Juarense rescatado de Ucrania da gracias

Ciudad Juárez— En la Basílica de Guadalupe, en Ciudad de México, el juarense Javier Donlucas Pelayo, de 33 años, agradeció a Dios por permitir que su familia y él pudieran escapar a salvo de la guerra entre Rusia y Ucrania en el avión Boeing 737-800 de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM). Desde allá, aprovechó para dar las gracias también a quienes oraron por ellos en su trayecto, donde tuvieron que librar la artillería en Kiev.

“Fuimos a dar gracias a Dios, agradecer que estamos bien. Y gracias a las oraciones de nuestra familia, amigos y gente que sin conocernos nos hizo el favor de mandarnos bendiciones. Gracias a Dios estamos en México, nuestra tierra, y logramos salir”, externó el fronterizo, quien escapó de los enfrentamientos en la capital ucraniana el viernes 25 de febrero junto con su esposa, Lesia, de 28 años, y su hijo Alexander, de tres.

Estaban establecidos en Europa pero, como miles de desplazados, dejaron todo su patrimonio cuando las fuerzas del presidente ruso, Vladimir Putin, y el ucraniano, Volodímir Zelenski, se enfrascaron en batallas, iniciadas el miércoles 23. Escondidos a 100 metros bajo tierra en el metro, libraron los bombardeos y llegaron a Leopolis. Fueron a Chernivtsi, después Moldavia, a Chisinau, y Rumania; ahí fueron rescatados.

“Lo que sigue es apoyar a los que se quedaron gestionando ayuda humanitaria y brindando techo al que lo necesite en Ucrania. Un abrazo y bendiciones desde México a Ucrania, seguimos apoyando y luchando”, dijo Javier, quien es músico egresado de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), profesión que, en giras, le hizo conocer a su cónyuge, bailarina de ballet, con quien tuvo a su pequeño. 

En su éxodo con otros connacionales, pudieron abordar la aeronave enviada por el Gobierno federal a Bucarest y arribar a su patria el viernes 4 de marzo a las 01:00 horas, tiempo de la Base Militar número 9, en la Ciudad de México,

 “Estamos muy felices, contentos y les agradezco a todos por su apoyo, sus oraciones”, indicó a El Diario, medio que documentó diariamente su travesía, que él, a su vez, buscó compartir para generar conciencia.

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