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Opinion El Paso

Nuestra familia está en peligro en Texas, pero no nos iremos

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Mario Carrillo/America's Voice

domingo, 21 mayo 2023 | 06:00

Cuando mi esposa Angélica y yo nos casamos en noviembre de 2016, decidimos establecernos y empezar nuestra vida en Austin. Mi esposa nunca había estado en Texas, pero mi experiencia de haber crecido allí la convenció de hacer la mudanza.

Crecí en El Paso, después de migrar de México con mi familia cuando tenía 5 años.  Para mí, Texas ha sido mi casa y El Paso es una ciudad que recibió a mi familia con los brazos abiertos hace más de 30 años.

Mis padres siguen viviendo allí, y la proximidad de Austin con mi ciudad natal fue una razón por la que le propuse a mis esposa vivir en Texas.

En diciembre del 2016, empezamos nuestra vida juntos en un pequeño apartamento de una recámara, situado en el suroeste de Austin.

Mi esposa creció en Utah como indocumentada y ha recibido los beneficios de DACA desde hace más de 10 años, y como una familia de estatus mixto sentimos el historial que tiene Texas como un estado amigable  -siendo el primero en permitir que los estudiantes indocumentados pagaran una colegiatura igual a los estudiantes del estado y es un estado que desde hace tiempo ha entendido las contribuciones de los inmigrantes- y eso lo convertía en un buen lugar para iniciar nuestra vida y una familia.

Pero desde hace seis años, nuestro Partido Republicano estatal ha ido en un descenso rápido y aterrador hacia el extremismo, tanto en la inmigración y en otras cosas, y en ocasiones he empezado a sentirme culpable de haber convencido a mi esposa de mudarnos aquí, especialmente en este momento, cuando en enero del 2021 nació nuestra hija.

Coincidiendo con el ascenso del extremismo, también hemos visto tiroteos masivos y violencia, incluyendo contra los migrantes, que han sacudido nuestra sensación de seguridad.

Desde que nos mudamos aquí en 2016, Texas ha sufrido masacres en Sutherland Springs en 2017, Santa Fe High School en 2018, El Paso en 2019, Midland/ Odessa en 2019, Uvalde en 2022, Cleveland en 2023 y el más reciente en un centro comercial de tiendas de rebaja en Allen.

Ese último tiroteo fue motivado al parecer por una ideología racista y fascista.

Esto, junto con el ataque contra los migrantes en Brownsville en el que ocho personas fueron asesinadas después de haber sido chocadas por un auto conducido por alguien que al parecer utilizó un lenguaje anti-inmigrante, tiene a muchos texanos en gran alerta.

Varios de esos ataques fueron perpetrados por nacionalistas blancos que claramente manifestaron sus motivaciones, incluyendo el ataque ocurrido en mi ciudad natal en el 2019, en el que un sujeto armado entró a Walmart de El Paso mató a 23 personas en ese día y los culpó de una “invasión hispana”.

En el 2019, un día antes del tiroteo ocurrido en El Paso, el gobernador Greg Abbott envió un correo electrónico para recabar fondos de sus simpatizantes y haciéndoles un llamado para “DEFENDER” la frontera de Texas, que luego admitió fue un error y “enfatizó la importancia de asegurarse que la retórica no sea utilizada de una manera peligrosa”.

Cuatro años después, parece que el gobernador Abbott y muchos otros republicanos de Texas no han aprendido ninguna lección, y parecen seguir promoviendo esa peligrosa teoría conspiratoria de “reemplazo” y utilizando la narrativa de la “invasión” cuando se refieren a los migrantes en las redes sociales y anuncios, cuando ya saben que algunos texanos escuchan esas versiones como un llamado a la violencia.

Al ser una familia de estatus mezclado, el criar a una hija en un estado en el que los derechos a las armas son más protegidos que los de ella, y en el que nuestros líderes estatales no tendrían ningún problema para separarnos en base al estatus de inmigración de mi esposa, hemos tenido que reflexionar acerca de nuestra estadía en Texas.

El surgimiento del extremismo, el acceso a las armas, que ahora es más fácil que nunca, y los ataques contra las comunidades marginadas nos hacen cuestionarnos si realmente queremos criar a nuestra hija aquí -y estoy seguro que no somos los únicos.

Hemos estado en el proceso de arreglar el estatus de mi esposa durante casi cinco años, pero para alguien que aún no es un residente permanente, hemos tenido la difícil conversación sobre qué hacer si ella llega a ser detenida.

Su seguridad en este lugar no está asegurada. También hemos hecho planes de contingencia sobre qué sucedería si nos encontramos en medio de un tiroteo masivo o un ataque contra comunidades como la nuestra.

Mientras tanto, nuestra Legislatura sigue aprobando más propuestas de ley que podrían criminalizar más a los migrantes y financiar a grupos de vigilantes fronterizos que pueden acosar y detener a las personas que no pertenecen a este lugar.  Es un momento peligroso para las familias como las nuestras y millones más en Texas.

También nos sentimos decepcionados de que a varios funcionarios electos no parece importarles si su retórica está fomentando la violencia en contra de personas que trabajan y viven en Texas y no tenemos esperanza de que eso vaya a cambiar.   Ellos parecen impulsar el caos y el temor que crearon con una escalada de la violencia terrorista.

Aunque no nos vamos a ir. Texas es nuestra casa y es en donde estamos construyendo nuestra vida.

Nuestra esperanza es asegurarnos que otros texanos entiendan los peligros que están siendo generados y que no tenemos que vivir de esta manera.  No tenemos que vivir en un estado que promueve el odio contra otros.

Hay una manera diferente de seguir adelante, en el que todos podemos tratar de vivir a la altura de los valores sobre los cuales nuestro país fue fundado.  Eso siempre será nuestra esperanza para Texas.

 

(Mario Carrillo es encargado de las campañas La Voz de América y el Fondo de Educación de la Voz de América, que busca cambios en las políticas para asegurar la libertad y oportunidad para los inmigrantes en Estados Unidos).

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