Desacelera el crecimiento poblacional en Estados Unidos

El 26 de abril, la Oficina del Censo informó que en la última década la población de Estados Unidos creció a su ritmo más lento desde la Gran Depresión y al segundo ritmo más lento en cualquier período de 10 años desde la fundación de la nación. La semana pasada, el gobierno informó que la tasa de natalidad de la nación había disminuido por sexto año consecutivo, incluida una caída vertiginosa de los nacimientos en diciembre, lo que se suma a tasas de fertilidad demasiado bajas para mantener el crecimiento de la población del país solo por los nacimientos.

Para los demógrafos y otros que estudian estas tendencias, las cifras oficiales no fueron una sorpresa, simplemente una confirmación de patrones visibles durante algún tiempo. Tampoco son exclusivos de Estados Unidos. Otras naciones industrializadas, desde Japón hasta las de toda Europa, se han enfrentado a lo mismo o peor durante años. Pero viniendo como lo hicieron en rápida sucesión, y con la publicación del censo decenal sobre la desaceleración del crecimiento de la población, las cifras equivalieron a una luz parpadeante sobre el camino por delante.

Los informes han puesto de relieve las tendencias a más largo plazo y, lo que es igualmente importante, los desafíos que presentan, a nivel político, económico y social. Revertir estos patrones no será fácil, como han aprendido otras naciones. Las nuevas políticas públicas podrían ayudar, pero no son garantía, incluso suponiendo que el sistema político quebrado del país sea capaz de implementar tales cambios. Otros creen que ralentizar el crecimiento puede ser beneficioso.

Los expertos son reacios a describir a Estados Unidos como una nación que se encoge o se contrae, dada su historia, fortalezas inherentes, carácter y activos humanos. Pero mantener la vitalidad de la nación podría significar abrazar el concepto y los valores de un Estados Unidos muy diferente al que existía en el siglo pasado. Más allá de eso, si los patrones actuales persisten, es probable que resulten en luchas regionales e intergeneracionales, y posiblemente más disturbios políticos.

Para algunos demógrafos, aceptar las nuevas realidades de un país cambiado será crucial para el bienestar general de Estados Unidos.

“No creo que debamos pensar en nosotros mismos como un país en declive si abrimos nuestras puertas y abrimos nuestros brazos a esta población más joven y racialmente diversa, a través de la inmigración y la inversión en nuestra gente de color”, dijo William Frey, miembro principal del Programa de Política Metropolitana de Brookings Institution.

Incluso antes de que se informaran las últimas cifras, había indicios de que muchos estadounidenses veían un futuro que podría traer menos oportunidades, en lugar de más. El Centro de Investigación Pew produjo un informe hace dos años que encontró que la mayoría de los estadounidenses ofrecían una visión pesimista del futuro.

El crecimiento demográfico más lento y las tasas de crecimiento económico potencialmente más lentas tienen efectos regionales, como lo han demostrado años de luchas en el antiguo corazón industrial. Durante décadas, los escaños y el poder del Congreso han migrado de los estados industriales al Sun Belt y lo harán nuevamente como resultado del censo de 2020. Texas y Florida estarán entre los mayores ganadores, aunque la cantidad de asientos que se cambiaron resultó ser menor de lo que habían sugerido las proyecciones anteriores.