataques: caos y confusión durante la semana

En la última semana, al menos cinco amigos míos fueron víctimas del desgraciado hackeo de la principal red social que usan, el famoso e inseparable WhatsApp

José Luis García / Analista

lunes, 18 marzo 2024 | 06:00

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Ciudad de México.- En la última semana, al menos cinco amigos míos fueron víctimas del desgraciado hackeo de la principal red social que usan, el famoso e inseparable WhatsApp. 

Digo famoso, porque es el que más utilizamos los clientes de la telefonía celular. Dije inseparable, porque parecemos rehenes de esa aplicación.

Pero también dije desgraciado hackeo. Lo expresé de manera muy decente, porque tengo ganas de decirlo de otra forma. 

Especialistas en el robo de identidades, expertos en fraudes cibernéticos, maestros de la estafa y el engaño, alguien que lamentablemente no podemos identificar en el momento, se está haciendo rico, sino es que millonario, cuando nos roba esa identidad para usarla a pesar de nuestros esfuerzos por evitarlo.

He visto los rostros de angustia de mis amigos, pero también su frustración, cuando se dan cuenta que les hackearon la aplicación de mensajes de texto, explícitamente su WhatsApp, del teléfono celular.

Sus voces fueron, en serio, de verdadero pánico, no por perder temporalmente el uso de esa red social, sino porque, con su nombre y apellido, con la foto de su perfil, le piden dinero a los contactos que contiene su aparato celular. Y esto, en cristiano, es una mentada de madre. También lo acabo de escribir de forma en extremo decente.

Pero deje Usted que lo hayan hecho, es decir, que les hayan hackeado su WhatsApp… el problema es que las empresas de servicio de telefonía celular, con la mano en la cintura, le dicen a sus clientes: “lo siento, no podemos hacer nada”.

Mis amigos, así como fueron despojados de su identidad en esa red social, lo primero que hicieron fue acudir al famoso “servicio al cliente”. A propósito lo puse entre comillas, disculpen.

Y ahí en la ventanilla, la frustración se convierte en terror. “No podemos hacer nada”. A veces se les da una explicación más o menos así: “Deberá esperar siete días para recuperar su aplicación, mientras tanto lo único que puede hacer es no desesperarse. Sea paciente”.

¿No desesperarse? ¿Ser paciente? ¿No perder la calma cuando cada tres minutos alguno de tus contactos está recibiendo un mensaje “tuyo” pidiendo dinero con urgencia? 

Las muy variadas formas de extorsión se han multiplicado en los últimos años, tanto, que ya no solo se trata de amenazas directas vía telefónica; tampoco es ya solo el que los delincuentes visiten negocios o empresas para amedrentar a los dueños o empleados, es más: empieza a pasar de moda eso de engañar a la servidumbre para obligarla a robar a sus empleadores.

Hoy, el hacking es la forma más descarada y eficaz para obtener dinero. 

En ese momento ya no es coraje, es un verdadero pánico el saber que alguien está usurpando nuestra identidad para embolsarse, en unas cuantas horas, dinero que jamás hemos visto ni en pintura. Y seremos víctimas de una desgraciada deuda que nunca contratamos.

Para colmo de los males: en la semana que recién terminó, una de las más importantes compañías de telefonía celular registró severas fallas en su servicio y creó un caos en las comunicaciones, pues nadie, al menos en gran parte del norte de México, podía hacer contacto con sus clientes, amigos o familiares.

Aunado a la psicosis del hackeo del WhatsApp, esto provocó una verdadera confusión que preocupa ya a niveles gerenciales y de mando público y privado. Como respuesta, las empresas de telefonía celular guardaron silencio. Prudente silencio. 

¿Qué está pasando con la comunicación digital? ¿Qué está sucediendo con los ciberataques que ya muestran un grado delincuencial preocupante porque se está secuestrando la información, manipulando la comunicación y, en el extremo, dejando en la ruina a miles de personas que no pueden soportar una deuda más allá de su salario mensual?

¿Alguien le va a poner un alto a estos ataques cibernéticos? ¿O nadie sabe cómo? ¿Tampoco las empresas que prestan el servicio de telefonía celular saben cómo detenerlo? ¿En serio? Al tiempo.

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