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Estados Unidos
sábado, 25 abril 2020 | 16:41
En un lapso de tres días, arribaron 80 cajas de color blanco y azul y máquinas de pruebas, ya que dos helicópteros Black Hawk de la Guardia Nacional de Kansas las trasladó a la región afectada.
Los resultados de las pruebas se tuvieron la semana pasada, el costo del retraso quedó de manifiesto: 250 trabajadores de seis plantas estaban infectados.
Mientras los gobernadores deciden si abren sus economías, continúa detenida su capacidad para hacer pruebas, dejándolos sin la información que los expertos en salud pública aseguran que es necesaria para darle seguimiento a la pandemia y controlarla.
Y aunque Estados Unidos ha hecho esfuerzos durante el mes pasado para ampliar el número de pruebas, su capacidad no está ni siquiera cerca del nivel que ha sugerido Trump.
Existen numerosas razones. Ha sido difícil incrementar la producción de reactores -los ingredientes químicos que detectan si está presente el coronavirus -debido a regulaciones federales que pretenden hacer que sean seguros y también se debe a que los fabricantes, que usualmente los producen en pequeños lotes, no han querido invertir en nuevas capacidades sin estar seguros de que aumentará la demanda.
Algunos componentes físicos de las pruebas, como los hisopos nasales, son mayormente importados y es difícil tenerlos debido a la escasez global. A los trabajadores de salud les hace falta el equipo de protección que necesitan para administrar las pruebas a gran escala.
Encima de todo eso, la administración se ha resistido a realizar una movilización nacional completa, en lugar de intervenir para destinar el escaso equipo como se va necesitando, dejando el cuello de botella y escasez en la producción mayormente a las fuerzas del mercado.