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Juárez

Llegan directo a ‘la puerta 36’

Alrededor de 350 personas viajaron el miércoles a bordo de un tren de carga; 70 finalmente arribaron ayer al bordo fronterizo

Hérika Martínez Prado / El Diario de Juárez

viernes, 26 enero 2024 | 13:14

Fernando Méndez / El Diario de Juárez | Una niña venezolana levanta un letrero, que ella misma escribió

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Alrededor de un centenar de personas migrantes provenientes de países como Venezuela, Colombia y Guatemala, permanecieron ayer durante horas en la orilla del río Grande, mientras intentaban cruzar el cerco de púas instalado por la Guardia Nacional de Texas. 

El grupo, en el que se encontraban decenas de niñas y niños de la primera infancia, arribó la noche del miércoles a Ciudad Juárez a bordo de un tren de carga que fue detenido en dos ocasiones por personal del Instituto Nacional de Migración (INM), primero en la Ciudad de Chihuahua y luego en el retén militar conocido como Precos, narró un venezolano. 

Dijo que eran aproximadamente 350 las personas que viajaban en el tren, pero unas diez se bajaron en Precos y fueron detenidas por los agentes federales, mientras que el resto no descendió y después el tren siguió su camino; sin embargo, al llegar a la ciudad otro grupo fue interceptado por integrantes de un grupo delictivo. Aunque en ambos casos ya no supo qué sucedió con ellos. 

De acuerdo con el sudamericano, debido a que el tren en el que viajaban arribó a la ciudad como a las 10:00 de la noche, unas 70 personas, divididas en dos grupos, durmieron en las calles de la ciudad, y al amanecer continuaron su camino hasta la puerta del muro fronterizo ubicada a la altura de la Iniciativa de Seguridad Fronteriza (BIS) número 36. 

“Esta es la ‘puerta 36’… todo el camino se escucha ‘la puerta 36’, ‘la puerta 36’, que de pronto la abren y reciben a la gente. Desde México (Ciudad de México) se escucha ‘la puerta 36’, yo iba para Tijuana, pero me junté con un grupo y venían para acá”, narró quien al llegar al bordo del río Bravo decidió esperar para ver desde lejos qué pasaba con quienes ingresaron a Estados Unidos.

Mientras las personas que al principio caminaban en pequeños grupos, de un lugar a otro, se fueron reuniendo frente al marcador que era vigilado por 13 unidades de la Guardia Nacional y un helicóptero. 

Piden niños agua, comida y ‘livertad’

Con un letrero en la mano, que ella misma escribió en su cuaderno, una niña venezolana pedía libertad, parada en los límites de la frontera. 

 “Queremos livertad por favor, queremos livertad (sic)”, pedía la menor con la frase rodeada de corazones. Después se sentó junto al muro de púas para peinarse, sacar colores de su mochila y comenzar a dibujar, mientras comía una manzana frente a México. 

A unos metros, otra niña de unos cuatro años pedía a sus padres “un sándwich de mayonesa”, y otro grupo suplicaba agua a un agente de la Guardia Nacional de Texas, quien recorría la frontera retirando las cobijas y ropa colocadas por los migrantes sobre las púas para poder subir al bordo estadounidense. 

Al escuchar a los migrantes, el militar subió a la caja de la camioneta –ya casi llena de ropa– y sacó una botella de agua de una hielera, pero al aventarla cayó sobre las púas y el líquido se derramó, por lo que al darse cuenta tomó otra botella y esta vez se la dio a una mujer quien tuvo que meter la mitad de su cuerpo entre los rollos de concertina para poder tomar la botella. 

De acuerdo con el sudamericano, el resto de los viajeros del tren se dispersaron al llegar a la ciudad, algunos hacia la Zona Centro, otros a hoteles y unos más con familiares y conocidos que ya esperaban aquí una cita de CBP One.

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