Ecoansiedad: Cuando el cambio climático afecta a la salud mental

Nueva York.- Una ola de culpa y vergüenza golpeaba a Alina Black en el pasillo de bocadillos de la tienda Trader Joe's.

Algo tan simple como las nueces. Venían envueltas en plástico, a menudo en capas, que ella imaginó saliendo de su casa y viajando a un vertedero, donde ese plástico permanecería durante toda su vida y la de sus hijos.

Anhelaba, realmente anhelaba, dejar menos huella en la tierra. Pero también había tenido un bebé en pañales, un trabajo de tiempo completo y un niño de 5 años que quería bocadillos. A la edad de 37 años, estas fuerzas en conflicto se estaban cerrando lentamente sobre ella, como un par de mandíbulas.

En las primeras horas de la mañana, después de amamantar al bebé, se deslizaba por la madriguera del conejo, hojeando noticias sobre sequías, incendios y extinciones masivas. Luego miraría en la oscuridad.

Fue por esta razón que, hace unos seis meses, buscó “ansiedad climática” y encontró el nombre de Thomas J. Doherty, un psicólogo de Portland que se especializa en el clima.

Hace una década, Doherty y una colega, Susan Clayton, profesora de psicología en el College of Wooster, publicaron un artículo proponiendo una nueva idea. Argumentaron que el cambio climático tendría un poderoso impacto psicológico, no solo en las personas que sufren la peor parte, sino también en las personas que lo siguen a través de noticias e investigaciones. En ese momento, la noción fue vista como especulativa.

Ese escepticismo se está desvaneciendo. La ecoansiedad, un concepto introducido por jóvenes activistas, ha entrado en el vocabulario general. Y las organizaciones profesionales se apresuran a ponerse al día, explorando enfoques para tratar la ansiedad que sean tanto existenciales como, según muchos, racionales.

Aunque hay pocos datos empíricos sobre tratamientos efectivos, el campo se está expandiendo rápidamente. La Alianza de Psicología Climática proporciona un directorio en línea de terapeutas conscientes del clima; Good Grief Network, una red de apoyo entre pares basada en programas de adicción de 12 pasos, ha generado más de 50 grupos; han comenzado a aparecer programas de certificación profesional en psicología climática.

En cuanto al doctor Doherty, tantas personas ahora acuden a él por este problema que él ha construido una práctica completa en torno a ellos: una estudiante de 18 años que a veces experimenta ataques de pánico tan severos que no puede levantarse de la cama; un geólogo glaciar de 69 años que a veces se siente abrumado por la tristeza cuando mira a sus nietos; un hombre de unos 50 años que estalla en frustración por las elecciones de consumo de sus amigos, incapaz de tolerar su charla sobre las vacaciones en la Toscana.

El surgimiento del campo ha encontrado resistencia, por varias razones. Los terapeutas han sido entrenados durante mucho tiempo para mantener sus propios puntos de vista fuera de sus prácticas. Y muchos líderes en salud mental sostienen que la ansiedad por el cambio climático no es diferente, clínicamente, de la ansiedad causada por otras amenazas sociales, como el terrorismo o los tiroteos en las escuelas. Mientras tanto, algunos activistas climáticos desconfían de ver la ansiedad por el clima como un pensamiento disfuncional, que debe ser aliviado o, peor aún, curado.

Pero a la señora Black no le interesaban los argumentos teóricos; necesitaba ayuda de inmediato.

No era del tipo de Greta Thunberg, sino una madre trabajadora ocupada y privada de sueño. Dos años de incendios forestales y olas de calor en Portland habían despertado algo dormido dentro de ella, una compulsión de prepararse para el desastre. Se encontró despierta por la noche, cotizando los sistemas de purificación de agua. Para su cumpleaños, pidió un generador.