PUBLICIDAD

Opinión

Proyecto Cihuatl

En Ciudad Juárez, nuestra frontera, existen muchas personas que ejercen prostitución y muchas que son víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual

Laura Estela Ortiz
Doctora

viernes, 23 junio 2023 | 06:00

PUBLICIDAD

En Ciudad Juárez, nuestra frontera, existen muchas personas que ejercen prostitución y muchas que son víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual. Decir muchas, es un adjetivo que representa gravedad, donde no hay cifras exactas, números específicos, ni siquiera necesarios, porque cuando se trata de niños, niñas, mujeres y adolescentes sometidos a una realidad dolorosa, no hay lugar a estadísticas, censos, ni registros que valgan la pena o la necesidad. Un solo caso que exista de esta forma de esclavitud, en donde el respeto por el cuerpo y la dignidad humana es inexistente, es un signo de alarma, que debe llamar nuestra atención, y empujarnos a asumir un rol y un compromiso para condenar y detener, no solo la oferta, sino también la demanda de este problema por demás doloroso, una fuente de ingresos para algunos, donde los riesgos y las pérdidas son pocas. 

La violencia física,  psicológica  y moral que se ejerce sobre las víctimas, genera daños irreparables. La impunidad de sus captores  resulta inadmisible. Nuestra conciencia no puede permanecer serena frente a esta injusticia humana, que debe indignarnos y estremecer nuestras fibras más profundas, sobre todo cuando dicha injusticia supera lo imaginable; cuando sabemos que hoy mismo, muy cerca a nosotros, existen personas sujetas a esclavitud y cautiverio. 

En el otro lado de la sociedad, en el reverso de lo malo e inaceptable que existe en lugares como el nuestro, encontramos asociaciones, organizaciones, personas que con voluntad, decisión y entereza disminuyen el dolor, visitan, curan, invitan y aman a quienes sufren o han sufrido este tipo de injusticias y circunstancias adversas. 

Existen mujeres sensibles al dolor de otras, que cumplen con el ministerio de acoger y acompañar a mujeres de distintas edades envueltas en el fenómeno de la prostitución o que son víctimas de trata o explotación. Su corazón es una casa de puertas abiertas, y su casa un lugar de redención, de justicia y protección. 

En las céntricas calles de la ciudad, se encuentra un acogedor espacio adornado con rosas amarillas y rojas, y una imagen de la Virgen de Guadalupe elaborada con un mosaico brillante. Por dentro luce impecablemente limpia, ordenada, luminosa, tierna. Un largo pasillo de muros que evocan serenidad y envuelven con un toque místico, conectan al patio grande, lleno de pasto, con un árbol que da una imponente sombra, cuidado por las manos amorosas de quienes ahí viven. Pertenece a la Diócesis de la ciudad, les es prestada a la congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, que, con ayuda de voluntariado, trabajadora social, y gente de buena voluntad, construyen el proyecto CIHUATL /Mujer en Náhuatl. Un proyecto de intervención social y acompañamiento bio-psico-espiritual para mujeres en situación de prostitución y trata con fines de explotación, junto con sus hijas e hijos, ofreciendo abordaje en las zonas donde se encuentran quienes necesitan auxilio, impartiendo talleres formativos y de capacitación, visitas domiciliarias y acompañamiento personalizado. 

Las hermanas Enriqueta, Genoveva y Luz Angélica, mujeres sencillas, de carácter firme y vida consagrada, gestionan y canalizan a dependencias diversas, como hospitales, centros de rehabilitación, casas-hogar y atención psicológica a las personas que piden su ayuda. Brindan orientación legal, ayudan a tramitar documentos oficiales y educación, entre otros servicios, derivando a otras instancias cuando esto es necesario. Comprometen su vida en favor de la igualdad, la justicia, y la liberación, procurando bienestar, seguridad y dignidad a quienes acuden a su encuentro. Son mujeres de vocación sólida, con experiencia y preparación estricta de su ministerio, con una metodología bien planeada de su proyecto, por etapas. Primero buscar el encuentro con actitudes de cercanía y escucha personalizada, para después dar a conocer a fondo las acciones que se llevan a cabo, creando un vínculo de confianza para que les ayude a continuar con su visita al programa. Es entonces donde cada persona toma decisiones y asume su proceso de formación. Una vez que la mujer se fortalece en su proceso, se compromete, se solidariza multiplicando su experiencia con otras mujeres, para continuar con el seguimiento significativo donde culmina una parte de su proceso de cambio. La misión del proyecto es también sensibilizar a la sociedad, grupos o instituciones, con respecto a la realidad de las mujeres vulnerables, sus hijos y familia, creando una red que haga posible responder de una forma eficaz y eficiente a las necesidades de esta   población, quienes por motivos ajenos a nuestros juicios y prejuicios han vivido circunstancias difíciles y diferentes. 

“La mies es mucha y los obreros pocos”, se necesita ayuda. Dentro de nuestra zona confortable, podemos hacerlo, siendo, aunque sea una parte pequeñísima de ese cambio, podemos participar corriendo la voz de que hay esperanza, podemos donar productos de nuestra alacena, de nuestras idas a hacer el supermercado, para elaborar despensas. Ropa, artículos, juguetes en buenas condiciones que puedan vender o utilizar como apoyo al emprendimiento con las que muchas de las mujeres inician una vida mejor y diferente. 

Sensibilicemos nuestro corazón y seamos agentes de cambio, ese cambio que necesita nuestra sociedad enferma, pero que dentro de la enfermedad puede sanar con nuestros actos de solidaridad y buena disposición. Un poco a poquito, un granito de arena nada más. 

PUBLICIDAD

ENLACES PATROCINADOS

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

close
search