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Opinión

Semáforo naranja, otro fracaso de Corral

Hay tres razones fuertes para señalar a Javier Corral como responsable del fracaso frente a la pandemia del Covid-19 (que por cierto está a punto de llevarnos al semáforo rojo)

Carlos Murillo
Abogado

domingo, 18 octubre 2020 | 06:00

Hay tres razones fuertes para señalar a Javier Corral como responsable del fracaso frente a la pandemia del Covid-19 (que por cierto está a punto de llevarnos al semáforo rojo). A continuación expondré mis argumentos.

La primera razón es que, a pesar de la emergencia, Corral decidió invertir 1,000 mdp en la ruta troncal del Bravo Bus, en vez de enviar ese presupuesto al sector salud para superar las carencias de los hospitales que dependen del gobierno estatal, éste, es apenas un botón de los gastos ilógicos que ha hecho el gobernador durante la pandemia.

La segunda razón, es que Corral sigue peleando con el  Gobierno Federal, ni siquiera las casi 1,600 muertes registradas por Covid-19, ni los 1,800 homicidios dolosos en el estado le han sensibilizado para hacer una tregua y buscar por todos los medios el apoyo logístico y los recursos extraordinarios de la federación; pero, esto tiene su trasfondo porque, entre más peleados, más rentabilidad electoral para Corral (aquí encontramos una responsabilidad compartida con AMLO que también agarró pleito con Chihuahua y los dos, AMLO y Corral, encantados de pelearse mientras Chihuahua está en llamas).

Y, la tercera razón, es que ha dejado a la deriva el estado durante cuatro años, no puede llegar a este quinto -y último año-, sorprendido por la crisis en los hospitales. Tampoco se puede sorprender del déficit que hay en seguridad, con una fiscalía anémica que apenas junta para la gasolina y una secretaría de seguridad de membrete, lo que ha provocado que medio estado esté en manos del crimen organizado; y no puede ahora sorprenderse de la crisis en educación, cuando le ha negado sus prestaciones a los profesores durante cuatro años. 

En resumen, en salud, en seguridad, en educación, están los tres grandes fracasos de Javier Corral. Entonces, la crisis por la pandemia era inevitable, pero no es culpa de los chihuahuenses, es culpa del gobernador que ha preferido el set de televisión o el campo de gol, en vez de trabajar. 

Pero, en lugar de hacerse responsable por sus actos, el gobernador Javier Corral culpa a los ciudadanos por el rebrote del Covid-19 en el estado; no sale a decirlo en las cámaras, pero manda a su -desconocido- secretario a ensuciarse las manos y anunciar que regresamos al semáforo naranja en la región de Juárez -y próximamente en el resto del estado-.

La idea de Corral es culpar a la gente, porque no se pone el tapabocas o porque sale a lugares públicos. ¿La gente tiene la culpa? Ven la paja de en el ojo ajeno, pero no ven la viga en el propio. 

Mientras tanto, los gobiernos estatal y federal, se lavan las manos como Poncio Pilatos. Según los discursos, la responsabilidad de la pandemia es del pueblo. La fórmula es la de siempre, si algo sale mal, los ciudadanos tienen la culpa; pero si la estrategia funciona, entonces fueron los burócratas de la salud que se autoproclaman héroes desde un escritorio.

Este discurso es más falso de que una moneda de tres pesos. La política de salud es responsabilidad del Estado. Es muy claro que los ciudadanos deben participar con el distanciamiento social, pero el Estado es responsable por garantizar la aplicación de pruebas del Covid-19, el registro de casos y el seguimiento para prevenir. Nada de esto se hace. 

Pero los ojos están puestos solamente en las camas de hospitales. En las redes sociales aparecen mensajes apocalípticos donde se observan decenas de personas afuera de los hospitales esperando a sus familiares enfermos por Covid-19 o bien, de largas filas de autos para hacerse pruebas en laboratorios privados.

De nueva cuenta hay que recordarlo, con o sin Covid, los hospitales públicos ya estaban saturados, con y sin Covid, no había medicamentos, ni médicos suficientes para hacer frente a las necesidades antes de la pandemia. El sistema de salud está desbordado desde hace cuatro décadas. Pero ahora nos quieren vender la idea de que el Covid provocó el colapso en el sistema de salud. Esto es falso, porque ya estaba colapsado.

Que no nos den gato por liebre. El sistema de salud (a nivel nacional) está en una crisis financiera y ni los 85 mil muertos por Covid han conmovido a los gobernantes para dejar de invertir en las obras del ego, por ejemplo, el Tren Maya, el Aeropuerto de Santa Lucía, en Juárez la ruta troncal y en estos últimos días, la nueva pintura para la equis en la Plaza de la Mexicanidad. Obras que quizás son necesarias, más no prioritarias.

Para el Gobierno federal es más importante invertir 36 mil mdp en el Tren Maya en 2020, en plena pandemia. Si se usa la razón, AMLO ordenaría que se ponga en espera esta y las demás mega obras. Solo con la inversión de 2020, del Tren Maya, el Gobierno federal podría comprar 12 millones de pruebas Covid para prevenir el contagio.

Y el gobernador Javier Corral no canta mal las rancheras, se estima que la polémica ruta troncal del Bravo Bus costará 1,000 mdp (dinero que aparentemente no alcanzará y que por eso le andan pidiendo al Gobierno federal que les autorice más presupuesto para terminar la obra), estos millones bien podrían usarse en los hospitales que administra el gobierno estatal para que los médicos cuenten con el equipo necesario para la contingencia sanitaria y para pagar el tristemente célebre bono Covid que se les regatea cada quincena a los médicos y enfermeras.

Entonces, que no nos engañen, si quieren encontrar culpables solo tienen que verse a sí mismos, después de cuatro años de parálisis gubernamental, se le acabaron los pretextos a Javier Corral, ya no puede culpar a la deuda, ni a Duarte, ni a la Federación, el único responsable de que Chihuahua regrese al semáforo naranja es el gobernador Javier Corral, quien prefirió patalearle la puerta a la federación en plena emergencia, poniendo sus intereses político-electorales por encima de las necesidades de los chihuahuenses.

En este punto, seguramente algún fanático corralista intentará refutarme y decir que los presupuestos están etiquetados (en el lenguaje de los contadores es que no se puede gastar más que en lo que se ha planeado) por lo que, lo predestinado a obra pública no puede cambiarse de rubro e irse a equipo de salud porque la ley de egresos no lo permite; sin embargo, esta visión miope de la administración pública es la que nos tiene encerrados en un callejón burocrático sin salida, pero ¿no es la contingencia histórica?, ¿no se han tomado medidas emergentes como el cierre de escuelas?, entonces ¿por qué no hacer una excepción también con el ejercicio presupuestal? Si la norma no sirve para resolver los problemas sociales, entonces hay que cambiarla. Con voluntad todo es posible. Pero hay que trabajar para lograrlo, no se va a hacer solo.

En fin, la cuestión es muy fácil, la gente que cumpla con el distanciamiento social y las medidas preventivas, pero que también el gobierno cumpla con su responsabilidad e invierta en lo urgente para la prevención con pruebas y seguimiento de los casos y se ponga a trabajar.

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