Enfrentan industrias de México escasez de personal sin precedente

Monterrey.- Segmentos enteros de la economía mexicana enfrentan grandes desafíos para lograr completar sus plantillas. Para algunas industrias, el no contar con los equipos de trabajo completos es ya alarmante.

El sector agropecuario en México no tiene hoy en sus filas el número de trabajadores suficientes para las labores en el campo, los transportistas se topan con la escasez de choferes, y la situación en algunas ciudades en la frontera norte donde las vacantes ofertadas superan al número de buscadores de empleo son relatos cada vez más comunes. Para algunos ejecutivos en las empresas, esta falta de personal no tiene precedente.

Las estadísticas muestran que la gran mayoría de las industrias han no sólo recuperado los empleos que se perdieron durante la fase más dura de la pandemia, sino que han ya superado las cifras de empleos que alcanzaron previo al confinamiento.

En algunas ciudades, las dificultades por contratar personal se explican dado que en dichas plazas el número de posiciones de trabajo han ya rebasado sus máximos históricos. La competencia por el talento acrecienta.

Existe también una distorsión en el mercado laboral. Por un lado, hay miles de vacantes que las empresas no logran cubrir, algunas porque no son siquiera del interés de los buscadores de empleo. Por otro lado, existen posiciones, desde técnicas hasta gerenciales que tienen requisitos tan específicos que muy pocos candidatos logran cubrir el perfil. ¿Faltan empleos o faltan candidatos?

La Población Económicamente Activa (PEA) en nuestro país es enorme. Estamos a punto de alcanzar los 60 millones de personas en edad de trabajar. El universo de personas que pueden unirse a las filas de las empresas ahí está, empero apenas una tercera parte de ellos son trabajadores con un empleo formal, afiliados al IMSS. Casi la mita de la PEA labora en la informalidad y muchos de ellos quedan fuera del mercado formal por falta de competencias o experiencia previa.

Las áreas de recursos humanos al buscar candidatos se enfrentan a una competencia ruda. Los reclutadores buscan personal con habilidades o experiencia que sólo una pequeña parte de la población tiene. La gran oportunidad para las organizaciones es buscar el desarrollo de competencias, transferir habilidades de otros sectores y dar acceso al empleo a los miles de candidatos que suelen ser rechazados en las búsquedas de empleo. La escasez es de habilidades no de talento.

En el pasado existían programas auspiciados por el Gobierno federal para asegurar que las personas contaran con las habilidades requeridas en el mundo del trabajo. La administración federal actual ha dejado desafortunadamente dichos programas de lado, particularmente los que emprendía la Secretaría de Educación Pública (SEP) para asegurar la pertinencia de los programas de estudios, marcadamente en el nivel medio superior y sus subsistemas. El impulso al modelo dual, a los programas en alternancia u otros similares que antes vimos en la agenda de la SEP hoy brillan por su ausencia.

Desapareció también el programa denominado BÉCATE que permitía a las empresas recibir a buscadores de empleo sin experiencia previa para capacitarles. No contar con programas que incentiven la formación de habilidades en candidatos hace que a muchas organizaciones les resulte difícil emprender dichas acciones por sí mismas, especialmente a las pequeñas y medianas empresas.

El programa Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF) de alguna manera sustituyó al programa BÉCATE, y si bien hay empresas que lo utilizan y pueden dar testimonio de su utilidad la realidad es que JCF se queda muy corto para el reto tan grande que tenemos en frente. Quizá iniciativas, como el #CertificaTon recién arrancado por el Servicio Nacional del Empleo y el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales ayuden a que la brecha entre de la empleabilidad y la movilidad laboral se cierre.