Opinión

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Al regreso del jefe inició la matanza de 19

Lo curioso para quienes conocen aquella región es que los Linces o La Línea hayan conseguido literalmente ingresar hasta una zona conocida como La Norteñita, donde el control es o era ejercido totalmente por operadores del Cártel de Sinaloa

LA COLUMNA
de El Diario

martes, 07 abril 2020 | 06:00

• Al regreso del jefe inició la matanza de 19

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El jefe de Operaciones Especiales de la Comisión Estatal de Seguridad (CES), Jesús Alejandro Cruz Rangel, encabezó en Madera varios operativos  sigilosos que detonaron la madrugada del sábado un encontronazo más de los múltiples que han sido registrados en aquella zona desde hace tres años entre Linces y Jaguares, brazos operativos de los Cárteles de Juárez y Sinaloa respectivamente.

Oficialmente fueron 19 los muertos de ambos bandos y una cantidad similar de heridos. 

Lo curioso para quienes conocen aquella región es que los Linces o La Línea hayan conseguido literalmente ingresar hasta una zona conocida como La Norteñita, donde el control es o era ejercido totalmente por operadores del Cártel de Sinaloa.

Nada ha dicho sobre el tema el secretario de Seguridad Pública, Emilio García Ruiz, de quien depende la CES. No ha explicado el papel de su jefe de Operaciones Rurales o el plan específico que desarrollaba en aquella región justo al momento del que fue denominado como topón pero que luego se supo quedó en emboscada.

Los hechos indican que la Secretaría de Seguridad ahora, antes la Comisión de Seguridad, no ha querido o no ha podido disminuir la fuerza de los grupos delictivos en aquella región. Van más de 15 enfrentamientos en tres años y fracción, con dos, tres, cinco y ahora hasta 19 muertos por episodio.

Esta vez, igual que otras ocasiones, la fuerza policiaca y militar masiva se presentó en aquel sitio únicamente para dar fe de los hechos y emitir reportes a “la superioridad” sobre la cantidad de armas abandonadas en el lugar y la identificación de los grupos en pugna. Hasta nombres le ponen a sus líderes.

La única característica distinta hoy es que Cruz Rangel anduvo allá antes de la refriega con unos cuantos agentes a su mando y la bomba explotó justo al momento de tocar retirada hacia Madera y de ahí hacia Cuauhtémoc para dirigirse a otros puntos “rurales” del estado.

¿Algunas tuercas se apretaron y otras se aflojaron? Nadie en la Secretaría de Seguridad dirá algo al respecto, ni siquiera por la población civil de aquella región dejada a su suerte desde hace ya casi cuatro años.

Javier Corral, el gobernador del estado, tiene datos distintos a la realidad. Escribió ayer en su Twitter tras un encuentro virtual de seguridad que “no daremos flanco débil a los enemigos de la paz, porque la tranquilidad de nuestras familias no se negocia”.

En Madera fueron 19 muertos de un solo tirón; en Ciudad Juárez van más de 30 homicidios en abril; fueron 160 en marzo.

No está dando el gobernador un flanco débil, está dando todo el cuerpo, y no de ahora, desde que asumió la gubernatura.

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Debió convertirse la amenaza en realidad y la realidad en tragedia para ir dimensionando el tamaño de la pandemia de Coronavirus.

Apenas habían anunciado las autoridades de Salud ayer por la mañana que la cifra de contagios había subido de 17 a 20 en el estado para cuando debieron regresar al mediodía e informar sobre la muerte de dos personas infectadas por el letal virus en Ciudad Juárez.

Al mediodía apareció para informar sobre las defunciones el médico epidemiólogo Gumaro Barrios. Antes el tema del coronavirus y su desarrollo en la entidad lo había manejado el cirujano Arturo Valenzuela Zorrilla.

Cuando fueron instauradas hace semanas las conferencias de prensa muy temprano cada día para dar a conocer la evolución de la pandemia en Chihuahua, quien las presidía era Gumaro, un profesional epidemiólogo serio y por completo abierto a los datos necesarios para que los chihuahuenses tomaran todas las precauciones.

Pero por intereses fuera de los generales, algunos dijeron que político-electorales, Gumaro fue relevado por Valenzuela, que tomó el estilo de su jefe, el gobernador Javier Corral, cerró la información lo más que pudo a los medios de comunicación y dejó a la población a expensas de campañas preventivas rabonas y convenencieras del Gobierno estatal.

El regreso de Gumaro es visto como un intento de rectificación frente crecimiento de los contagios, y particularmente, frente al fallecimiento de los dos primeros casos.

Increíble pero así es el estilo del mal gobierno que sufre Chihuahua.

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Ayer, antes de la comida subieron presurosos por las escaleras de Palacio de Gobierno hacia la Secretaría General que dirige Luis Fernando Mesa la presidenta del PAN en el estado, Rocío Reza; el senador blanquiazul, Gustavo Madero, y el jefe de los diputados azules en el Congreso del Estado, Fernando Álvarez Monje. 

Para que hayan violado la cuarentena con tanta facilidad, debe interpretarse que los congregó algún tema muy importante y no precisamente el relacionado con la severa contingencia que ha empezado a cobrar vidas humanas en Chihuahua.

Pudo ser nada más un asunto diferente a la pandemia, el de la reforma constitucional en materia electoral que el gobernador ha empezado a trabajar por distintos frentes. 

Suena lógico con esos actores reunidos al mismo tiempo: área política del Gobierno estatal, dirigencia estatal de partido y legisladores federales y estatales. Debió estar ahí también el subsecretario de Gobierno, Carlos “El Percherón” Olson.

Corral quiere elecciones primarias como si el horno económico estuviera para bollos. No hay dinero para enfrentar el virus, menos para el lujo de unas elecciones primarias.

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Ahora que está desaparecida la Coordinación Estatal de Protección Civil en plena contingencia, envían de dicha dependencia a La Columna una foto donde figura el estoico capitán Luis Cuauhtémoc Guerra. Él tuvo a su cargo la oficina hasta mediados del año pasado.

“Aquí un experto en Protección Civil, rescate, salvamento y atención a contingencias que el corralismo echó a patadas de Chihuahua para poner en su lugar a la señora panista Gómez Licón, por la que pedimos se active la Alerta Ámber a ver si aparece”. Es el texto que acompaña la imagen.

La foto es de hace unos días, cuando el marino chihuahuense –al que ya extrañan aquí en el norte– fue enviado a Zihuatanejo, Acapulco y otros municipios costeros a dirigir acciones del Plan Marina, similar al DN-III que aplica el Ejército. Es que después de dejar el cargo en Protección Civil del Estado se reincorporó a la Marina Armada y de ahí lo han comisionado a diferentes entidades.

La tarea encomendada la Secretaría de Marina y la Secretaría de la Defensa Nacional, así como al área de Protección Civil federal, es la de aplicar las medidas preventivas y de reacción ordenadas por la Secretaría de Salud a lo largo del país. A eso se dedica ahora el chihuahuense.

Guerra –se recordará– huyó del Gobierno corralista a raíz de una trama de chismes orquestada por el cercanísimo secretario de Javier Corral, “Pakko” Lozano, conocido como “La Coyota” por su origen sonorense. 

En cambio en Chihuahua la responsable de Protección Civil Estatal, Ana Gómez Licón, se encuentra extraviada. No hay noticias de su actuación en plena crisis que demanda una intervención decidida de su dependencia. El personal de dicha oficina ha quedado marginado de cualquier acción oficial por falta de capacidad de la funcionaria y la ineficiencia general del aparato gubernamental.

Justificadamente extrañan al marino ahora que hace falta.

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