Del Río, siente el impacto de la crisis migratoria

Del Río, Texas— El viernes por la tarde, José Rodríguez se paró cerca de una cerca que estaba a unos pasos del Río Grande y trató de comprender lo que estaba sucediendo en su pequeña ciudad fronteriza: un flujo constante de luces rojas y azules intermitentes que aceleraban por una calle lateral, cada vehículo traía oficiales fuertemente armados para proteger a miles de migrantes desesperados amontonados cerca y debajo del puente internacional de Del Río.

Allí, en medio de un mar de botellas de plástico aplastadas, pañales viejos, huesos de pollo y recipientes de comida, algunos migrantes, muchos de ellos refugiados haitianos, colocaron cartones para usar como camas. Los niños cansados yacían en los brazos de sus padres y madres.

“No había mucho en Del Río antes de esto”, dijo Rodríguez, un trabajador de almacén de 40 años. "Ahora se siente como el fin del mundo".

Del Río, una ciudad bicultural de 36 mil habitantes, está acostumbrada al tráfico transfronterizo y se beneficia de él, con trabajadores y residentes yendo y viniendo del puente todos los días. Pero las masas de personas que han conmocionado y consternado a la gente al verlos en sus teléfonos y televisores la semana pasada han estado presionando especialmente a la ciudad y a las personas que se encuentran justo más allá de ese puente.

Si bien la mayoría de los migrantes que han permanecido alrededor del puente, han sido trasladados a otros lugares fronterizos para su procesamiento o están siendo trasladados de regreso a Haití en vuelos de deportación que comenzaron este domingo, la policía local y las cárceles se han visto abrumadas con casos en las últimas semanas de migrantes que se aventuraba en la ciudad y, a veces, en propiedades privadas.

Durante el fin de semana, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos cerró el puente que conecta Del Río con México, lo que agregó otra interrupción a la vida cotidiana, ya que los residentes locales no pudieron realizar los viajes transfronterizos para ir de compras, trabajar o visitar a la familia.

Todas estas tensiones han convertido a la ciudad en un campo de batalla política, con residentes protestando por la administración de Biden, el gobernador enviando policías estatales y residentes como Rodríguez lamentando lo que le sucedió a su ciudad.

“Nadie estaba preparado para esto”, dijo Rodríguez. "No seremos los mismos después de que esto termine".