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Opinion El Paso

Finalmente los medios se enfocan en Biden

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Ruben Navarrete Jr. / The Washington Post

lunes, 25 enero 2021 | 06:00

San Diego— Como columnista que escribe desde el centro, detesto a ambos partidos políticos –y usualmente no puedo encontrar la diferencia entre ellos.

Dicho esto, estos días van a ser muy ajetreados para todos los periodistas, ya que vamos a bajar la piñata con la imagen del ex presidente Donald Trump y vamos a colocar en su lugar la imagen del presidente Joe Biden.

Yo soy un periodista de la vieja escuela. Los personajes pueden cambiar, pero mi oficio sigue siendo el mismo: voy a agarrar un palo de escoba y voy a pegarle a la piñata hasta que salgan volando los dulces. Y para asegurarme que no tengo ningún favorito, ni sucumbo ante el partidismo que inunda a muchos de mis colegas, voy a ponerme un antifaz en los ojos.

¿Qué va a pasar con los medios de comunicación que ya no van a tener a Trump para apalearlo? Si son justos y honestos, y si realmente les importan las cosas que suceden, van a tener muchas ocasiones para hacerlo con Biden.

Sólo tienen que abrir los ojos. Después de todo, ahora que Trump ya no está a la vista, tal vez puedan darle finalmente un buen vistazo a Biden.

Claramente, este hombre de 78 años no es Jack Kennedy. Tampoco es Robert Kennedy –aunque durante su primera postulación a la presidencia en 1988, Biden trató de parecerse a Bobby al plagiarle algunos de sus discursos.

Para muchos funcionarios electos, un escándalo como ese podría dar por terminada cualquier posibilidad de llegar a la Casa Blanca. Pero no para Biden, Él merece el crédito por haber perseverado y de postularse nuevamente en el 2008 y el 2020. La tercera vez fue la vencida. Afortunadamente para el país, el Joe Biden que actualmente ocupa la recién desinfectada Oficina Oval tiene más edad, es más sabio y más humilde que la versión de los años 1980.

Pero no todo ha cambiado. Biden tuvo que convencer a los demócratas de izquierda que era el candidato adecuado para llevar la antorcha del partido en el Año de la Concientización –después del asesinato de George Floyd y de un alboroto racial que ocurrió durante el verano– después de ser el arquitecto de la racista propuesta de ley sobre el crimen en 1994. Este nativo de Scranton, Pennsylvania, sigue siendo moderado de corazón.

“La propuesta de ley sobre los delitos de Biden” –como el entonces senador de Delaware insistió en llamar– desató un encarcelamiento masivo de latinos y afroamericanos en los últimos 25 años. Tenía tres objetivos: proteger a los anglosajones y a sus propiedades de la amenaza de las personas que no eran caucásicas, renovar la imagen de los demócratas como el partido de la ley y el orden, y enterrar la reputación de que eran laxos ante el crimen y designar a Biden como un facilitador y un demócrata más rudo de lo que los votantes estaban acostumbrados a ver. Una especie de mezcla de Mr. Rogers y Wyatt Earp.

Por supuesto, como vicepresidente del 2009 al 2017, Biden fue un cómplice dispuesto en el atroz tratamiento que le dio el entonces presidente Barack Obama a los inmigrantes y refugiados, la mayoría de los cuales eran latinos. 

Durante esos años, si Biden tenía remordimientos morales acerca de separar a las familias, de quitarles los hijos a los padres, de colocar a los niños en jaulas, de rechazar a los refugiados sin tener derecho a una audiencia, y de colocar a los hijos de los deportados, que eran ciudadanos estadounidenses, bajo el cuidado de padres adoptivos, el fiel segundo al mando de Obama, se los reservó para sí.

Los demócratas –que son expertos en negar cosas y evadirlas cuando su partido se encuentra en una posición negativa– van a descartar esas historias como “noticias viejas”. Por supuesto, no hubo tal cosa cuando se discutió la manera en que Trump y su padre presuntamente se rehusaron a rentarle apartamentos a los afroamericanos en los años 1970. Para los demócratas, esas horribles historias representan “los sucesos recientes”.

Enfrentémoslo. Las viejas historias nos dicen mucho acerca de algo que no cambia de estilo, ni cambia mucho al paso de los años: el carácter de una persona, o la falta de ella, especialmente cuando el dinero o la ambición están involucradas.

No hay duda que, de cara a la elección, y en los días que siguieron, un refrán común entre los demócratas fue que había votado en contra de Trump y no tanto a favor de Biden.

El Día de la Elección, una amiga latina –una demócrata que odiaba a Trump– me dijo que votar por Biden la hizo sentir “sucia”.

Sucios o no, preparados o no, los estadounidenses eligieron a Biden. Pero después de todo ese regateo y cambios en casi medio siglo de política, ¿cuál versión de Biden será la que gobierne? ¿El moderado? ¿El progresista? ¿La que esté entre las dos?

Muchas personas que entran a la Oficina Oval como presidente probablemente pasaran sus primeras semanas tratando de decidir qué tipo de presidente ser.

El reciente ocupante podría estar dispuesto a pasar el tiempo decidiendo cuál Joe Biden ser.

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