Opinión

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El jefe es corto de entendederas

En sus buenos tiempos de chaperón del patrón Corral, el comisionado Estatal de Seguridad (CES), Óscar Alberto Aparicio, llegó a tener hasta 20 escoltas repartidos en tres turnos

LA COLUMNA
de El Diario

miércoles, 05 febrero 2020 | 06:00

• El jefe es corto de entendederas

• Va de bajada de punto en punto

• Le ponen el cascabel al PAN 

• Guardan vacunas para que caduquen

En sus buenos tiempos de chaperón del patrón Corral, el comisionado estatal de Seguridad (CES), Óscar Alberto Aparicio, llegó a tener hasta 20 escoltas repartidos en tres turnos para cuidarlo en la oficina, en la calle y en la ostentosa residencia que ocupa en la ciudad de Chihuahua.

El año pasado le bajó más por austeridad que por confianza, pues en esos cargos donde se mezcla la política y la delincuencia organizada, suelen surgir ataques de paranoia e ideas de traiciones, algunas veces justificadas.

Pero en diciembre la orden del fiscal general, César Augusto Peniche, fue la reducir a un máximo de 10 elementos el equipo de seguridad de Aparicio.

No fue una decisión propia del fiscal, más bien la ejecución de una instrucción del Palacio de Gobierno, cuando ya se visualizaba la creación –de nuevo– de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal y el perfil de Emilio García Ruiz para ocuparla.

En enero llegó otra reducción y la semana pasada otra más, junto con el análisis para redistribuir equipo, personal, oficinas y vehículos blindados a los nuevos mandos. García Ruiz trae ahora más escoltas que Corral.

En esos movimientos el más perjudicado ha sido Aparicio, quien algún tiempo durante el año pasado creyó que podría ganarle las vencidas a Peniche Espejel, gracias a la cercanía de chaperón fugaz que logró con el jefe de ambos, el gobernador Javier Corral.

Al policía federal comisionado a Chihuahua en 2016 lo dejaron prácticamente recluido en su oficina, sólo con cuatro elementos de guardia, por lo que ha debido echar mano de su aún leal compadre y jefe de operaciones de la CES, Álvaro Serrano.

Para cualquiera sería una señal muy clara de que debe hacer maletas, pero el jefe Aparicio parece que salió muy corto de entendederas.

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De acuerdo con la medición que hace Consulta Mitofsky, en un pool tracking diario, sobre la aprobación del presidente López Obrador, existen datos muy reveladores acerca de la forma en que se ha movido ese indicador. No ha tomado rumbo de caída libre pero va sistemáticamente a la baja.

Si bien AMLO se mantiene en niveles altos de aprobación, ha dejado ver ya algunos temas muy sensibles que afectan a la baja la simpatía de los mexicanos por el presidente de las mañaneras.

El presidente inició el 2019 con una aprobación que llegaba casi al 68 por ciento; es decir, siete de cada 10 mexicanos aprobaban su gestión, pero al final de ese año cerró con una aprobación del 58.7 por ciento, lo que significó una caída de casi 10 puntos porcentuales en un año.

Sin duda alguna los temas que más afectaron los niveles de aprobación presidencial han sido la inseguridad en casi todo el país; y desde principios de año, la desaparición del Seguro Popular.

Sin duda lo ha golpeado también la cuesta de enero, además de una percepción negativa generalizada sobre las expectativas económicas para este año, según conclusión del jefe de la encuestadora, Roy Campos.

El tabasqueño inició el mes de enero, y el año 2020, con una aprobación de 57.3 por ciento. Para inicios del mes que corre, esa cantidad ha bajado al 56.3 por ciento de aprobación, lo que claramente marca una tendencia a la baja desde el año pasado, ocasionada por esa mezcla de temas que no le han sido favorables al presidente.

De continuar esa misma tendencia, agravada por los problemas en el sector salud, una severa contracción económica en el país y la inseguridad incontrolable, la figura presidencial no llegaría a los comicios del 2021 ni cercanamente con la fuerza arrolladora del 2018.

Es por ello que se lamen los bigotes los partidos opositores a Morena y las propias figuras independientes. Los astros se les están acomodando nuevamente, según las radiografías presentadas por encuestadoras como Mitofsky y otras.

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El cascabel al gato sienten que ha sido colocado a Joob Quintín Flores desde la Consejería Jurídica del Estado, donde despacha el juarense y exlíder blanquiazul en esta frontera, Jorge Espinoza Cortés.

Apareció por ahí en alguna revista la foto de Quintín grandota, a todo color y en portada. En su cuenta de Face, Jorge aventó algo de punzante venenillo señalando de promoción personal a su dirigente y dando a entender que la publicación fue pagada.

En el edificio azul y blanco de 16 de Septiembre y 5 de Mayo anotaron ese comentario como parte de una campañita infecciosa si no del tipo coronavirus fatal al menos sí de cara alérgica que no mata pero molesta horrores.

Joob y su raza han observado que de tiempo atrás otros funcionarios menores de la Consejería Jurídica han lanzado también críticas por las más diversas razones, hasta las que tienen qué ver con el manejo financiero del partido.

Todo tiene que ver, según conocedores del PAN juarense, con que alguno o varios funcionarios de la Consejería le traen ganas al 2021 y consideran que golpeando a su dirigencia la debilitan y se hacen de candidaturas y posibilidades de escalar en el poder público... o mantenerse.

La realidad es que para Acción Nacional el panorama electoral es bastante complicado pero esperanzador porque el resto de los partidos también enfrentan serias dificultades para disuadir en su favor a la ciudadanía.

A esas lucecitas de esperanza le apuestan los que buscan el control del partido. De ahí surgen las candidaturas. 

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Fuera de Chihuahua, Juárez, Delicias y otros grandes centros urbanos, prácticamente dejaron de existir las habituales brigadas de vacunación preventiva.

Han quedado guardadas en refrigeradores miles de dosis que deberían circular sobre todo en zonas marginadas y apartadas de la entidad, para inmunizar a niños contra enfermedades que se consideran casi erradicadas.

Al secretario de Salud, Jesús Enrique Grajeda, así como a los responsables de las jurisdicciones sanitarias en todo el estado seguramente les han reportado avances en las campañas de vacunación, pero la realidad de la que se habla en el sector es que por negligencias y falta de personal, la cobertura ha disminuido en más de un 30 por ciento.

Las vacunas se han quedado guardadas porque no hay forma de aplicarlas. Llegaron los anticuerpos desde el año pasado, pero en la Secretaría de Salud no se licitó la compra de jeringas para la inoculación, como si el fin fuera que se echaran a perder, dejarlas que caduquen.

A eso se suma la falta de personal, que es una constante en todo el sistema, y la irresponsabilidad de quienes manejan las campañas de vacunación, pues saben que éstas son piedra angular de la prevención de enfermedades infectocontagiosas.

El riesgo de dejar las cosas a medias, como sucede en la actualidad, es muy alto en poblaciones con grandes carencias en materia de salud. 

Pero también representa riesgos graves en comunidades como la frontera, con altas tasas de población flotante y elevados niveles de marginación, donde se enfocan, o deberían enfocarse, las campañas preventivas de salud.

Notas de Interés

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