Estados Unidos necesita inmigración, no una retórica sobrecalentada

Washington— Los agentes de la Patrulla Fronteriza están deteniendo a los migrantes no autorizados que vienen de México a niveles récord. No es de extrañar que más de la mitad de los estadounidenses ahora digan que se está produciendo una "invasión" en la frontera sur, según una encuesta reciente de NPR/Ipos.

Al mismo tiempo, la inmigración neta en los Estados Unidos –el número de todas las llegadas de extranjeros, incluidos los ilegales, menos el número de salidas– ha estado en una pendiente descendente durante cinco años, en parte, pero no solo, debido a la pandemia.

Como señaló The Economist recientemente, los inmigrantes agregaron solo 247 mil personas a la población de Estados Unidos en el año que finalizó en julio de 2021, el menor aumento en tres décadas y una cantidad equivalente a menos de una décima parte del 1 por ciento de la población del país.

La administración Trump, después de haber lanzado un ataque contra la inmigración tanto legal como ilegal, redujo el número de entradas a través de la burocracia, incluso antes de la llegada del Covid-19.

Dos cosas son simultáneamente ciertas. Primero, la administración de Biden ha manejado mal los mensajes de inmigración al decirles a los inmigrantes que no vengan, incluso cuando presiona por políticas fronterizas más humanas, es decir, más relajadas. En segundo lugar, sin una política de inmigración más progresista, más alineada con las demandas de mano de obra en una economía hambrienta de trabajadores, las perspectivas de crecimiento económico a largo plazo de la nación se verán atrofiadas.

Por ahora, el primero ha enturbiado las perspectivas del segundo. A pesar del hecho de que la mayoría de los migrantes detenidos regresan a México en virtud de un edicto de salud pública de la administración Trump, los republicanos, como era de esperar, utilizan como arma el aumento impuesto de migrantes en la frontera, usándolo para asustar a los estadounidenses y ganar puntos políticos.

El hecho de que la inmigración neta esté cayendo y contribuyendo a la escasez de mano de obra –y por lo tanto también a la inflación, al ayudar a aumentar los salarios– se pierde en el tsunami de la retórica política sobre una “invasión”.

Honor a quien honor merece: a pesar de su mensaje contradictorio, la administración Biden ha tomado medidas mesuradas para canalizar conforme a la ley a los inmigrantes hacia trabajos estacionales no agrícolas en sectores donde se necesitan desesperadamente.

Este verano, puso a disposición 35 mil visas temporales adicionales, más del doble del límite habitual, para ayudar a satisfacer las demandas de hoteles, negocios de paisajismo, restaurantes y parques de diversiones, entre otros empleadores. Las nuevas visas de verano se sumaron a las 20 mi visas de temporada adicionales destinadas a abordar la escasez de mano de obra el invierno pasado.

La mala noticia es que esos números son demasiado modestos y no compensarán el estancamiento proyectado en la fuerza laboral nacida en Estados Unidos durante las próximas dos décadas. La tasa de natalidad anémica de la nación, que ha disminuido todos los años menos uno desde 2014, socavará la vitalidad económica en ausencia de un flujo sólido de trabajadores inmigrantes.

La salida de ese callejón sin salida es que el Congreso revise el sistema de inmigración para permitir una mayor afluencia de trabajadores legales y un camino hacia la legalización para algunos de los aproximadamente 10 millones de inmigrantes indocumentados, muchos de los cuales han estado en este país durante 15 años o más. más. Desafortunadamente, hay pocas perspectivas de eso en un entorno político en el que los republicanos equiparan falsamente a los inmigrantes con una mayor delincuencia, agotando los programas de asistencia social y contrabandeando fentanilo y otras drogas. Si la inmigración se utiliza para siempre como un garrote político y no como un componente político del crecimiento económico, todos sufrirán.