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Opinión

CONTRAPORTADA

Día del Niño: ¿qué festejamos?

Mañana se festeja en México el Día del Niño. Se trata de una fecha marcada en el calendario internacional, pero con distintos días y meses en los diversos continentes

José Luis García / Analista

lunes, 29 abril 2024 | 06:00

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Ciudad de México.- Mañana se festeja en México el Día del Niño. Se trata de una fecha marcada en el calendario internacional, pero con distintos días y meses en los diversos continentes. En nuestro país, a partir de 1924 se decidió que fuera el 30 de abril, aunque la Organización de las Naciones Unidas la marcó el 20 de noviembre.

La historia podría ser lo de menos, pero vale la pena un breve recorrido para conocer el origen. El mundo (obligadamente debe ser un concepto transversal), lo marcó como una necesidad a partir de las atrocidades de la primera guerra mundial, por la permanente violencia que no distinguió edades.

Es evidente que cuando hablamos de guerras, el colectivo imaginario de inmediato ubica la violencia en personas inocentes: los niños, por supuesto. El acuerdo de Ginebra, del 20 de noviembre de 1959, decidió reafirmar los derechos universales de los niños y niñas del mundo.

En México, el Día del Niño tuvo su origen en 1924, de acuerdo a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que reseña que fue el presidente Álvaro Obregón, junto con el ministro de Educación, José Vasconcelos, quienes establecieron esa celebración el 30 de abril, y hasta la fecha.

Pero es hasta el 20 de noviembre de 1959, cuando se declara el Día Universal del Niño, con la adopción de los derechos internacionales en una declaración  aprobada por la Convención de los derechos del Niño.

Suponemos que a partir de esa fecha, se destina un día del año para fomentar la fraternidad entre niños y niñas del mundo, y que promuevan su bienestar con actividades sociales, culturales, educativas, pero lo más importante, de su propia seguridad.

Suponemos, porque en el papel es lo más hermoso que uno pueda encontrarse en las bibliotecas de los gobiernos federales; es lo más increíblemente bello que  uno lea en los documentos públicos, en las plataformas, en las propuestas, en los decretos y hasta en las constituciones. Pero la realidad es otra.

Ahí, en los acuerdos constitucionales, los derechos de niñas y niños son un cuento de hadas; en las calles, es el espanto diario. En los libros gubernamentales de los países republicanos y demócratas, los derechos de los niños son un amor, pero en las calles es una bofetada y un insulto a la más estrecha inteligencia.

Le doy un par de datos: tan solo en 2022, en México había 3 millones 731 mil 867 niñas, niños o adolescentes que realizaban alguna actividad económica, de los cuales, un millón 814 mil 31 niños o niñas efectuaban ocupaciones no permitidas por la ley. La fuente es el INEGI, en su Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI, 2022).

Estamos hablando de que más de un millón de niños, niñas o adolescentes, realizaban trabajos domésticos (por decir lo más decente), en condiciones no permitidas. Y si no están permitidas… ¿quién las permite? ¿Quién las tolera? ¿Quién se hace de la vista gorda?

El mismo INEGI establece que en 2024, 1.1millones de niños y niñas no van a la escuela porque deben trabajar. “Deben”. Lo puse entre comillas. Ese es un verdadero insulto: “deben”.

Aquí le doy otro dato escalofriante: nuestro país encabeza la región en este renglón de la ocupación, al reportar a 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes en ocupaciones peligrosas o no aptas para su edad. Ojo: México es el país con la mayor población en situación de trabajo infantil en todo el continente americano.

Entonces ¿qué vamos a festejar mañana? ¿Cuál es la propuesta de las y los candidatos a gobernar México? Porque cada sexenio, las promesas son extraordinarias, son sensacionales, son -me atrevo a asegurarlo-, maravillosas: salvar a los niños de la calle.

En el papel amamos a los niños, en las calles los humillamos. En las declaraciones universales los salvamos de los malos, en las calles los explotamos. En las promesas de campaña los rescatamos de todo lo indeseable, en las calles los exponemos a los más criminales depredadores…

Abandono, indiferencia, explotación sexual, maltrato, sufrimiento, trabajos inhumanos, arrojados al despiadado grito de auxilio y, aun así, estamos festejando. ¿Qué festejamos? ¿Qué nos van a ofrecer ahora los candidatos a la presidencia de la República? ¿Salvarlos? El número de niñas, niños y adolescentes en riesgo creció en los últimos años más que nunca. ¿Habrá más programas maravillosos en papel y más crueles en las calles?  Al tiempo.

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