Estados Unidos
viernes, 27 septiembre 2019 | 09:13
Washington.- Las palabras del presidente Trump sobre Marie L. Yovanovitch, su exembajadora en Ucrania, fueron ominosas. En una conversación telefónica que desencadenó una crisis política, Trump le dijo a Volodymyr Zelensky, el presidente de Ucrania, que ella era “malas noticias”.
“Ella pasará por algunas cosas”, agregó.
De hecho, ella ya ha tenido que lidiar con bastantes cosas. En los últimos meses, Yovanovitch, una veterana condecorada de 33 años del Departamento de Estado, ha sido vilipendiada en los medios de comunicación de derecha, denunciada por el hijo mayor del presidente como una “bromista”, fue llamada un títere demócrata por el abogado personal del presidente y luego fue retirada abruptamente de Kiev en mayo, meses antes de lo previsto.
Su supuesto pecado, nunca respaldado por evidencia, fue que ella había mostrado deslealtad hacia Trump, despreciándolo a sus espaldas. Sus amigos, quienes dicen que su profesionalismo e historia de servicio diplomático contradicen las aseveraciones de sus acusadores, tienen otra teoría: se había convertido en un daño colateral en los intentos de Trump y Rudolph W. Giuliani, su abogado personal, para dañar la reputación del ex vicepresidente Joseph R. Biden Jr, quizás el rival demócrata más destacado de Trump en el 2020.
Entre los ataques aparentes en su contra: un exfiscal ucraniano afirmó en una entrevista con The New York Times que la Yovanovitch había bloqueado a su equipo para obtener visas a Estados Unidos para entregar información perjudicial sobre Biden y su hijo Hunter al FBI.
Al atacar a Yovanovitch, antiguos colegas dicen que Trump y sus aliados demostraron cuán profundamente sospechosos son de los profesionistas gubernamentales de carrera que los rodean, lo que llevó al presidente a eludir los procedimientos y personal habituales mientras externalizaba aspectos de política exterior con Giuliani y otros.