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Opinion El Paso

Los padres blancos están aprendiendo lo que latinos y afroamericanos ya saben

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Ruben Navarrette Jr. / The Washington Post

jueves, 02 diciembre 2021 | 06:00

San Diego— Esas personas que se avergüenzan ante la crucial teoría sobre la raza, que ignoran los mandatos sobre el uso de mascarillas y se oponen a la vacunación, han descubierto que los maestros y directores de escuelas usualmente les hablan altaneramente a los padres de familia.

¿En dónde están esas personas? Por supuesto que las escuelas tratan a los padres con desdén. Eso es lo que hacen.

No hay duda que la relación entre los padres y las escuelas está muy dañada.  Nosotros les entregamos a nuestros hijos a los maestros y muy frecuentemente esas personas responden haciéndonos sentir como si no tuviéramos educación ni estuviéramos informados cuando los desafiamos o les cuestionamos sus métodos.

En los 30 años que llevo escribiendo acerca de la educación K-12, he escuchado a muchos padres que dicen que no les hicieron caso cuando fueron a la escuela de sus hijos para externar sus preocupaciones.

Mi ejemplo favorito es un padre méxicoamericano de la parte central de California que dijo que el director de la escuela de su hijo estaba ansioso porque se retirara del lugar  —a pesar de que el papá se graduó de Harvard, es un abogado con una Maestría en Educación y era miembro del consejo escolar.

¿Qué podemos esperar el resto de nosotros?

Los educadores son los que generan estudiantes desastrosos. Ellos no los escuchan, sólo les instruyen y usualmente no ven a sus padres como sus iguales.

Es lo que vi de primera mano como reportero y columnista metropolitano en Arizona a finales de los años 1990, cuando hice un reportaje sobre las causas de la revuelta de los padres latinos que se alzaron en contra de la educación bilingüe.

Primero, los directores de la escuela trataron de “engañar” a los padres latinos y hacerlos pensar que se estaban imaginando cosas. Luego, argumentaron que los niños deberían aprender inglés si les enseñaban sus lecciones en español.

Por supuesto, la mejor manera de aprender Álgebra es estudiar Biología.

A los padres les dijeron despectivamente que toda la “investigación” que apoyaba la teoría de la instrucción en el idioma nativo era la única manera de enseñar a los estudiantes que tenían un limitado dominio del inglés.

Dejen ustedes eso —como investigadora independiente y politóloga, Christine Rossell, señaló que la mayoría de la investigación que apoyaba la educación bilingüe dependía de métodos no científicos. No hay que olvidar que parte de esa investigación fue financiada por organizaciones que impulsaban la educación bilingüe. No hubo conflictos de interés en eso.

Una gran parte del problema es la arrogancia.  En las escuelas, probablemente los maestros creen que son los expertos. Ellos han leído libros, tomado cursos y estudiado cómo funciona el sistema educativo.

Excepto que cada maestro sabe que su trabajo es mucho más difícil sin el apoyo de los padres de familia. Y puede ser difícil que ese apoyo se reciba cuando las personas se sienten insultadas.

Por ejemplo, a los padres latinos de Arizona les dijeron básicamente: “Vuelvan cuando hayan leído la investigación”. Uno espera una mejor atención de personas que están en la nómina pública.

Esas escuelas que les faltan al respeto a los padres podría ser algo nuevo para los blancos privilegiados, pero los padres latinos y afroamericanos han estado lidiando con eso desde antes que se inventaran los pizarrones y el gis.

Es lo que el ex presidente Barack Obama recordó en el libro de sus memorias “Los Sueños de mi Padre”, la frustración que sintió cuando trató de defender a sus padres en las escuelas públicas de Chicago. Aun cuando las escuelas estaban a cargo de afroamericanos.

Los padres afroamericanos eran tratados burdamente. Sus hijos no eran tomados en cuenta para los cursos de preparación para la universidad y eran disciplinados más frecuentemente que los estudiantes blancos.

Y cuando los padres se quejaban, sus preocupaciones eran mayormente ignoradas. De hecho, cuando a los afroamericanos les preguntan por qué apoyan esa decisión escolar, lo que dicen es que quieren que sus voces sean escuchadas. ¿Por qué? Porque sienten que nadie los escucha.

Como un joven organizador comunitario recién egresado de la Universidad Columbia, Obama vio muchas cosas de primera mano. Eso le enseñó la importante lección que todos los reformadores de la educación van a aprender más temprano que tarde:  Las escuelas públicas no existen para beneficio de los niños que asisten allí, sino para la conveniencia de los adultos que trabajan allí.

Esa lección siguió a Obama hasta la Casa Blanca. Al impulsar su iniciativa de reforma educativa por 4 billones de dólares, “Correr a la Cima”, luchó contra los sindicatos de maestros e insistió que las escuelas deben ser responsables del desempeño de los alumnos.

Para tener acceso a los fondos, los estados tenían que eliminar los obstáculos que impiden el logro de los estudiantes y la influencia en el salario que recibe el maestro.

Algunos estados —el más notable es California— rechazó los fondos en lugar de hacer algún cambio.Así que, en su mayoría, las reformas educativas de Obama no llegaron a ningún lado.

Ahora, estamos adelantándonos a las actuales batallas sobre el uso de mascarillas y la aplicación de vacunas y la crucial teoría racial. Sólo cuando los padres blancos experimentan el insulto y desdeño de las escuelas públicas nos dicen que estamos enfrentando una crisis nacional.

La verdad es que los padres latinos y afroamericanos han estado viendo esa crisis desde hace un rato. Pero ellos la han estado enfrentando solos.

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