Juárez

El Ángel de los migrantes

Desde hace casi 9 años, el padre Francisco Javier Calvillo se ha encargado de brindar asilo y alimento a miles de personas que buscan el sueño americano

El Diario

martes, 19 noviembre 2019 | 06:00

Ver llegar deportados, enfermos, no tener con qué y andar buscando recursos, ver cómo la sociedad discrimina a los migrantes; ver tanto dolor y sufrimiento”, han sido parte de los retos a los que se ha enfrentado durante el último año el sacerdote Francisco Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante de Ciudad Juárez. 

A casi una década de estar al frente del albergue católico, el religioso confesó que el éxodo que comenzó en octubre del año pasado hacia Estados Unidos ha representado parte de las mayores dificultades a las que se ha enfrentado como director de la institución y como sacerdote.

El 30 de agosto pasado Calvillo cumplió 16 años como sacerdote, nueve de ellos frente a la Casa del Migrante, los mismos que ha fungido como capellán de las capillas Santa María Goretti y de Mausoleos Luz Eterna, así como administrador de la Casa de Ejercicios de la Diócesis de Juárez. 

Pero su labor con los migrantes comenzó desde sus estudios para sacerdote, cuando fue elegido por el entonces obispo Renato Ascencio de León para apoyarlo en su trabajo como presidente de la pastoral de Movilidad Humana en México.

“Luego a él lo eligen miembro del Consejo Pontificio de la Pastoral de Migrantes e Itinerantes en el Vaticano, entonces me dice ayúdame como secretario en esto, pero ahora quiero que en la Diócesis empieces a organizar la movilidad humana diocesana, que integra de migrantes, turismo, gitanos, artistas, víctimas de trata, todas las áreas que implica movilidad urbana”, recordó. 

La Casa del Migrante

La Casa del Migrante de Ciudad Juárez fue fundada en 1983 por los misioneros Scalabrinianos, quienes se van de la ciudad en 2006, dejando el albergue a cargo de la orden de los dominicos, que durante los años de mayor violencia también deciden dejar la ciudad, entonces, hace nueve años Ascencio de León pidió al padre Calvillo que se encargara del lugar.

Éxodo

Aunque el Gobierno de Barack Obama aumentó la cantidad de deportados de Estados Unidos, la llegada de Donald Trump al poder sobrepasó la cantidad de migrantes albergados, siendo más intensa con las caravanas centroamericanas que en octubre de 2018 comenzaron el éxodo hacia Estados Unidos, y para el cual nadie estaba preparado en Ciudad Juárez, siendo la primera en dar respuesta la Casa del Migrante. 

Ante las bajas temperaturas de Juárez y los cientos de migrantes que vivían en el puente internacional Paso del Norte, las autoridades los trasladaron a la Casa del Migrante.

Hace frente a las batallas

En el albergue se continuó con la numeración marcada en las manos de los migrantes que comenzó un paseño ante la petición de los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP) de que los organizara.

La misma lista que continúo Cruz Roja siguió dentro del albergue, por lo que el sacerdote fue señalado por medios y organizaciones locales, nacionales e internacionales.

“Fue muy difícil el momento cuando las organizaciones nos acusaron de nacistas por los números en los migrantes, hubo gente que nos dijo hasta de qué nos íbamos a morir”, “criticaban, pero esas organizaciones no vinieron a curarlos, a darles de comer, a lavarles los pies, a buscar apoyos para ellos”, lamentó Calvillo, quien comenzó a colocarles pulseras con su número de espera.

Otro de los momentos más difíciles, confesó, fue cuando con casi 500 migrantes, el 24 de diciembre del año pasado anunció que no podía recibir a más personas de las que tenía, debido a la falta de apoyo de los tres niveles de gobierno.

Una semana después el Municipio dio 500 mil pesos y apoyo de personal, mientras que el Estado le entregó al albergue un millón 600 mil pesos que se habían asignado para el año que terminaba y hasta entonces no habían sido entregados, mientras que el Gobierno federal prometió ayuda, por lo que el lugar volvió a recibir a los viajeros. 

En marzo el sacerdote decidió renunciar a los apoyos oficiales, y destacó que el albergue se había mantenido gracias al apoyo binacional de los habitantes, organizaciones, iglesias y empresarios de Ciudad Juárez, El Paso y Las Cruces.

“Hubo abogados que se metieron en la Casa del Migrante y nada más fue para sacar información, estadísticas, para saber quién sí podía tener el dinero; solamente un caso lo sacaron, lo lucieron y luego hicieron más propaganda allá”, lamentó.

“Ya como sacerdote lo más difícil ha sido ver el dolor y el sufrimiento, las historias que te dejan cada uno de los migrantes que hemos acompañado en estos nueve años, de gente que ha muerto, gente que ha desaparecido. Hemos sido testigos de tantas violaciones a los derechos humanos”.

Un ser agradecido

Por el contrario, lo más satisfactorio ha sido ver que a pesar de tanto dolor y tanto sufrimiento, hay gente que les habla para decirles que sí logró el sueño americano.

“Hay gente que habla y dice que sí lo logró, que se alivió y ya está allá con su niñito, que ya está allá con su familia, que ya arreglaron sus papeles o que regresaron (a sus lugares de origen) y que están bien”, dijo el director, quien agradeció a la comunidad binacional por apoyar a los migrantes.

“Los ángeles, los empresarios binacionales que en las buenas y en las malas siempre han estado con nosotros y gracias a ellos hemos sacado adelante el trabajo, eso es algo muy satisfactorio que te hace crecer y te hace ver que vale la pena seguir trabajando por los migrantes”, dijo quien como miembro de la iglesia cree que al menos en los próximos dos años la migración seguirá siendo un reto para México.

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