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Juárez

El grito silencioso de Ían; niño migrante carga su cruz de esperanza

Junto con Ángeles Mensajeros por la Paz, migrantes comparan su travesía con el sufrimiento del hijo de Dios

Hérika Martínez Prado
El Diario de Juárez

sábado, 30 marzo 2024 | 13:56

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez Gabriel Cardona / El Diario

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Ciudad Juárez.- A sus seis años de edad, Ían vivió su propio viacrucis al migrar durante los últimos tres meses desde Venezuela hasta el río Bravo/Grande –entre Ciudad Juárez y El Paso–, el cual recorrió ayer con una corona de espinas mientras cargaba una cruz de madera.

“(Sentí) tristeza por Dios, el papá de todas las personas”, compartió el pequeño viajero quién aparentemente padece una condición de autismo y quien al ver el Viacrucis migrante, organizado por el colectivo Ángeles Mensajeros por la Paz de la iglesia cristiana Salmo 100, se acercó al pastor Carlos Mayorga, para pedirle cargar la cruz y pedirle a Dios llegar a Estados Unidos.

El primero en cargar la cruz en la que se leía “Bendice, escucha, al migrante”, fue el venezolano Jaily, quien comenzó a caminar seguido por un grupo de migrantes, quienes dijeron tener hasta dos días en los límites de la frontera entre México y Estados Unidos, con la esperanza de poder llegar con los agentes de la Patrulla Fronteriza del Sector El Paso. 

“Cruzar la frontera por aquí es ilegal. Si cruza ilegalmente cualquier solicitud de asilo será tratada bajo la presunción de que la solicitud es falsa. Si cruza ilegalmente y la solicitud de asilo es denegada no puede intentarlo de nuevo durante cinco años”, se escuchaba en un altavoz de la Guardia Nacional de Texas, mientras Jaily caminaba seguido del resto de migrantes portando banderas de distintos países. 

Primera caída

En la primera caída, el pastor destacó los peligros y la violencia que viven las personas en situación de movilidad, muchas de ellas desde sus propios países y otras mientras buscan llegar a Estados Unidos, por los delincuentes y las autoridades. 

Tres ángeles mensajeros portaron también mensajes como “La tierra es de todos, Jesucristo abre puertas”, junto al “muro de Abbott”, levantado en el río Grande, con malla metálica rodeada de rollos de púas, por ordenes del gobernador Greg Abbott, con el fin de inhibir su cruce a Estados Unidos. 

Ían, 6 años

El segundo en cargar la cruz fue Ían Rubén Andrés Giraldo Alvarado, de 6 años de edad, quien salió de Venezuela con su mamá, Sara Alvarado, desde diciembre del año pasado, y quien al principio caminó con la bandera de Chile, pero después le pidió al pastor representar a Dios. 

“Tenía una corona de espinas y me tenía tantito puyando, me molestaba, me puyaba bastante”, confesó quien después de dormir en el cauce internacional sueña con llegar a Estados Unidos, en donde su mamá espera que sea diagnosticado correctamente, ya que en su país le dijeron que tenía autismo, pero después otro doctor le dijo que no era.

Lo que más extraña de Venezuela es su bicicleta, la cual dejó con su abuela, contó para luego confesar que su travesía ha ido “muy mal… me jalaron (en Tapachula)”, además de que se ha lastimado el cuerpo muchas veces al viajar en trenes de carga y “en el tren pasan muchas cosas, en el tren pasan accidentes”, pero su mamá se hizo muy fuerte. 

“Estados Unidos está allá, atrás de ese murito”, dijo al señalar con su manita las púas y los barrotes de aceros que forman el muro fronterizo, para luego compartir que de grande quiere ser “en Estados Unidos, cantante, ¿qué más?”, sin tener ganas en ese momento de cantar rap, su música favorita.

La crucifixión

La tercera en cargar la cruz en la representación de los pasos de Jesús en su camino al calvario hasta su crucifixión y muerte fue la ecuatoriana María Patajalo, de 31 años de edad, quien dijo estar desde el sábado en el cauce internacional, a donde llegó creyendo que sería más fácil cruzar la frontera. 

“Es algo que estamos sintiendo en carne propia aquí, llevo tres días y lo único que nosotros pedimos al señor presidente de Estados Unidos es que nos de asilo, que escuche nuestras historias”, compartió. 

Con lágrimas en los ojos, la ecuatoriana dijo que al cargar la cruz y caminar con la corona de espinas sintió una gran nostalgia.

Al concluir, María representó la crucifixión sobre la cruz, la cual después fue colocada sobre las púas, mientras que los agentes de la Guardia Nacional de Texas se mantuvieron atentos a la seguridad en la frontera.

“Es triste que cada uno de ellos, cada minuto, cada hora, cada día, represente para ellos un viacrucis porque nadie los quiere escuchar. La invitación es para el presidente de Estados Unidos, señor Biden: escúchelos, bríndeles la oportunidad de conocer su historia y que cada juez de migración sepa porqué están aquí cada uno de estos hermanos migrantes”, pidió Mayorga. 

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