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Juárez

Urge un intérprete de ixil

Migra tras amenaza; dialecto frena su asilo

Mujer indígena de Guatemala enfrenta junto a su hijo barrera para llegar a los Estados Unidos; su hermano no es aceptado como traductor

Hérika Martínez Prado
El Diario de Juárez

viernes, 13 agosto 2021 | 08:12

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez | ‘Fui amenazada’, es casi todo lo que sabe decir en español Caren

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Ciudad Juárez— “Fui amenazada” es casi todo lo que sabe decir en español Caren, una madre originaria de una comunidad indígena centroamericana, a quien su lengua la ha mantenido atrapada cinco meses en Ciudad Juárez con su hijo de tres años, sin poder solicitar asilo en Estados Unidos. 

Caren, cuyo nombre original fue cambiado, nació en una localidad del departamento de Quiché, Guatemala, en donde a los 22 años fue violentada sexualmente, y tras el ataque quedó embarazada de su agresor, cuya esposa amenazó hace cinco meses con matarla a ella y a su hijo, por lo que decidió huir a Estados Unidos.

Sin saber hablar más que su lengua materna, el ixil mayense, Caren y su hijo salieron el 15 de marzo de 2021 de su comunidad, y después de viajar dos días en camión llegaron a la frontera con la esperanza de encontrarse con su hermano, quien desde hace siete años trabaja como cocinero en Estados Unidos. Sin embargo, su lengua le ha impedido alcanzar su sueño. 

Desde que arribaron, ambos están registrados para ingresar a Estados Unidos bajo el programa de excepción del Título 42, “pero los abogados no le entienden, ella no nos entiende, sólo nos dice a todo que sí con la cabeza”, explicó el pastor Juan Fierro, quien pidió el apoyo para encontrar a un traductor que le ayude a narrar su caso ante una organización. 

Domingo, el hermano mayor de Caren, fue quien relató su historia a El Diario vía telefónica, con el fin de ayudarla a encontrar un traductor para que finalmente puedan estar juntos, debido a que él no es aceptado para realizar la acción por ser su familiar. 

“Es una larga historia. Ella está saliendo por amenazas, pero primero un hombre abusó de ella, ella no le dijo a mi mamá y nosotros no sabíamos eso, ella quedó embarazada pero no sabíamos, ella ocultó el embarazo; hasta que nació el bebé nos dimos cuenta que ella no estaba bien, le explicamos que tenía que decir quién era el papá del niño”, narró su hermano. 

Mencionó que otro hermano que tienen en Guatemala encaró al agresor de su hermana, quien al principio negó todo, pero al decirle que le iban a hacer una prueba de ADN al niño aceptó su delito con un: “perdóname, no sé qué me pasó, voy a pagar lo del niño”. 

El hombre no fue denunciado, y le dio dinero dos veces a Caren para que pudiera comprar leche y comida para su hijo, pero después dejó de apoyarla económicamente. 

“Le dijimos que el niño necesitaba comida, leche, ropa, medicinas… pero él está casado, y su esposa amenazó a mi hermana en una llamada, le aseguró que la va a matar con su hijo. Mi hermana pensó, ‘la mujer está amenazando, mejor me voy para que no maten a mi hijo’”,  aseguró Domingo, quien desde hace cinco meses se ha convertido en la única persona con la que habla Caren, pese a que está rodeada de migrantes en el albergue El Buen Samaritano. 

“Ella está triste, desesperada, porque ya tiene mucho tiempo. Ella está triste, ella comenta también que el niño no está acostumbrado a comer la comida de México, porque es muy diferente a la de Guatemala, que está llorando, que está triste. Me dice: no sé hasta cuando voy a salir de aquí”, narró su hermano, quien pone saldo a su teléfono desde Estados Unidos para que pueda comunicarse con él. 

La tarde del martes le habló a Caren el abogado de una organización con la que está registrada para ingresar a Estados Unidos, pero ella no logró entender lo que le preguntaba, por lo que Deysi, otra guatemalteca que también espera su turno de ingresar a Estados Unidos, tomó su teléfono y supo qué era lo que necesitaban. Sin embargo, la mañana de ayer volvió a hablarle y tampoco pudieron entenderse, explicó el pastor Fierro. 

“Nada más se ríe y a todo nos dice que sí”, aseguró otra de las migrantes, quien ha tratado de conversar con ella, pero no lo ha logrado, mientras que otras migrantes que llegaron hace dos semanas al albergue ni siquiera se habían dado cuenta que no hablaba español, por lo que pensaban que simplemente no le gustaba hablar con nadie y prefería aislarse en la parte baja de la litera donde duerme desde que llegó. 

Al pastor Fierro le preocupa también la salud del hijo de Caren, a quien de pronto vieron tomar solo leche, sin entender que era porque no está acostumbrado a la comida mexicana, y porque ella no ha podido explicarles.

“Yo sólo quiero una vida mejor para ella porque en ese país (Guatemala) uno no está protegido y si ella va a regresar para Guatemala allá está amenazada”, manifestó su hermano al pedir el apoyo de un intérprete de ixil. 

Guatemala cuenta con 24 lenguas indígenas, y aunque muchas de las personas guatemaltecas que permanecen actualmente en El Buen Samaritano hablan una lengua indígena, nadie habla ixil. 

De acuerdo con el director del albergue de la iglesia metodista de México, es frecuente que lleguen a la ciudad mujeres migrantes que no hablan español, sino una lengua indígena, la mayoría acompañadas de hijos pequeños, en brazos. Pero siempre se habían podido comunicar entre ellos y si alguien no hablaba español había quien lo tradujera.

“Hay mujeres indígenas, pero ellas se ayudan entre sí, se identifican, aprenden el español, lo más esencial… pero ella (Caren) no ha podido comunicarse con nadie. Ahorita me trajo un tríptico de Total Play, pensando que era información sobre migración”, mencionó el pastor Fierro. 

Dos semanas después de Caren, llegó al albergue Dominga, de 43 años, quien solo podía comunicarse con su hija Josefina de 14 años, en chuj. Ambas fueron expulsadas de Estados Unidos a Ciudad Juárez bajo el llamado Título 42, pero gracias a que la adolescente hablaba español pudieron ser apoyadas por una organización de abogados para que ingresaran al vecino país. 

Las migrantes pertenecientes al grupo lingüístico chujeano de Huehuetenango, Guatemala, lograron cruzar la frontera unas semanas después, mientras que Caren se quedó en silencio, sin entender por qué ella y su hijo no han podido cruzar pese a su vulnerabilidad, con una tímida sonrisa en el rostro y la preocupación asilenciada. 

“A las mujeres indígenas cuando les decimos que les toca limpiar los baños, dicen que sí, pero nunca han limpiado un baño, porque viven a campo abierto, no saben lo que es una regadera, tienen que aprender cómo se hace, cómo se limpia, cómo usar el trapeador, los lavamanos. Pero aquí van viendo a los demás y van interactuando. Son culturas completamente diferentes que se tienen que adaptar”, comentó el pastor al pedir al apoyo de un traductor de ixil.  

Si usted quiere apoyar puede comunicarse al teléfono (656) 647-4806.

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