Nacional

Video: Cruzan sierra y ríos para entregar libros

Kilómetros por carretera, pasar retenes de seguridad y hasta esquivar vacas en plena cinta asfáltica, parte del recorrido

Reforma

sábado, 31 agosto 2019 | 07:59

Reforma

Ciudad de México.- Tras recorrer más de mil kilómetros por carretera, en los que atravesaron la sierra, retenes de seguridad, ríos y hasta esquivaron vacas en plena cinta asfáltica, los libros de texto gratuito llegaron a comunidades del llamado "Triángulo Dorado", región conocida por su violencia y difícil acceso.

Esta zona, ubicada entre Chihuahua, Sinaloa y Durango, es tan compleja de atravesar que fue utilizada por Joaquín "El Chapo" Guzmán para operar y guarecerse.

Sin embargo, por más violenta o alejada que sea la región, los libros deben ser entregados.

La labor inicia en las bodegas de la Comisión Nacional de Libros de Texto (Conaliteg), ubicadas en el Estado de México y Querétaro, de donde salen los paquetes de libros hasta los centros estatales.

De ahí, son los Gobiernos de los Estados, apoyados por funcionarios municipales, directivos escolares, líderes comunitarios y hasta padres de familia los que se encargan de repartir los ejemplares a las escuelas de las diferentes regiones.

Grupo REFORMA siguió la ruta de la caja P2ESA, que salió el 13 de julio de los talleres de la Conaliteg en Querétaro, y llegó el 26 de agosto a la Escuela Primaria "Profesor Apolonio Lizárraga Moreno", ubicada en la comunidad de Gachupín, Municipio de Tamazula, Durango.

El camión de la Conaliteg sale de Querétaro el 13 de julio. Debido a las dificultades del camino y a la presencia de diversos ríos y relieves montañosos, debe rodear por Culiacán, Sinaloa, para llegar dos días después a una bodega del centro de Durango.

El 1 de agosto, los textos continúan su trayecto. Cruzan por las inmediaciones de la Presa Sanalona, en los límites entre Sinaloa y Durango, donde debe transitar por curvas pronunciadas.

La continuación del Boulevard Francisco I. Madero, hacia Durango, es angosta y de doble sentido. A los pocos metros, se ven hombres con armas largas. Se trata de retenes de la Policía estatal que realizan inspecciones a vehículos, sobre todo a aquellos que transportan mercancías.

Más adelante hay una capilla de la Santa Muerte, y luego, iluminada, una de Jesús Malverde, conocido en Sinaloa como el santo de los narcos.

A unos minutos se escucha la tuba, los trombones, bombos y platillos típicos de la banda sinaloense. Se oyen gritos, cantos y se ven parejas bailando en los alrededores de la Presa Sanalona.

La fiesta es ajena a los conductores del camión, hasta que un grupo de jóvenes baja a detener el tránsito para hacer una carrera de arrancones en motocicleta, para decidir quién patrocina la siguiente botella.

Nadie reclama, ni con el claxon, pues los residentes dicen que es una práctica común los fines de semana y no quieren problemas.

Después de 10 minutos estacionados esperando a que la competencia termine, los automovilistas pueden avanzar. Por ese camino se observan cruces, de diversos colores y con fotografías de todos tamaños. Dicen que algunos derraparon en las curvas, y otros fueron ejecutados en la carretera.

También está el panteón de "Los Mayos", donde aseguran que no hay ningún huésped sin una bala en el cuerpo.

Debido a las curvas, y a que el ganado suele cruzar por la pista, no se puede circular a más de 50 kilómetros por hora.

Más adelante se asoma el siguiente poblado: Tamazula, Durango.

El 26 de agosto, a la oficina de Administración Educativa del Municipio llega Leobardo Aispuro, presidente de la Asociación de Padres de Familia de la Escuela Primaria "Profesor Apolonio Lizárraga Moreno", quien trasladará los libros en su cuatrimoto hasta la comunidad de Gachupín, de 200 habitantes, ubicada a hora y media de Tamazula.

El camino es de terracería. A no más de dos kilómetros se ven los cerros, donde está asentada la comunidad, pero antes hay que atravesar el río Tamazula.

"Suerte que ayer no llovió y el río no creció, si no, no hubiera podido ir hasta que el agua bajara", explica Leobardo.

La corriente es baja, así que cruza el río con la cuatrimoto sin contratiempos.

Para llegar al plantel, hay que subir a pie por una vereda, así que, hasta este punto, bajan otros padres de familia para cargar al hombro los libros.

Los textos de segundo grado son los últimos que faltaban por llegar a esta escuela rural donde estudian 38 niños.

Se trata de un plantel de dos salones modelo multigrado, en donde en un aula estudian niños de primero, segundo y tercero, y en otro los de cuarto, quinto y sexto.

María Maribel López Contreras, jefa de la oficina municipal de la Administración Educativa de Tamazula, Durango, reconoce que ésta es una de las regiones más complicadas para la entrega de libros.

El municipio tiene 632 localidades, y Gachupín es una región rural de difícil acceso. Hay otras localidades, divididas por el río Humaya, a donde se llega después de 5 horas de camino, y otras donde hay retenes de grupos armados, por lo que se tiene que viajar en avioneta desde el centro de Tamazula.

"Todos los años, cuando traen los apoyos de uniformes y útiles escolares, libros, tenemos que batallar bastante", cuenta.

"Son carreteras de terracería. Como estamos en la zona de las quebradas, es bastante difícil el acceso, hacemos bastantes horas. Por los ríos, ahorita en este tiempo, no podemos arriesgar al personal. Ya sea maestros u otras autoridades que vengan, se van en avionetas y salen de ahí hasta en vacaciones de diciembre".

Sorprenden textos y colores

La caja P2ESA se abre, Valentina se aproxima y se sorprende al ver los libros de Lengua Materna, materia que dice es su favorita.

Ella los reparte a sus compañeros de segundo año de la Escuela Primaria "Profesor Apolonio Lizárraga Moreno", ubicada en la comunidad de Gachupín, en Tamazula, Durango.

La menor, de siete años, los ojea, los huele y sonríe: ¡Están muy bonitos!

En la Primaria General Guadalupe Victoria, de Tamazula, los niños de quinto año se sorprenden al ver que sus libros son de color rosa.

"¿Y los libros de los niños?", pregunta Norman Elías Ríos Fernández.

"¡Maestro! Se equivocaron, a mí me dieron libros de niña!", dice.

Su pregunta causa risas entre algunos de sus compañeros y preguntas entre otros.

Al respecto, su profesor, Benjamín Álvarez González, le explica que fue el color elegido por el Gobierno federal.

"El hacerlo sirve para unificar, para que los niños sepan que (el color) no nada más es para niñas", señala.

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