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Opinión

65 años del voto de la mujer en México

Anualmente, es cada 3 de julio la fecha en la que se recuerda la elección federal en la que la mujer votó por primera vez en nuestro país

Mayra Chávez
Abogada

martes, 07 julio 2020 | 06:00

Anualmente, es cada 3 de julio la fecha en la que se recuerda la elección federal en la que la mujer votó por primera vez en nuestro país. El camino que culminó en este imperioso reconocimiento de derechos civiles y políticos para la mujer fue arduo, repleto de discursos a modo de intereses que, desgraciadamente, en nada favorecían a la lucha por la justa igualdad de derechos.

Fue durante el suceso histórico denominado “Revolución Mexicana” que el rol de las mujeres en la sociedad se modificó. La participación femenina durante el proceso con funciones que iban desde la enfermería, la agricultura y hasta la guerrilla, forzaron este importante cambio que trajo como consecuencia la igualdad de cargas y obligaciones entre mujeres y hombres de la época, desde luego no así de derechos.

La mujer podía o debía trabajar para proveer el sustento familiar, era contribuyente del Estado, pero aún no se le reconocía la capacidad para participar de las decisiones del país, estado o municipio. Fue hasta finales de los años 20 que la idea del voto de la mujer inicia a formar parte de la agenda política, a través de los partidos, no sin antes verse envuelta en una ola de perspectivas que, en muchas ocasiones se alejaban del verdadero propósito: la inclusión de las mujeres en la vida política de México.

Surgen las posturas de las mujeres del Partido Comunista, del PNR y del Antirreleccionista, que básicamente su diferenciación consistía en lxs beneficiarixs de la lucha, por un lado estaba la voz de quienes buscaban la actualización de los Derechos Civiles y Políticos de las Mujeres y, por otro, aquellas que tenían como fin la vigencia de todos los derechos para todas las personas, independientemente de su género, raza o condición social y económica.

Desde luego que esta disyuntiva fue aprovechada por el poder político de facto (que involucraba a todas las corrientes políticas) para mantener en un segundo plano la agenda que buscaba el reconocimiento a los derechos que el Estado debía a las mujeres. Temas coincidentes como el apoyo a madres solteras, el salario justo a obreras y campesinas y el castigo para los esposos que golpeaban a sus esposas; eran tópicos que se discutían y acordaban por todas las mujeres, independientemente de su ideología, pero que no se tomaban en cuenta a la hora de guiar la política pública.

Esta falta de voluntad política dio como resultado la creación de un Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM) que se logró entre -de acuerdo a la clasificación realizada por Enriqueta Tuñón en su libro “Presencia y transparencia, la mujer en la historia de México”- las feministas igualitarias, las ortodoxas/marxistas y las de filiación católica; para generar una demanda integral de carácter político y de búsqueda de igualdad social.

Luego de un sendero tortuoso que involucró desde una iniciativa del Ejecutivo que, raro en la época, no pasó; seguida de otra propuesta en Cámara de Diputados que tampoco pasó por acercarse las elecciones y considerar que el tema podía generar un cambio en el resultado electoral. Ese argumento sumado a los de aquellos que decían que si la mujer votaba se perdería el acervo espiritual (por ser la mujer quién lo propiciaba) y que la institución familiar se vería comprometida (porque iniciarían a pensar por cuenta propia), afortunadamente, fueron derrotados y en 1945 se aprueba el derecho a las mujeres a votar y ser votadas en elecciones locales. 

¿Un avance? Sí, así fue. ¿Suficiente? Por supuesto que no. Los hombres, en igualdad de obligaciones que las mujeres, tenían el derecho a votar y ser votados en todos los niveles de gobierno. Fue hasta el 17 de octubre de 1952 que se publicó en el Diario Oficial de la Federación, la reforma que reconoció el derecho de la mujer mexicana a votar y ser votada. El 3 de julio de 1953 las ciudadanas mexicanas acudieron a las urnas para elegir a quienes les representarían en la Cámara de Diputados. 

A 65 años de esta conquista, los argumentos que son presentados en muchas de las discusiones en torno a reformas propuestas respecto a los derechos de las mujeres siguen siendo muy similares. El derecho fundamental se encuentra reconocido, pero como sociedad aún estamos lejos de darle cumplimiento por voluntad propia. 

Mayoritariamente, aún en municipios progresistas como Juárez, se perciben como cargas las cuotas de género y trata de evitarse a toda costa verse “afectados” por cumplir la obligación de tener candidatas mujeres, funcionarias públicas en escenarios de real toma de decisiones y con frases preconstruidas como “no estamos listos para que una mujer gobierne” nos alejamos del objetivo que el esfuerzo realizado por tantas mujeres de diferentes épocas ha buscado, acabar con la desigualdad. 

No suena descabellado que, la idea que tuvieron mujeres de todas las ideologías que perseguían fines comunes desde caminos distintos y que decidieron unirse en el FUPDM, cobre vigencia y sea justo este el momento en el que la agenda feminista sea una realidad. 

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