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Estados Unidos
sábado, 15 agosto 2020 | 16:52
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Debido a que Baum vivía cerca, podía visitarlas cuatro o cinco días a la semana y mantenerlas vigiladas.
“Les revisaba los baños para asegurarme que se habían bañado”, comentó Baum de 69 años. También las visitaba a la hora de la comida para ayudarles a cortar los alimentos o vigilar que los empleados lo hicieran. También revisaba que su suegra recibiera la ropa correcta de la lavandería.
Luego, llegó el coronavirus y el 10 de marzo, esas instalaciones y los asilos de todo el país, cerraron sus puertas y prohibieron las visitas familiares.
Baum no volvió a ver a su madre de 98 años ni a su suegra de 82 años hasta que los administradores se lo permitieron nuevamente el 30 de junio.
Pero aun así, la experiencia resultó frustrante, ya que las visitas las tienen que hacer en el patio, en donde los familiares pueden hablar con ellos a través de un cerco de alambre. Cuando la temperatura subió, colocaron una cortina de plástico en una entrada, mientras los residentes estaban sentados cerca del aire acondicionado para recibir las visitas de familiares.
Sin embargo, esas visitas al aire libre no les dan a los familiares la misma habilidad para participar en el cuidado de los residentes o monitorear sus condiciones.
Pronto, la temperatura invernal hará que las visitas al aire libre sean imprácticas en muchos lugares, al igual como el calor del verano lo hace en algunos sitios.
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