PUBLICIDAD

Juárez

Reciben sacramentos mientras esperan asilo

Tras huir de la violencia en Michoacán, Guadalupe y Dulce encontraron refugio en la Casa del Migrante donde también se acercaron a Dios

Hérika Martínez Prado
El Diario de Juárez

miércoles, 27 octubre 2021 | 13:00

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez | Durante la ceremonia en la que participaron más de 30 migrantes

PUBLICIDAD

Desplazados de sus lugares de origen por la violencia, más de 30 migrantes de origen mexicano y centroamericano fueron bautizados, confirmados o realizaron su primera comunión ayer en la Casa del Migrante de Ciudad Juárez, en donde desde hace meses esperan poder solicitar el asilo político en Estados Unidos.

Guadalupe y Dulce, de 16 y 10 años de edad, tuvieron que huir hace dos meses de Michoacán junto a sus padres. “Huyendo llegamos a Ciudad Juárez”, narró la adolescente, quien encontró refugio junto a su familia en la Casa del Migrante, en donde ayer ella se confirmó y su hermana hizo la primera comunión.

“Siento muy bonito porque hice la confirmación, nos dijeron que si queríamos y sí la hice”, relató Guadalupe, quien vestía una túnica blanca, al igual que el resto de los niños, jóvenes y adultos que recibieron los sacramentos.

“Cuando celebramos la Jornada Mundial del Migrante, que vino el señor obispo José Guadalupe Torres Campos, se acercaron unas personas y me dijeron que querían comulgar pero necesitaban confesarse, y me puse a confesar, pero después también se acercó gente a decirme que quería comulgar pero su hija o su hijo no estaba bautizado, o no había hecho la primera comunión o no se había confirmado. Y fue cuando lo vimos”, informó el sacerdote Francisco Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante de Ciudad Juárez.

Además del albergue, la alimentación, ropa, atención de salud y psicológica, el acompañamiento espiritual es importante para los migrantes que tienen que huir de sus lugares de origen por la violencia, destacó.

“Es muy bonito que un migrante te diga: quiero la vida de Dios, quiero confesarme. Sacan todo el dolor, todo el sufrimiento. Estamos acostumbrados a ver ciertas cosas de los migrantes, pero nunca vemos el aspecto de la fe. Y qué bueno que podamos acompañarles. Hay tantos muros, violaciones, secuestros, muertes, pobreza, que la fe puede ser un puente que les ayude a tener más esperanza en este tiempo, la esperanza de que todo puede cambiar y todo se puede lograr”, dijo el sacerdote que celebró la misa en la Casa de Ejercicios Espirituales de la Diócesis de Ciudad Juárez.

Acompañados por sus padres y padrinos, cada uno de los migrantes fue bautizado, confirmado o realizó la primera comunión, en la ceremonia en la que el sacerdote les explicó la importancia de recibir el sacramento y de estar cerca de Dios en medio de la migración.

Guadalupe eligió como madrina a Kassandra Triana, la psicóloga del albergue católico; mientras que su hermana Dulce, eligió a Rosa María Parra Martell, encargada de la Recepción de la Casa del Migrante, en donde ha visto arribar miles de migrantes con la esperanza de cruzar la frontera.

“Yo soy el primer filtro en la mañana. Cuando llegan se ven agotados, como si vinieran de una derrota, pero a medida que pasa aquí el tiempo ellos van recuperándose de lo que ellos vivieron en su lugar de origen. Hay momentos en los que sí se desesperan porque el asilo en Estados Unidos está detenido, pero yo trato de darles ánimo, me gusta mucho hablarles de Dios y decirles que Dios es el único que va a abrir los caminos. Y si no, pues por algo es”, narró Rosy, como le llaman los migrantes de cariño, y quien ayer se convirtió en la madrina de cinco de ellos, originarios de Guerrero y Michoacán, emocionada por haber sido elegida por sus padres o por ellos mismos.

Desde ayer, Rosy es la madrina de bautizo de Kimberly, Jade y José Antonio, así como de Dulce y Ezequiel de primera comunión.

“Me llena mucho de emoción, ahorita uno de los chicos que es hermano de una de las niñas que llevé a bautizar me abraza y me dice que me agradece por esto que se hizo, pero le digo que las gracias se las dé a Dios, porque nosotros nada más fuimos un vínculo para que ellos se acercaran a recibir sus sacramentos”, dijo quien desde hace nueve años labora en el albergue católico.

Ese mismo vínculo de apoyo encontraron el resto de los migrantes, quienes eligieron como madrinas a la psicóloga Kassandra Triana, a la coordinadora del Centro de Derechos Humanos de la Casa del Migrante, Ivonne López de Lara; a la doctora, Martha Jurado; a Alma Vázquez, de Recepción, y a la contadora, Sonia Tres.

“A veces nos vamos por lo material, por la comida, por la salud, por el trabajo o por tantas cosas, pero es triste que a veces dejamos la fe para el último. Y el migrante también necesita ayuda espiritual”, comentó el director del albergue que actualmente aloja a más de 300 personas, el 85 por ciento de ellas de origen mexicano.

PUBLICIDAD

ENLACES PATROCINADOS

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

close
search