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Opinion El Paso

Reporte encubridor sobre Uvalde, otra afrenta para las víctimas

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Ruben Navarrette Jr. / The Washington Post

domingo, 17 marzo 2024 | 06:00

San Diego— No puedo dejar de pensar en la pobre gente de Uvalde, Texas.

¿No han tenido suficiente sufrimiento? ¿Cuánto dolor e insultos más tendrán que soportar los residentes de esta población de 15 mil habitantes situada en el suroeste de Texas?

Muchas de esas personas perdieron a sus hijos u otros seres queridos en una brutal masacre hace casi dos años. ¿Por lo menos pueden mantener cierta dignidad?

Eso es difícil de hacer cuando a uno le dicen algo que sabe que es verdad –y que las otras entidades del gobierno, incluyendo al Departamento de Justicia de Estados Unidos, confirman que es cierto, por ejemplo, que las autoridades no respondieron adecuadamente a la tragedia– y le aseguran que eso no es cierto del todo.

La destrozada comunidad de Uvalde no puede recuperarse porque le han negado lo único que les permitirá sanar: un cierre del caso.

Y allí está el problema. No puede haber un cierre sin la verdad y responsabilidad. Aunque no vamos a encontrar ninguna de esas cosas en el reporte de 182 páginas o como lo describió Jake Tapper de CNN, “el encubrimiento” –preparado por el investigador independiente Jesse Prado.

Contratado por funcionarios del ayuntamiento para evaluar la respuesta de las autoridades locales a la tragedia, se supone que el detective retirado de la policía de Austin iba a aclararlo todo. En lugar de eso, lo hizo más nebuloso.

Los medios de comunicación ya hicieron la mayor parte del trabajo de Prado.

Esto es lo que sabemos.

El 24 de mayo del 2022, un joven armado de nombre Salvador Ramos entró a Robb Elementary School, a la que asistió anteriormente.

Este joven de 18 años tenía un historial de problemas psicológicos y emocionales. Pero al tratarse de Texas, eso significa que hubiera tenido problemas para votar pero no para obtener un rifle de asalto militar tipo AR-15, capaz de destruir un poblado.

Al final, 19 niños –la mayoría de ellos de cuarto grado que tenían 10 u 11 años– fueron asesinados, al igual que las maestras de cuarto grado Irma García y Eva Mireles.

De acuerdo a los reportes de los medios, las maestras murieron heroicamente tratando de proteger a sus alumnos de los disparos.

Tristemente, ese el mayor alcance del heroísmo que se ha mostrado en estos días. A pesar de estar armados hasta los dientes, 376 oficiales de policía que llegaron al lugar de los hechos de siete agencias actuaron como cobardes.

Eso incluye a docenas de Rangers de Texas, quienes se reveló que eran –como dicen en el estado de la Estrella Solitaria– “mucho sombrero pero nada de vacas”.

Apuesto a que si García y Mireles hubieran tenido el uno por ciento del poder de fuego que los policías tenían, lo hubieran usado mejor y esta historia hubiera tenido un final diferente.

Oficiales que aplican la ley se quedaron afuera de la escuela durante 77 minutos antes de que una unidad táctica especial de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos irrumpiera finalmente en uno de los salones y abatiera a Ramos.

De acuerdo al reporte que Prado presentó ante una abarrotada reunión del consejo municipal, oficiales de la policía local actuaron de “buena fe”. Y concluyó que no habían hecho nada malo.

Enfurecidas, las familias de las víctimas denunciaron el reporte y una vez más exigieron que fueran responsabilizados. Algunos de los oficiales involucrados en la debacle ya renunciaron o fueron despedidos.

Eso incluye al jefe de la policía de Uvalde, Daniel Rodríguez, quien se encontraba de vacaciones cuando ocurrió la masacre. En esta semana, Rodríguez anunció que dejaría su puesto.

Sin embargo, las familias quieren y merecen mucho más. Ellos desean que algunos policías sean arrestados y procesados, tal vez por negligencia criminal.

Debido a que Ramos era méxicoamericano, al igual que la mayoría de las víctimas, asumí desde el principio que la raza y etnia eran parte de la razón por la que la policía que estuvo en el lugar de los hechos actuó tan lentamente.

Algunos considerarán esta acusación como ofensiva. Pero todo el tiempo he escuchado lo mismo de otros mexicoamericanos cuando se menciona el tema de la masacre de Uvalde.

Los estadounidenses han visto otros tiroteos escolares –incluyendo en una escuela Cristiana en Nashville en marzo del 2023, en la que tres niños y tres adultos murieron– en donde las víctimas eran mayormente anglosajones. En esos casos, la policía se movió más rápido para resolver la situación.

Aunque ahora que un ex policía ha exonerado a otros oficiales, creo que esta debacle es mucho más que la raza y etnia.

Es ver cómo la cómoda estructura del poder en los poblados pequeños, y lo sencillo que es que la gente de la clase trabajadora que no tiene conexiones o ventajas en raras ocasiones recibe un trato justo.

Y así son las cosas en un estado de machos alfa como en Texas en donde lo que se gana el respeto es la fortaleza, el poder y la riqueza y cómo las personas de Uvalde no han recibido nada.

Es cierto lo que ellos dicen, el encubrimiento puede ser peor que el crimen y en Uvalde ambas cosas han sido horrendas.

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