Dogman: Una mezcla de géneros

Ciudad de México.- "Entre más conozco a los hombres, más quiero a mi perro", decía Lord Byron de los canes. Y más de uno estará de acuerdo: si existe un ser fiel en el mundo animal, esos son los perros.

Llega una película sobre un hombre que tiene esta frase como biblia: Dogman.

Douglas Munrow (Caleb Landry Jones) es llevado a prisión, pero su primer interrogatorio no es con un policía, sino con una psicóloga (Jojo T. Gibbs). Y es que el aspecto de Douglas es inusual: corpulento, con pestañas postizas y arreglo exótico, impone y reta.

La película de Luc Besson abreva de muchos ríos narrativos: parte del lecho fluvial del gótico norteamericano, con infusiones religiosas y de porno miseria de los white trash, para pasar a una trama de semi thriller y conciencia social.

Justamente, el que la película no decida su paradero, hace que la historia se sienta larga, cansada y episódica. Existen sólo dos hilos conductores en el relato, siendo el primero, los perros como los eternos aliados.

El segundo, es el sufrimiento del propio protagonista, al cual le pasan todo tipo de desventuras: desde el abandono y maltrato infantil, pasando por los hogares adoptivos, hasta el rechazo de todos, excepto de aquellos que viven en la periferia de la sociedad. Ahí, se convierte en un improbable paladín, una especie de Robin Hood.

Caleb Landry Jones, quien suele interpretar a personajes excéntricos, parece estar pintado para este rol. Sin embargo, esta retórica del sufrimiento perpetuo termina siendo más enfadosa que empática. Tampoco ayuda el uso chantajista de la música de Edith Piaf una carnada que no arranca ninguna lágrima.

El resto de los personajes se perciben colindantes, con subtramas que revuelven más el filme.

Haciendo honor al título, son los canes -y sus entrenadores- los que se llevan nuestra admiración. Ahí sí, se nota, hubo una cuidadosa preparación.

DOGMAN

Dos estrellas

Dirige: Luc Besson

Actúan: Caleb Landry Jones, Christopher Denman, Jojo T. Gibbs

Duración: 113 min.