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Opinion El Paso

En un feroz Estado de la Unión, Biden se exhibió al referirse a un ‘ilegal’

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Ruben Navarrette Jr. / The Washington Post

domingo, 10 marzo 2024 | 06:00

San Diego— Durante su discurso Estado de la Unión, hubo un momento en que fue surrealista. Fue en la sección del discurso en donde el presidente Biden habló de la inmigración.

En esas 465 palabras, Biden pretendió hacer dos cosas: tratar de revivir la propuesta bipartidista de seguridad fronteriza de la que se escabulleron recientemente los republicanos de la Cámara y culpó de esa debacle al ex presidente Donald Trump. Logró ambos objetivos.

Desafortunadamente, Biden también se salió del guion y le entregó la narrativa a la representante republicana Marjorie Taylor Greene, de Georgia, una figura caricaturesca de derecha que no debería ser tomada en serio en la inmigración.

Ella no es honesta acerca del hecho de que el Estado de los Duraznos, podría perder si los trabajadores inmigrantes no recogen toda esa valiosa fruta de los árboles.

A Greene le agrada criticar a los inmigrantes, pero nunca hemos escuchado una palabra crucial de ella acerca de los empleadores que los contratan. Por eso podemos decir que su actitud no es sería para arreglar el problema.

Aunque Greene es lo suficientemente inteligente para saber que los demócratas están nerviosos de que algunos de los extranjeros a quienes los oficiales permiten entrar al país, con el requisito de que comparezcan posteriormente ante la corte, puedan cometer crímenes violentos.

Así que, cuando Biden entró a la Cámara para pronunciar su discurso, Greene, quien usaba una cachucha que decía “Hacer que Estados Unidos Sea Grande Nuevamente” y un botón de campaña grande color rojo y blanco en el que se leía “Hay que detener la Crisis Fronteriza de Biden”, le entregó otro botón con el nombre de Laken Riley.

Riley era una estudiante de enfermería de 22 años de la Universidad Augusta, quien fue asesinada recientemente mientras se ejercitaba en el campus de la Universidad de Georgia.

José Antonio Ibarra, un inmigrante indocumentado venezolano de 26 años, fue arrestado y acusado de varios delitos, incluyendo homicidio, retención ilegal de una persona y secuestro.

Los conservadores están explotando desvergonzadamente la tragedia para avanzar su narrativa de que hay “una frontera abierta”, de la misma manera que los liberales están explotando morbosamente los tiroteos escolares para argumentar que Estados Unidos necesita leyes más estrictas sobre armas.

Aun así, los demócratas no tienen que seguirles la corriente. Aunque muchos de ellos lo harán, si tienen miedo sobre cómo serán percibidos. De hecho, para un político liberal, lo único peor que ser visto como “laxo contra el crimen” es ser considerado como “suave en los delitos cometidos por inmigrantes ilegales”.

Si los latinos y otros defensores de la reforma migratoria con sentido común, están buscando un defensor de los indocumentados, no deberían fijarse en Biden.

Este demócrata restringió la inmigración durante sus 36 años en el Senado, colaboró como vicepresidente con Barack Obama, a quien le apodaron “el deportador en jefe” y pasó los tres últimos años como presidente incumpliendo sus promesas de campaña y fotocopiando la mayoría de las estrategias de inmigración de su predecesor, Trump.

De hecho, la administración Biden fue demandada el año pasado por la Unión Americana de Libertades Civiles por los cambios propuestos en los procedimientos para solicitar asilo que la Unión insistió en que eran ilegales.

Un juez federal estuvo de acuerdo y la administración revirtió su curso.

Así que, cuando Greene interrumpió a Biden retándolo a que dijera “Laken Riley” durante el discurso Estado de la Unión, por supuesto que el presidente cedió. No necesitó mucha presión. Realmente no estaba escuchando a Greene, sino estaba escuchando la voz de su corazón. Ese fue Joe actuando como él mismo.

Como ha sido reportado, Biden tiene un mecanismo de copia para lidiar con su tartamudeo. Habla rápidamente. El problema es que a los 81 años, cuando habla rápidamente, arrastra las palabras y balbucea y pierde el hilo de sus ideas.

Hizo todo eso durante el Estado de la Unión y también le cambió el nombre a Laken Riley, refiriéndose a ella como “Lincoln Riley”.

Pero para mí –y para muchos otros latinos que lo estuvimos viendo en casa– el momento más vergonzoso ocurrió cuando Biden dijo sin pensar que Riley había sido asesinada por “un ilegal”.

¿Un ilegal qué, Sr. Presidente? Cualquiera que pasa 35 minutos navegando en el debate de inmigración –dejando a un lado los 35 años que he pasado haciendo eso– sabe que está mal usar ese adjetivo como nombre.

Biden pudo haberse referido a Ibarra como un “inmigrante indocumentado”. Yo hubiera aceptado un “inmigrante ilegal”, pero decir sólo “un ilegal”, eso no está bien.

Aunque no se trata sólo de semántica. Durante los últimos 30 años, los demócratas han criticado a los republicanos por satanizar y deshumanizar a los inmigrantes indocumentados, aun cuando esas personas contribuyen enormemente a la economía de Estados Unidos desempeñando trabajos rechazados por los estadounidenses.

Ahora como presidente demócrata –quien ya tiene un récord manchado con los inmigrantes y refugiados– ¿está aceptando pistas de los republicanos extremistas y haciendo lo mismo?

Hay que ponerse al tanto, Joe, ya que antes de que pase mucho tiempo, la frase “Latinos a favor de Biden” será un contrasentido.

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