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Opinion El Paso

Este acuerdo fronterizo es una trampa política para los demócratas

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Andrea R. Flores / The New York Times

domingo, 21 enero 2024 | 06:00

Nueva York— Durante los dos últimos meses, un pequeño grupo de senadores de ambos partidos ha estado negociando un acuerdo para abordar la crisis en nuestra frontera sur. Los legisladores están unidos por su deseo de impedir que los inmigrantes no autorizados entren en Estados Unidos, un objetivo ambicioso que ha eludido a gobiernos previos. Sin embargo, es probable que las políticas que se discuten impulsen más migración ilegal en la frontera y hagan que los desafíos migratorios del presidente Biden sean aún peores.

En diciembre, los agentes fronterizos procesaron a unos 300 mil solicitantes de asilo, la cantidad más alta registrada en un solo mes. Durante la última década, los líderes republicanos en el Congreso no han logrado sentarse a la mesa a negociar sobre políticas de inmigración que los estadounidenses apoyan, y sin embargo han creado la falsa percepción de que las políticas de la era Trump pueden resolver la crisis fronteriza. El historial del ex mandatario en materia de inmigración demuestra que no es tan sencillo.

Las negociaciones demuestran hasta qué punto el debate sobre la inmigración se ha alejado de las soluciones que una vez definieron los esfuerzos bipartidistas de reforma de la inmigración, como un proyecto de ley del Senado de 2013 que habría dado prioridad a la seguridad fronteriza y a un camino hacia el estatus legal y la eventual ciudadanía para los aproximadamente 11 y 12 millones de inmigrantes que viven en los Estados Unidos.

En 2016, Donald Trump acabó con el amplio apoyo de su partido a este tipo de acuerdos al presentar a los inmigrantes como amenazas para nuestra nación. Como presidente, restringió el número de extranjeros que llegan a Estados Unidos, separó familias y desmanteló nuestros tribunales de inmigración, obstaculizando la capacidad de procesar a los solicitantes de asilo en la frontera. Y, sin embargo, en 2019, bajo su mandato, hubo un aumento del 90 por ciento en las aprehensiones de migrantes a lo largo de la frontera sur en comparación con el año anterior.

Hoy, cuando la crisis se deja sentir no sólo a lo largo de la frontera, sino también en las ciudades de todo el país, los electores desaprueban de manera contundente la gestión fronteriza que ha llevado a cabo el presidente Biden.

Su gobierno no ha tomado medidas significativas para impedir que los estados controlados por los republicanos envíen autobuses llenos de solicitantes de asilo a las ciudades sin previo aviso, ni para intervenir con una solución federal. En consecuencia, los demócratas están ahora más dispuestos a buscar una solución que reduzca la inmigración ilegal.

El acuerdo propuesto restringiría y ampliaría de manera simultánea la autoridad ejecutiva. Para empezar, Biden podría perder poderes clave que los presidentes han utilizado durante décadas para regular la inmigración en tiempos de crisis. Peor aún, si Trump es reelegido, tendrá nuevas herramientas a su disposición que podría utilizar para aterrorizar a los inmigrantes y agravar aún más el caos en la frontera.

Como ex funcionario del gobierno que ha trabajado en los poderes ejecutivo y legislativo para identificar soluciones a la migración masiva en la frontera sur, estoy de acuerdo con los legisladores en que el estado actual de la situación es insostenible y que se necesitan reformas. Pero este acuerdo no aliviará los retos fronterizos de Biden a menos que el Congreso construya vías legales de migración que debiliten a los cárteles que se han beneficiado mucho de las nuevas restricciones de asilo.

Un ejemplo es la facultad de expulsión de la que se informó y que los negociadores del senado están considerando. Esta política permitiría a los agentes fronterizos expulsar a los inmigrantes sin necesidad de realizar controles de asilo. Puede parecer una medida disuasoria eficaz, pero restricciones de asilo similares, entre ellas el Título 42, han demostrado lo contrario. Cuando formé parte del Consejo de Seguridad Nacional, examiné si las expulsiones contribuían a reducir la actividad del contrabando. Los datos mostraban que no sólo había más personas intentando cruzar que antes, sino que además tomaban rutas más peligrosas, guiadas por contrabandistas que lograron ganar mucho dinero.

En lugar de lo que está sobre la mesa ahora, los demócratas deberían aprender de los errores del pasado y luchar por un plan que cree más vías legales, incentive a las personas a solicitar asilo en nuestros puertos de entrada, agilice las solicitudes de asilo para que las personas que reúnen los requisitos puedan trabajar y contribuir a nuestra economía, y deporte a las personas que no tienen argumentos legales válidos para permanecer en Estados Unidos. El Congreso debe autorizar la petición de Biden para obtener financiamiento con el fin de contratar a agentes y funcionarios de asilo que puedan procesar los casos de los migrantes de una manera ordenada y humanitaria, una medida que la mayoría de los electores apoya.

La exigencia más disparatada del actual acuerdo fronterizo es que los republicanos del Senado quieren restringir la autoridad del presidente para conceder el permiso humanitario de entrada. En enero de 2023, Biden anunció una serie de medidas destinadas a frenar los cruces no autorizados, entre ellas nuevas vías legales para los inmigrantes procedentes de Cuba, Haití y Nicaragua. El presidente invocó sus poderes para ampliar el permiso de entrada a personas de estos países que tuvieran un padrino estadounidense, dándoles permiso para trabajar y solicitar asilo si esperaban quedarse más de dos años. Y funcionó. Los datos muestran que la detención de estos migrantes disminuyó en un 92 por ciento en cuestión de un año.

Los demócratas pueden pensar que vale la pena adoptar políticas de inmigración punitivas con la esperanza de mejorar las cifras de Biden en las encuestas. Pero si estos legisladores realmente quieren impedir que la gente venga aquí, también deben abordar los factores que impulsan la migración.

Las condiciones deterioradas en Latinoamérica y el Caribe garantizan que más migrantes se vean obligados a buscar refugio en Estados Unidos. Los demócratas deberían incentivar a los países de toda la región para que tengan la capacidad de proteger a los solicitantes de asilo, creen vías legales y aumenten la ayuda al extranjero y la asistencia humanitaria con el fin de ayudar a que los posibles migrantes vivan una vida más segura y más cerca de casa.

A corto plazo, la Casa Blanca puede demostrar liderazgo agotando todas sus posibilidades para acelerar el procesamiento de solicitudes de asilo, trabajar con socios regionales con el fin de proteger a los migrantes antes de que lleguen a la frontera y desarrollar una respuesta federal para ayudar a las ciudades que se doblegan ante la presión de absorber a decenas de miles de migrantes. Un gobierno capaz de acoger a más de 70 mil afganos y coordinar su llegada a las comunidades de todo el país es igual de capaz para coordinar la llegada de solicitantes de asilo e identificar viviendas federales temporales para aliviar a las comunidades que luchan por proporcionar vivienda.

Hay demasiado en juego para que los demócratas acepten los términos de esta propuesta del senado. Aunque es comprensible querer solucionar las vulnerabilidades en la frontera, Trump y sus asesores han dejado claro que aterrorizar a los inmigrantes es fundamental para su agenda de segundo mandato. Trump prometió acorralar a los inmigrantes en campos y llevar a cabo deportaciones masivas. Ha acusado a los inmigrantes de “envenenar la sangre del país”.

Biden inició su campaña de reelección con la promesa de proteger nuestra democracia de estos daños. Sin embargo, al comprometerse con políticas que quizás aumenten la migración no autorizada en la frontera, corre el riesgo de envalentonar a Trump y a los de su calaña para que intensifiquen sus ataques contra los inmigrantes. El 5 de enero, el gobernador de Texas, Greg Abbott dijo en una entrevista radiofónica que el Estado no está “disparando a la gente” que cruza ilegalmente la frontera porque “el gobierno de Biden nos acusaría de asesinato”.

Biden debe ayudar a los electores a entender que la frontera no cambiará hasta que el Congreso cree el sistema migratorio que nuestro país necesita. Este momento político exige soluciones ambiciosas que puedan abordar el alcance del desafío migratorio de hoy, no un conjunto de políticas que nos mantendrán estancados en el mismo marco legal fallido de la década pasada.

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