Dejan 600 el bordo, pero aún siguen mil

Alrededor de 600 venezolanos se entregaron la noche del miércoles a las autoridades estadounidenses, sin embargo aún quedan en el campamento unas 200 carpas y mil personas migrantes, informó Santiago González Reyes, director de Derechos Humanos del Municipio.

Los sudamericanos que cruzaron a suelo estadounidense dejaron 113 carpas inutilizadas en el campamento instalado en la orilla juarense del río Bravo.

La Dirección de Limpia acudió ayer al punto para retirar esas casas de campaña después de que fueran identificadas como abandonadas, con apoyo del Grupo Beta, el área humanitaria del Instituto Nacional de Migración (INM) y migrantes que identificaron quiénes se fueron, dijo González Reyes.

La dependencia municipal también recogió la basura generada en la zona, con lo que se llenaron dos camiones de carga y uno especial para recolección de residuos, se dio a conocer.

Ante esta acción, acudieron organizaciones no gubernamentales como Derechos Humanos Integrales en Acción (DHIA), HIAS, Comité de Rescate Internacional (IRC, por sus siglas en inglés) e inclusive personal de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos.

También participó el Consejo Estatal de Población (Coespo) mediante el Programa de Atención a Migrantes, encabezado por Dirvin Luis García, quien comentó que su asistencia fue para convencer a las personas de acercarse a los albergues. 

Al lugar, señaló, no se llevará ningún servicio de Gobierno del Estado “porque es un lugar de riesgo y no es una situación que les favorezca, cuando hay espacios de acogida donde los pueden recibir”. 

A pesar del rumor sobre el supuesto término inmediato del Título 42, política que por razones de salud pública expulsa a México a los indocumentados, migrantes como Mario Rojas o Antonio Valleras no han cruzado el río, sino hasta tener seguro que, de hacerlo, no serán devueltos a Juárez.

Mario, por ejemplo, asegura que la información que tiene es que necesita una persona que lo reciba en Estados Unidos para él poder internarse en el país. Sin embargo, no ha tenido éxito pues su hermana no contesta el teléfono para confirmarle que puede darle un hogar.

Antonio sigue esperando a que quienes cruzaron el martes y el miércoles le llamen. “Si alguien me confirma que lo soltaron, yo me cruzo”, dijo. Hasta ahora, seis de sus amigos se han ido y de ellos es de quien espera llamada.

Otra migrante, que no dio su nombre por cuestiones de seguridad, reconoció que en la noche es cuando más se cruzan quienes están en el campamento y en el día son algunos asentados en esa zona y las personas que van llegando apenas a Ciudad Juárez o que están en los albergues de la localidad.

Compartió que cree que quienes se fueron en la noche del miércoles lo hicieron “por el frío”. 

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