Gobernador de Puerto Rico pensó poder hacerle frente al levantamiento

San Juán.- La gente de Puerto Rico lo conoció primero como Ricky, el chico guapo que se mudó a la residencia del gobernador cuando tenía solo 13 años. Ricardo A. Rosselló creció como un hijo privilegiado en histórica mansión palaciega del siglo XVI, conocida como La Fortaleza, a pocos pasos de la Bahía de San Juan.

Hoy, Rosselló, sigue viviendo en la misma casa colonial de su juventud, con su propia familia. Pero la propiedad se ha convertido en una jaula, custodiada por agentes de la Policía con equipo anti-botines y rodeada por manifestantes que quieren que se vaya.

Rosselló anunció el miércoles que renunciaba a su cargo, un paso sin precedentes en la historia de Puerto Rico que lleva a una prometedora carrera política prometedora, por ahora, a un vergonzoso final.

Su administración se colapsó en tan solo dos semanas, socavada por un levantamiento popular que el gobernador inicialmente pensó poder hacerle frente. Sin embargo, Rosselló interpretó mal la ira que se gestaba entre su gente después de años de estancamiento económico y promesas incumplidas.

Después de pasar gran parte de su carrera política perseguido por las acusaciones de ser un niño dorado cuyo éxito llegó a través de la red de influencia política que heredó de su padre, Rosselló terminó siendo víctima de una crisis de su propia creación. Rechazando a los más longevos miembros del partido, se rodeó con un grupo muy unido de amigos cercanos e influyentes, y las arrogantes y frenéticas bromas que compartían a costa de los que estaban fuera de su círculo se convirtieron en su perdición.

Los problemas del gobernador comenzaron tras la publicación de cientos de páginas de un chat grupal privado filtrado en la aplicación de mensajería Telegram, un embarazoso episodio que, bajo condiciones un tanto distintas, podría haber sobrevivido a los embates de la política moderna.