Diario
The New York Times
Washington.- El mes pasado, Elizabeth Duffy vio la cobertura en vivo de los bomberos que se adentraban en aguas a la altura de la cintura en Naples, Florida, para rescatar a las personas después del huracán Ian, la tormenta de categoría 4 que azotó gran parte del oeste y el centro de Florida.
La noticia fue un sobrio y escalofriante recordatorio de lo que Duffy, residente de Rockaways, en Queens, había vivido hace casi 10 años, después del huracán Sandy.
“Hacía tanto frío ese año y nadie tenía calefacción, agua caliente o electricidad”, dijo. “Las calles estaban llenas de arena y lodo. Había lugares donde no había nada”, continuó. “Era como una zona de guerra”.
Mientras las imágenes de Ian seguían obsesionándola, Duffy llamó a su cuñada, otra residente de Rockaways que perdió su casa durante Sandy y tuvo que reconstruirla.
Mientras hablaban de esos días oscuros, también recordaron a los numerosos voluntarios que llegaron para ayudar. “Los extraños venían y armaban tiendas de comida en la esquina”, dijo Duffy. “Estas personas vinieron al club náutico y repartieron estas pequeñas bufandas de lana gris. Fue la bufanda más cálida que he tenido”.
Las cuñadas se dieron cuenta de que podían brindar un apoyo similar a los sobrevivientes de la tormenta en Florida. Después de Sandy, la asistencia más útil que recibieron, recordó Duffy, fueron tarjetas de regalo para Home Depot o Best Buy, tiendas que podrían ayudarlos a reemplazar los artículos destruidos, o simplemente tarjetas Mastercard o Visa que podían gastar en cualquier lugar. Duffy, quien es la presidenta de Rockaway WISH, una organización local sin fines de lucro, hizo un llamado para donar tarjetas de regalo, y consejos sobre cómo usarlas, en toda su comunidad de voluntarios.
Una mujer respondió con una advertencia: Para asegurarse de que los recibos de regalo estuvieran adjuntos a la tarjeta (trató de usar uno después de Sandy y descubrió que no podía hacerlo sin el comprobante de compra adjunto). Así que los organizadores adjuntaron los recibos a los regalos. El grupo también llamó a amigos que vivían en Florida para averiguar qué tiendas estaban abiertas y abastecidas, y qué tarjetas de regalo serían más útiles. Los escolares ilustraron notas para enviar con las tarjetas.
Las cuñadas recolectaron 5 mil dólares en tarjetas en tres días. Los residentes de Rockaways fueron a dejarlas bajo una lluvia torrencial, recordó Duffy. “Fue hermoso y un poco abrumador”.
Estos neoyorquinos saben lo que se siente perderlo todo.
“Después del huracán Sandy, recuerdo que alguien colocó estrellas pintadas a mano con palabras de inspiración. Fue muy conmovedor ver que estos extraños realmente se preocupaban por nosotros”, dijo Duffy. “Después de eso, sientes que quieres devolver el favor”.