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Opinión

Política y traiciones

La historia de 'El Vaquero', que fue detenido el martes pasado en Salinas Victoria, Nuevo León, está marcada por la violencia y la crueldad criminal, pero también por la utilización de la política y los políticos

Jorge Fernández Menéndez
Analista

sábado, 10 abril 2021 | 06:00

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Ciudad de México.- La historia de Evaristo Cruz Sánchez, “El Vaquero”, que fue detenido el martes pasado en Salinas Victoria, Nuevo León, está marcada por la violencia y la crueldad criminal, pero también por la utilización de la política y los políticos, en una marcha de traiciones y golpes recíprocos.

Cuando fue detenido, estaba a punto de reunirse con un líder del CJNG para discutir el financiamiento de campañas electorales en el centro y norte del país. Junto con él, cayó el candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Salinas Victoria, Raúl Cantú de la Garza, que tenía a “El Vaquero” en su nómina con un salario de poco más de 10 mil pesos, asignado como agente de seguridad.

Pero “El Vaquero”, por el que el gobierno ofrecía dos millones de pesos de recompensa, además de la que ofrecían también autoridades estadunidenses, se había dado el lujo de moverse sin mayores problemas e incluso de repartir despensas del Cártel del Golfo, firmadas con su apodo durante la pandemia en distintas poblaciones de la frontera tamaulipeca, cuando también era buscado por sus antiguos socios, que también ofrecían entre los pobladores un millón de pesos por su cabeza.

La historia se remite a 2019, cuando un primo de Osiel Cárdenas Guillén, el líder del cártel y fundador de Los Zetas, “El Contador” fue detenido en San Luis Potosí. Era el jefe del grupo de Los Ciclones, una de las fracciones en las que se dividió el Cártel del Golfo. “El Contador” había designado a “El Vaquero” como el jefe del Cártel en Matamoros. Siempre quedó la sospecha de que “El Vaquero” había entregado a su jefe para subir en la estructura criminal. Sobre todo, otro primo de Cárdenas Guillén, Mario Alberto, consideraba que él se tenía que quedar a cargo de esa estructura por su parentesco con Osiel Cárdenas Guillén, su tío.

Mario Alberto Cárdenas, “El Betillo”, expresó ese desacuerdo organizando un grupo de sicarios para matar a “El Vaquero”, pero corrió la misma suerte que su primo, “El Contador”: fue detenido en el Estado de México en junio de 2019. Nuevamente se habló de traiciones internas. Tanto que, desde prisión, “El Betillo” designó a uno de sus operadores, “El Escorpión 2”, como su sucesor, con la orden específica de matar a “El Vaquero” y retomar el control de Matamoros y otras zonas del estado donde Evaristo ya se había expandido.

Así comenzó una guerra con muertos, destazados, secuestros y mantas con amenazas mutuas que abarcó Matamoros, Ciudad Victoria y Valle Hermoso. En este contexto fue que el grupo del “Escorpión 2” ofreció un millón de pesos a quien delatara a “El Vaquero” o a las personas directamente vinculadas con él. 

Esa guerra la iba ganando “El Vaquero”, que a inicios de este año ya tenía presencia en los municipios de Valle Hermoso, San Fernando y Río Bravo. En esa misma zona se habían instalado los laboratorios para producir fentanilo y enviarlo al otro lado de la frontera.

Para financiarse realizaba secuestros, que incluso alcanzaron a la familia directa de Osiel Cárdenas Guillén. Ésa fue la gota que colmó el vaso con los demás grupos del Cártel del Golfo, que ordenaron su asesinato. Por esa razón, “El Vaquero” comenzó a moverse hacia Nuevo León y San Luis Potosí. Y, finalmente, luego de una labor de intenso seguimiento, Evaristo Cruz Sánchez fue detenido en Salinas Victoria. “El Vaquero” hacia de todo, desde tráfico de drogas e indocumentados hasta tareas de sicariato. Pero también tenía organizados contingentes de personas de escasos recursos, a los que les pagaba entre 300 y 500 pesos por evento, acarreados para que participaran en actos políticos, en mítines y manifestaciones de acuerdo a sus necesidades.

Ahora sabemos que manejaba también candidatos y que estaba interesado en participar, financiando a algunos más, en el centro y norte del país, en los comicios de junio próximo. Deslealtades, traiciones, juegos de poder, elecciones, “El Vaquero” es un paradigma del desafío que implica el crimen organizado para el Estado mexicano y la sociedad.

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